miércoles, 31 de marzo de 2010

La Guardia Nacional Mexicana

Pomponio

31 de Marzo, 2010 - 12:09 |

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

Tres Acciones

Felipe Calderón, como ya lo declaró Janet Napolitano, esta tratando de justificar la entrada de gringos a Mexico (ver http://sdpnoticias.com/sdp/contenido/internacional/2010/03/25/1003/1015870). De plano no solo es traición a la patria sino que también es una solución rete pendeja. Después de todo, ¡los gringos son los mayores drogadictos del planeta! La solución que este chamuco sugiere NO consiste en meter gringos drogadictos. En pocas palabras, lo que se requiere es movilizar a la guardia nacional. Es decir, armar al pueblo mexicano.

Esta no es una idea descabellada. Apenas en febrero del 2009 el general retirado Roberto Badillo, diputado veracruzano y miembro de la comisión de defensa de la cámara, sugirió reactivar la guardia nacional pero desafortunadamente de ahí no pasó la idea.

Según los artículos 1o., 2o.,3o.,4o. y 5o. de la Ley del Servicio Militar Nacional, Guardia Nacional en México es todo aquel soldado que una vez cumplido el servicio Militar Obligatorio, que es a los 18 de edad, se les entrega su cartilla militar liberada. El mecanismo legal está en pie entonces para armar al pueblo mexicano.

Dejen les explico los detalles y precedentes históricos de los guardias nacionales.

Los Siete Magníficos

Felipe Calderón, repito, esta tratando de buscar pretexto para interpretar el papel de don Hilario, el alcalde de un pueblo jodido, que el extraordinario actor don Jorge Martínez de Hoyos interpretó en los Siete Magníficos (1960). Este don Hilario esta acosado por una banda de maleantes (encabezados por el genial Eli Wallach). Los pobladores son puro coyon y mariquita. Desesperado, don Hilario manda traer a siete pistoleros gringos (Bronson, Yul Brynner, Steve McQueen, etc.) que joden a los malos.

Aunque divertida, la película miente. Los habitantes de los pueblos del norte de México en el siglo XIX no eran sumisos y coyones. Verán, los pueblos de Chihuahua, Coahuila, Sonora, Tamaulipas, Nuevo León, etc., vivían bajo el constante acoso de bandas de comanches. Peor, también empezaron a ser asolados por bandas de yanquis rateros que solían salir desde Tejas y se metían a robar en México. Las guarniciones del ejército regular por lo general estaban a días de camino. Era inútil confiar en que recibirían ayuda de los militares. Los pobladores se tenían que bastar ellos mismos.

Para protegerse, los pueblos del norte siempre tenían a un par de hombres patrullando a caballo en las afueras del pueblo. En cuanto se detectaba que venia una gavilla de cabrones las campanas del pueblo echaban a volar y los hombres se presentaban en la alcaldía para recoger armas y parque (si es que no las tenían ya).

Zacatecas

En 1836 Santa Anna derogó la constitución federal de 1824 e instituyó, a huevo, la constitución conservadora y centralista conocida como las siete leyes. Varios gobernadores se alzaron en armas contra el dictador. Uno de estos, Francisco García, de Zacatecas, había formado batallones de guardias nacionales y se enfrentó con ellos al ejercito santannista. Menciono esto para reiterar que las guardias nacionales son fuerzas estatales. Su comandante es el gobernador de cada entidad. Las leyes todavía así lo especifican.

La Angostura

En1847 las guardias nacionales fueron parte integral del ejército mexicano. Por lo general estaban armados miserablemente. Santa Anna integró a los guardias nacionales de Guanajuato y otros estados del centro en la división de don Manuel Lombardini. En la Angostura, los guardias nacionales, a pesar que no habían comido en tres días, rompieron en medio de un huracán de metralla y a base de puros huevos el centro de la línea yanqui. Tan heroica fue su acción que el poeta Bocanegra plasmó su heroísmo en la segunda estrofa del himno nacional:

En sangrientos combates los viste
por tu amor palpitando sus senos,
arrostrar la metralla serenos,
y la muerte o la gloria buscar.
Si el recuerdo de antiguas hazañas
de tus hijos inflama la mente,
los recuerdos del triunfo tu frente,
volverán inmortales a ornar.

Don Santos Degollado

Los ejércitos liberales de la guerra de reforma eran, predominantemente, guardias nacionales. Y su comandante en jefe durante esta guerra fue don Santo Degollado. Pobremente armados como estaban los guardias nacionales, no es por falta de huevos que a cada rato el mocho Miguel de Miramón a cada rato los derrotaba. Y en efecto, don Santos sufrió derrotas en Salamanca, San Joaquín, y en Tacubaya. Pero aun derrotados y diezmados don Santos siempre lograba arengar a su gente y regresaban a presentarle batalla al “joven Macabeo”. A la larga, los ejércitos ciudadanos de don Santos triunfaron sobre los pretorianos de los conservadores.

