martes, 5 de octubre de 2010

La crisis política en la Universidad de Guadalajara. Parte III


MI INGRESO A LA FEG.

Por José Dolores Mártir..

Yo había estudiado en la Universidad Obrera de México, Preparación Política, Educación Sindical y Teatro, con la escuela metodológica de Constantín Stanislavski, y para entonces ya contaba con once años de militancia política en el Partido Popular Socialista. Tuve el privilegio y el honor de ser formado ideológica y filosóficamente por el intelectual de cultura más universal en el México del siglo XX: VICENTE LOMBARDO TOLEDANO. Fui auxiliar del Maestro durante algunos años, lo que me permitió consolidar mi cultura personal. Precisamente dejé la Universidad porque comprendí que al lado del Maestro era donde podría adquirir el conocimiento que buscaba por encima de cualquier título. Y si algún día la crisis social y política de México nos conducía a una revolución, sería con el conocimiento de la ciencia social y mi vinculación con las masas, lo que me permitiría aportar de verdad algo a las masas populares, más que con títulos que muchas veces no significan nada, sobre todo como veía yo que los conquistaban los grillos del medio estudiantil, sin asistir a clase. Así pues, me enfrenté en los debates del Congreso de la Confederación de Jóvenes Mexicanos, a la batería intelectual del Presidente de la FEG, que también encabezaba el presidium del mismo. Ellos eran: Francisco Morales Aceves, Juan José Bañuelos Guardado, J. Jesús Rodríguez Gurrola, Andrés López Díaz y J. Jesús Rodríguez Campoy. Ya entrados en el debate, el único que hizo un reconocimiento de mi persona fue Juan José Bañuelos Guardado, pues expresó conocerme de años atrás, cuando vine de Tepic en 1965, a sustentar una conferencia en la Facultad de Filosofía de la U. de G., sobre el Materialismo Dialéctico. Bañuelos Guardado era uno de los alumnos de la Facultad que estuvieron presentes en dicha conferencia. El más aguerrido de los cuadros intelectuales de la FEG, sin embargo, era Rodríguez Campoy. Pero para todos fue evidente que era mucho mayor nuestro nivel y método para el razonamiento que el de nuestros adversarios durante la discusión sobre los más diversos temas económicos, sociales y políticos. Ante esos hechos, Guillermo Gómez Reyes, (a) "El Alemán", presidente de la FEG y del presidium del Congreso, me hizo una cordial invitación para que continuara mis estudios de Derecho en la Universidad de Guadalajara. Algunos meses más tarde, el Capitán Rafael Mario López Sánchez, por entonces Jefe de la Policía Municipal de Zapopan, le hizo el recordatorio a Guillermo Gómez Reyes, para ver si confirmaba la invitación a mí hecha en Oaxtepec, Mor. Una vez confirmada, Mario se trasladó a Tepic, para plantearme seriamente la posibilidad de mi traslado a Guadalajara. Concertó cita con "El Alemán" y éste nos recibió en su casa de San Felipe. Quien nos abrió la puerta fue ni más ni menos que Carlos Morales García, mejor conocido como "El Pelacuas", quien junto con otros especímenes semejantes a él, nos dieron la bienvenida junto con su jefe, el presidente de la FEG. Guillermo me dijo que con mi asesoría podríamos hacer muchas cosas juntos, pero no dejó de impresionarme que aquella era una reunión para celebrar la publicación de un artículo firmado por "El Alemán", en un suplemento de la revista "Siempre", dirigido por José Pagés Rebollar, y que se llamaba "Presagio", pretendiendo ser un espacio para dar voz a la juventud progresista y democrática; pero todos estábamos sentados entre pistolas y escopetas, que daban la impresión de ser una reunión de la mafia de los años treintas en los EE.UU. de Norteamérica. Mas debo decir que no fuí engañado por "El Alemán". Puso coche y "edecanes" para que me movieran en la ciudad. Algunos de ellos eran: Guillermo Rosales Barco, quien intentó ponerme al corriente de la lucha contra lo que quedaba de los vikingos, otro muchacho güero a quien apodaban "El Guaras", un jovencito llamado José Rafael Verdín Villegas, Liborio Arce, tal vez el más conocido en el medio. Era yo muy bien atendido pues, pero estaba fuera de mi programa y de mis intenciones dentro del medio universitario. Dos semanas más tarde me presenté con "El Alemán", le agradecí muy cumplidamente sus atenciones, pero le advertí que yo era un hombre de principios, leal servidor de causas e instituciones, y también buen colaborador para las cosas relacionadas con mi capacidad intelectual, pero que, con mucha pena le advertía no poder subordinarme a los planes particulares y proyectos políticos de una persona, por importante que fuese. Guillermo se puso algo serio, pero enseguida me dijo estar de acuerdo con mi postura, aunque ya no le beneficiara a él en lo personal; que él admiraba a quien fue mi maestro: Vicente Lombardo Toledano y que estaría en disposición de apoyarme si le aclaraba cuál era mi proyecto ideológico y político. Le contesté que se