Moreira vs. El Peje y la ley antiaborto
Jairo Calixto Albarrán
Como para que se construya una densa cortina de humo alrededor del debate sobre el aborto en la Tremenda Corte, los ministros aplazaron sus sabios designios para que el tema sean las declaraciones de Humberto Moreira, quien, en su calidad de presidente del PRI con chúntaro style, afirmó que el verdadero rival para el tricolor es El Peje. O sea que sin menospreciar a los demás (el desgastado triunvirato panista y al mismísimo Marchelo, a quien le deben estar rechinando los dientes), el ex góber de Coahuila sólo contempla a AMLO como un digno rival para su imbatible campeón.
Bien hacen los ministros al resguardarse bajo esta provocación priista que, luego de los berrinches y melodramas rancheros que habrá de desatar entre la clase política que tiene la consistencia de los jarritos de Tlaquepaque, sólo dejará a su paso una tolvanera.
Lo único que lamento es que el señor San Mr. Bean Cordero no haya podido esquivar el moreiñazo, pues estaba más preocupado por controlar su nueva dentadura luismigueliana, decidida a agarrar por su cuenta las parrandas.
Ahora bien, quién en su sano juicio querría resolver jurídicamente sobre un tema como el aborto en este México polarizado. Sobre todo cuando el asunto está cuajado de puritanismos, atavismos medievales y posturas donde la ciencia médica está supeditada al pensamiento religioso, la superstición y la moralina. Si te inclinas a favor de la ciencia, te harás acreedor de una parcela en el infierno, y hasta algunos émulos del padrote Maciel te tacharán de inmoral. Si tu decisión es en sentido contrario, hasta los onanistas te levantarán un acta en Derechos Humanos por condenarlos a ser vistos como asesinos en serie.
Y es que una cosa es defender una posición tradicional, nacida de una fe, y otra torcer el espíritu de las leyes de tal manera que todo parece indicar que con estas rudas normas antiabortistas se quiere defender a la criatura desde el momento en que el violador arrincona a su víctima. De ese tamaño es su humanismo.
Esto se une al crudo endurecimiento que se plantea para el futuro de México. La ley Duarte, que hace de la libertad de expresión un peligro para quien la ejerce, mientras el dictadorzuelo veracruzano se ampara en la lucha contra el crimen organizado con el bonito fin de que sus gobernados sacrifiquen libertades a cambio de una muy dudosa seguridad.
Luego está la iniciativa calderónica en materia de seguridad, donde prácticamente te ponen a la disposición de las fuerzas del orden para que se apliquen michoacanazos a diestra y siniestra.
Pero por el momento lo que importa es que Moreira convierte a AMLO en el adversario oficial del PRicámbrico temprano. Y esta vez, es personal.
Y déjense ahí, amiguitos.
www.twitter.com/jairocalixto
Bien hacen los ministros al resguardarse bajo esta provocación priista que, luego de los berrinches y melodramas rancheros que habrá de desatar entre la clase política que tiene la consistencia de los jarritos de Tlaquepaque, sólo dejará a su paso una tolvanera.
Lo único que lamento es que el señor San Mr. Bean Cordero no haya podido esquivar el moreiñazo, pues estaba más preocupado por controlar su nueva dentadura luismigueliana, decidida a agarrar por su cuenta las parrandas.
Ahora bien, quién en su sano juicio querría resolver jurídicamente sobre un tema como el aborto en este México polarizado. Sobre todo cuando el asunto está cuajado de puritanismos, atavismos medievales y posturas donde la ciencia médica está supeditada al pensamiento religioso, la superstición y la moralina. Si te inclinas a favor de la ciencia, te harás acreedor de una parcela en el infierno, y hasta algunos émulos del padrote Maciel te tacharán de inmoral. Si tu decisión es en sentido contrario, hasta los onanistas te levantarán un acta en Derechos Humanos por condenarlos a ser vistos como asesinos en serie.
Y es que una cosa es defender una posición tradicional, nacida de una fe, y otra torcer el espíritu de las leyes de tal manera que todo parece indicar que con estas rudas normas antiabortistas se quiere defender a la criatura desde el momento en que el violador arrincona a su víctima. De ese tamaño es su humanismo.
Esto se une al crudo endurecimiento que se plantea para el futuro de México. La ley Duarte, que hace de la libertad de expresión un peligro para quien la ejerce, mientras el dictadorzuelo veracruzano se ampara en la lucha contra el crimen organizado con el bonito fin de que sus gobernados sacrifiquen libertades a cambio de una muy dudosa seguridad.
Luego está la iniciativa calderónica en materia de seguridad, donde prácticamente te ponen a la disposición de las fuerzas del orden para que se apliquen michoacanazos a diestra y siniestra.
Pero por el momento lo que importa es que Moreira convierte a AMLO en el adversario oficial del PRicámbrico temprano. Y esta vez, es personal.
Y déjense ahí, amiguitos.
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