El Nini Verde, del michoacanazo al ecuadorazo

	Jairo Calixto Albarrán
01 octubre 2010 jairo.calixto@milenio.com
Iluso de mí, tenía planeado hilvanar un homenaje a grandes personajes que enaltecen el ejercicio de la política, como ex gobernador de BCS y ex dirigente del PRD Leonel Cota que, en un acto de “congruencia” —si me pagaran un dólar por cada vez que alguien evoca el término para explicar sus incongruencias, ya hubiera comprado Mexicana de Aviación— renunció al PRD para irse al PVEM, donde el Nini Verde hace su nido. Digo, aunque sea comprensible que aguantar a Los Chuchos es como soportar las discografía completa de la Tigresa de Oriente y Arjona, no se puede entender que alguien que no se llame Matrix Paredes quiera mantener encuentros cercanos del tercer tipo con esa tribu esmeralda que dan más penas que los chistes a costillas de Salcido. Como quiera que sea, quería hablar de la desbandada en el partido del sol azteca, donde también se les acaba de ir una senadora, Minerva Navarrete, que por “congruencia” desapareció de la bancada chucha con el mismo sigilo con el que el dipu NodoyGodoyuna se asió a su curul como a un clavo ardiente, pero se apareció el ecuadorazo. Curiosamente, justo cuando terminaba el provechoso espectáculo de la rueda de prensa en la que los altísimos funcionarios de la PGR organizaron un espectáculo que parecía ideado por Laura Bozzo en su esfuerzo por justificar sus dudosos oficios en lo que a michoacanazos se refiere, comenzaba el golpe en Ecuador. Cuando Chávez & Chávez buscaba elaborar un discurso sensato y verosímil para reconocer que a lo largo de año y medio no se pudieron encontrar pruebas suficientes para mantener en la cárcel a los funcionarios michoacanizados, en Quito y Guayaquil se desataban las movilizaciones policiacas que protestaban por supuestas reducciones en materias económicas, mientras el ejército declaraba pero no se movía lo suficiente para contener el caos, el desorden y la ingobernabilidad. No se diga la defensa de los medios de comunicación que fueron tomados, a excepción de la televisión y la radio públicas ecuatorianas. Por alguna oscura razón, al presidente Correa y a su gobierno se le ocurrió darles argumentos a los complotistas al tocar a los sectores que de manera tradicional son los más intocables: los que detentan de manera material el monopolio de la violencia. Este rudo golpe a don Rafael —que en vez de citar a Neruda y gritar ¡mátenme porque me muero!, tenía que haber reforzado su aparato de inteligencia, que salió peor que el Cisen— hizo evocar el viejo dicho sudamericano que ahora propagan los sospechosistas: ¿Sabes por qué en Washington no hay golpes de Estado? Porque no hay embajada estadunidense. www.twitter.com/jairocalixto jairo.calixto@milenio.com