El Sexto Batallón de la Guardia Nacional

Todavía hoy, en los pueblos indígenas del sur, sobretodo los que se adhieren al régimen de usos y costumbres, encontrara que los mismos pobladores se vigilan. Si usted llega a uno de esos pueblos y tiene facha de cabrón no faltara un “justicia” (ansina les llaman a los magistrados indígenas) que le preguntara a que viene o que busca.

Esos pueblos indígenas, que en el siglo XIX todavía se consideraban “republicas de indios”, titulo que les dio la corona española, siempre tenían un pequeño contingente que vigilaba el pueblo. Estos guardias tenían unas cuantas escopetas aunque la mayoría solo tenían un machete y huevos. Por ejemplo, durante la intervención francesa, en la sierra de Puebla los contingentes de vigilancia de los pueblos de ahí se constituyeron como el Sexto Batallón de la Guardia Nacional. Pero no fue bajo ese nombre que ganaron gloria inmortal el cinco de mayo en Puebla. Mas bien la historia patria los recordara siempre como los Zacapoaxtlas.

El Pueblo en Armas: Veracruz

En 1914 al ocurrir el desembarco de los marines en Veracruz los cadetes de la escuela naval decidieron atrincherarse en su escuela y hacerle frente al invasor. La guarnición recibió ordenes de evacuar el puerto. El pueblo veracruzano de inmediato empezó a pedir armas para defender a la patria y los soldados les dejaron varias cajas de parque y rifles. Varios civiles se atrincheraron en los Arcos en el zócalo y otros mas se unieron a los cadetes de la naval. Incluso los reos de San Juan de Ulua se unieron a la defensa de la patria. Esto demuestra que el pueblo mexicano no es sumiso, agachón, de veladora y moñito blanco, es decir, como los coyones de Los Siete Magníficos o como los PANistas y yunqueros de “México Hundido Contra la Delincuencia”.

Las Defensas Sociales

Los carrancistas revivieron el concepto de pueblo en armas y armaron guardias nacionales a los que llamaron “defensas sociales”. En Querétaro, la población de Arroyo Seco era constantemente atacada por el general Cedillo, quien asesinó a muchos hombres inocentes y pacíficos; y saqueó e incendió el poblado. Posteriormente las defensas sociales constitucionalistas creadas en 1917 se unieron a los soldados del municipio y bajo el mando del coronel Cevallos exterminaron al grupo de Cedillo en el lugar denominado Laguna de Concá.

Ciudad Juárez

Ciudad Juárez ha de andar por el millón de habitantes. Una urbe así bien podría juntar unos 20 o 30 batallones (de 600 efectivos cada uno) de guardias nacionales que se agruparían en brigadas responsables de áreas clave de la ciudad. Los guardias recibirían entrenamiento militar y estarían sujetos a las leyes de la milicia. El ejército profesional actuaría como reserva central y fuerza de adiestramiento.

La ventaja seria que los guardias nacionales conocerían el terreno, estarían vigilando sus propios hogares y negocios, protegiendo a sus familias, y respetarían al pueblo juarense. Estoy seguro que si se les diera la oportunidad los hombres de Ciudad Juárez se enrolarían gustosos en una guardia nacional que vigilara su ciudad. También no me cabe duda que en unas cuantas semanas esta guardia nacional juarense triunfaría sobre los sicarios, mercenarios gringos, y otras guardias blancas que asolan Ciudad Juárez. Igual solución se podría aplicar en Reynosa y otras ciudades del norte de la republica.

Por supuesto, Ciudad Juárez NO se pacificara mientras tengamos un gobierno PRIANista en la presidencia. La historia lo demuestra: a los conservadores les repele la idea de armar al pueblo. Igual que Santa Anna y Miramón, Calderón y sus cómplices prefieren ejércitos pretorianos o de “relumbrones” del estado mayor presidencial. Para erradicar al narco armando al pueblo, se tendría que elegir en la presidencia a un candidato de izquierda, es decir a un candidato que NO sea PRIANista. Y ciertamente si Calderón permite la entrada de tropas yanquis ningún candidato que NO sea pelele de los yanquis tendrá la minima esperanza de triunfar.

La Oportunidad de Veracruz

Dante Delgado, candidato de Convergencia a la gubernatura de Veracruz, tiene entonces la oportunidad de armar al pueblo bajo la figura de guardias nacionales. Esta dentro de las atribuciones de un gobernador el reclutar y armar una guardia nacional. Esta seria una acción perfectamente legal. (Y se puede argumentar que lo mismo podría hacer Ebrard en el DF.)

Finalmente, debo apuntar que como ya lo demostraron los guardias nacionales de Lombardini, si un yanqui pone pie en México pagará un buen precio en sangre. Armando al pueblo se aseguraría la soberanía de México. Ningún gobernador PRIANista lo hará pues le tienen miedo al pueblo. Dante Delgado tiene la oportunidad de hacerlo. Si propone esto al pueblo veracruzano seguro que lo llevaran a la gubernatura. Y Veracruz volvería a ser, como en 1914, la primera trinchera desde donde se defiende la soberanía de México.

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