viernes, 23 de septiembre de 2011

Sobre la crítica constructiva y la reivindicación

Jane de la Selva
2011-09-22


Reconozco que la crítica de los actos indecentes,  debería ser constructiva con el objeto de crear una luz de solución.

Pero es fácil perder la propiedad cuando uno escucha hablar por ejemplo a Calderón ante los micrófonos de la ONU escupiendo una cantidad de premisas acusadoras tan obviamente opuestas a la realidad, sin asumir responsabilidades, pero garantizando a todos que México ha salido triunfal de su mandato paramilitar narco, no como otros países (que viven en paz y progresan) ”que no han sabido combatir este mal”.  


Es prácticamente imposible ofrecer una crítica constructiva en casos patológicos como el de “Calderón contra el mundo criminal”, cuando el resto del planeta lo considera el claro perdedor, luego de los cinco años más sangrientos sobre nuestro territorio desde la llamada revolución mexicana.

(Los presentes y no presentes al haberlo oído estarían pensando… ¿¿What...??)

No puede uno evitar expresar algo como… “Ahora que se acerca  el final del espuriato, el espurio se ha vuelto loco; muy a imagen y semejanza de todos los demás mandatarios habidos hasta la fecha en la historia de México que caen víctimas de la demencia de fin de sexenio”.

Pero intentando el ejercicio de domar el impulso, de no dar rienda suelta a la crítica no constructiva, simplemente porque los que dicen gobernar se prestan a ello tan de pechito, retomo la crítica constructiva con respecto a Marcelo Ebrard.

El regente ha declarado que, “si acaso le favorecen las preferencias de los ciudadanos que simpatizan con  ”la izquierda” para postularlo como candidato presidencial”, será hasta Enero que se retirará de su cargo para iniciar campaña.  Vaya, es una buena noticia el que acepte públicamente que la encuesta o votación para dicha elección se hará entre los militantes a quienes les incumbe.

Además de contestarle a la panista Mariana Gómez del Campo que maliciosamente lo urgía al “destape”, da a entender entre líneas que ha llegado a la conclusión de que las preferencias no lo beneficiarán.  De los 50 compromisos que firmó a los ciudadanos al ser electo gobernador del DF, ha cumplido hasta hoy sólo una tercera parte. Pero es la falta de entera confianza, la conexión anímica con la gente, su imagen en extremo tecnócrata tan parecida a la de Camacho, lo que menos lo ayuda.  

Pero Marcelo cubre sus flancos. Se prepara para ajustarse a lo que sabe inevitable: aceptar la derrota. Un rasgo de su reconocida inteligencia que surge, alrededor de tanto desafortunado cascabeleo chucho, de sus cuates salinistas que ya lo traían y aún traen, bombo.

Será arduo, no obstante, el camino de su reivindicación ante el pueblo.

Que si se pone uno a especular lo que vendrá,  se mira complicado para él, una vez seleccionado el candidato preferido por las mayorías progresistas de la nación, la posición en la que quedará. Porque desafió y decepcionó (con su anuencia a las alianzas con el PAN) a la fuerza demócrata que a él mismo le dio vida, y que impulsa la auténtica regeneración de la vida pública, la refundación de una nueva república de la que todos los mexicanos podamos sentirnos orgullosos.

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