miércoles, 16 de junio de 2010

No fuiste el héroe de esta película, Kaká


Jairo Calixto Albarrán

Y no, el pobre jugó tan feo como Catémoc Blanco, pues el equipo de Corea del Norte a punto estuvo de hacer la hombrada ante los sobrados brasileños, que se sienten como Matrix Paredes placeando al Gelboy Peñanieto, rifándosela a riesgo, tal vez, de que a su regreso sin gloria Kim Jong Il pudiera someterlos a un tratamiento mortal de waka wakas sin fin. En nombre del comunismo primitivo, los coreanos vendieron cara su derrota, con un gol de esos que ya quisieran el Guille Franco y Carlitos Vela. Por cierto, al señorito Vela, que no deja de sonreír aunque falle a bocajarro, me lo están tratando peor que a Greg Sánchez, sólo por no comportarse con la prensa como si fuera Javier Aguirre tratando de explicar por qué necea con sus dudosas alineaciones, a las que nomás le falta Juanito, para hacerlas más folclóricas.

Bueno, a Vela casi casi me lo mandan a que en la Tremenda Corte le dieran un tratamiento como el que sus melifluos y tibios pares le aplicaron al magistrado Arturo Zaldívar, sólo porque se atrevió a señalar culpables de una de las tragedias más infames en la historia universal de la infamia. No quisieron aprovechar la oportunidad de mostrar a una Corte comprometida, aguerrida, independiente y capaz de conformarse en contrapeso de las instituciones, los altos funcionarios y los poderosos. O sea, salvo Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza, los otros ministros se sintieron intimidados por la posibilidad de aterrizar en un mundo ancho y desconocido: el de la justicia. Junto a ellos, se ve más viril el torero que el domingo pasado en la Plaza México le huyó al toro y, en medio de la rechifla del respetable, se cortó la coleta.

Cuarenta y nueve niños muertos no pueden estar equivocados. Mucho melodrama con toga y birrete, pero el IMSS, las guarderías subrogradas y el sistema entero cuyas displicencias, abusos y taras desembocaron en aquel incendio, continuarán intactos. Y de Molinar, Eduardo Bours y Daniel Karam, como de Camelia La Texana, jamás se sabrá nada. Y los que se hinchan de lana, ejerciendo subrogaciones por ser el orgullo del nepotismo de alguien, continuarán durmiendo cual bebés.

Lo bueno es que con el mensaje presidencial, en su nueva modalidad de la lucha por la seguridad pública con una pequeña ayuda de publicistas e imagólogos, la mancillada patria violentada por las ridículas minorías, recuperará su imagen limpia, fresca, lozana y febril, refractaria a los malvados empeños de las percepciones que vuelven como las oscuras golondrinas.

Todo a ritmo de vuvuzelas que serán las heroínas de esta película, Kaká.

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jairo.calixto@milenio.com

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