trataba simplemente de permitirme el acceso a todos los niveles educativos del campus universitario, incluídas las secundarias, para impartir conferencias sobre Historia de México, sobre Economía, sobre Filosofía o sobre la Revolución Mexicana, aprovechando las campañas de los candidatos a Presidentes de las sociedades de alumnos de escuelas y facultades, a cambio yo me comprometía a no intervenir en política estudiantil, porque mi interés era ubicar a los muchachos más interesados en la actividad política fuera de la universidad, reclutándolos para darles formación ideológica y política para luego incorporarlos al activo del PPS. Así fue como decidí crear el Círculo de Estudios Filosóficos "Vicente Lombardo Toledano", en la biblioteca de mi casa, y fue así como muchos posteriores dirigentes estudiantiles fueron mis alumnos en este círculo, incluído Raúl Padilla López, quien había sido mi alumno en la Preparatoria Nocturna Para Trabajadores de la U. de G. Todas estas circunstancias me permitieron conocer profundamente por dentro el medio corporativo universitario. Cuando en 1972, ya como alumno de segundo año de la Facultad de Derecho, y como maestro en la Prepa Nocturna, que por entonces estaba frente al Parque Morelos, me sorprendió ver que en mi cheque había un espacio donde se señalaba una aportación al PRI. Hablé en la primera oportunidad con Guillermo, y le pregunté la razón de esa medida corporativa de control. No acertó a darme una explicación satisfactoria, pero no cabe duda que mi observación, junto a otras que se expresaban soterradamente, indujeron a la administración universitaria a cancelar tal práctica corporativa. La aportación económica para el PRI era de tres pesos mensuales. El grupo político Uni-Feg, encabezado por Carlos Ramírez Ladewig, recibía a cambio, posiciones en el Comité Estatal del PRI, y algunos cargos en el Poder Legislativo local y federal, y puestos burocráticos importantes en la administración estatal. Así se concretaba la ubicación de la Uni-Feg como un grupo de presión del sistema político vigente. Por esa razón, cuando el Lic. Carlos Ramírez Ladewig, comenzó a mostrar sus agudas críticas al sistema al que perteneció siempre, no obstante que siempre asumió una actitud viril contra las fallas del sistema y contra el imperialismo norteamericano, llegó un momento en que el sistema lo consideró más allá de lo permisible como disidente y decidió ejecutarlo, para quitarse de paso la eterna preocupación de no incubar un candidato a gobernador con una poderosa e influyente base social. Antes de morir, Carlos Ramírez había decidido cambiar la imagen gruesa y siniestra de la FEG, por otra más sociable y agradable para opinión pública. Así fue como decidió que Raúl Padilla López fuera primero Presidente de la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Filosofía, y luego proyectarlo con su rostro de niño bien, hijo de Raúl Padilla Gutiérrez, ex presidente del FESO y amigo personal de Carlos Ramírez. Cuando Raúl Padilla López fue mi alumno, carecía de barba. Se la dejó luego de llegar a dirigente estudiantil de Filosofía, para aparentar más edad. Y ya nunca se la quitó, heredando la costumbre a su hermano Trino, a Horacio García Pérez , a Gilberto Parra, y creo que hasta Tonatiuh Bravo Padilla se la dejó unos días, pero no estoy seguro. Todos los mencionados eran asiduos visitantes de mi casa. Aunque había razones para hacerlo por mí, dado el Círculo de Estudios que funcionaba en mi biblioteca, en realidad lo hacían para mantener una relación cercana con mi dirigente político, Alejandro Gascón Mercado. Yo había relacionado a Alejandro, dirigente primero del PPS, organizador luego del Partido del Pueblo Mexicano (PPM), cuando el gobierno de Luis Echeverría le arrebató el triunfo electoral como candidato a gobernador de Nayarit, con el propósito de empujar a Gascón, junto con los nayaritas, a un levantamiento armado, como protesta por el fraude electoral, y así propiciar la situación para que Echeverría declarase roto el orden público, y por esa causa grave, declarar el Estado de Excepción, como lo señala el Artículo 29 de la Constitución y de ese modo prolongar su período presidencial. A mí me tocó ser el puente para relacionar a Gascón con diversos dirigentes universitarios, como Enrique Alfaro, pero principalmente con Alvaro Ramírez Ladewig, a raíz del asesinato de su hermano Carlos. Allí, con esa relación se inició una etapa diferente de la vida política del grupo Uni-Feg, pues dejó de ser la cantera de cuadros para beneficio del PRI, y tanto la organización (FEG) como sus dirigentes principales, señalaron con claridad su tendencia hacia la izquierda, respondiendo a la reflexión de Alvaro, de que no se podía pertenecer al partido político que asesinó a Carlos. Pero de esta etapa siguiente nos ocuparemos en el cuarto capítulo de esta serie. 1.-IX-2008.

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