viernes, 8 de octubre de 2010

La Crisis Política en la Universidad de Guadalajara Parte VI

La Socialdemocracia, ideología de Carlos Ramírez Ladewig.

Carlos Ramírez Ladewig profesaba una ideología socialdemócrata. Como ya había pasado en México el período de la lucha revolucionaria armada, y se encontraba en pleno desarrollo la etapa de la institucionalización, consideraba lógico plantear los caminos del progreso nacional por las vías pacíficas de la evolución actuando dentro de las leyes y de las instituciones nacionales. Para comprender esto plenamente, es necesario conducir nuestro análisis a los años y siglos en que la socialdemocracia nació y de los caminos emprendidos por ella para alcanzar el papel protagónico logrado durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI. Se hace también indispensable analizar conceptualmente el verdadero significado del pensamiento socialdemócrata, sus semejanzas y sus diferencias respecto de la teoría socialista general, y cómo sus interpretaciones particulares en diversos aspectos de la lucha social por el progreso y la justicia, la fueron diferenciando y alejando de la concepción revolucionaria, hasta alcanzar el actual status de coexistencia y alternancia política (por lo menos en Europa) pacífica con los partidos políticos de la derecha tradicional, llamados también conservadores. Más adelante vamos a precisar algunos de los matices de la tendencia socialista en el mundo, pero por lo pronto podemos adelantar sin afirmarlo con ánimo peyorativo sino analítico, que Carlos Ramírez Ladewig no era un personaje revolucionario. El pertenecía al sector progresista, democrático y patriótico que se movía al interior del aparato del Estado. De ahí su amistad personal con Lázaro Cárdenas y su hijo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Lo mismo su amistad con Manuel Stephens García, el primer diputado socialista en el Congreso de la Unión, a partir de 1961, y de Alejandro Gascón Mércado; especialmente vale la pena mencionar su profundo respeto por el Maestro Vicente Lombardo Toledano. Ese sector progresista y nacionalista dentro del aparato del gobierno, era el que caracterizaba el Maestro Lombardo, como elemento de valor que había de ser apoyado e impulsado por el sector revolucionario de México, es decir, por los partidos políticos de izquierda marxista, como el Partido Popular Socialista y el Partido Comunista. Esa caracterización del Estado mexicano, compuesto por dos sectores: uno nacionalista y patriótico que debía ser apoyado por la izquierda, para no dejarlo caer en manos de la derecha, y otro de derecha, no solamente conservador, sino también aliado al imperialismo internacional, no era compartida por el Partido Comunista Mexicano. Ellos consideraban que tan burgueses eran los unos como los otros, y se enfrentaban al Estado sin hacer diferenciaciones de ningún tipo. Era su tradicional teoría anarco-comunista lo que los llevaba a tales conclusiones. Pero volvamos a las discusiones teóricas de la socialdemocracia europea. En sus orígenes, en el siglo XIX, se dieron dos acontecimientos en las luchas de la clase obrera, de los cuales se derivaron en su momento, diversas interpretaciones de la lucha revolucionaria. De 1831 a 1847, se desarrolló el movimiento Cartista, que demandaba del Estado británico mejores salarios y prestaciones para una clase obrera super explotada por los efectos de la revolución industrial. Fueron millones de obreros que se movilizaron pacíficamente en torno a una carta que firmaron exigiendo al gobierno atención a sus demandas. No lograron de momento los objetivos de su lucha, pero de esas experiencias surgieron las famosas "trade unions" o primeros sindicatos de la historia del movimiento obrero internacional. El movimiento terminó en 1847, justamente el año en que apareció publicado el "Manifiesto del Partido Comunista" firmado por Carlos Marx y por Federico Engels, considerado como uno de los documentos más importantes de la historia en el siglo XIX. Es decir, surgían al mismo tiempo históricamente dos opciones que se complementarían pronto en la lucha social: la organización sindical para la defensa de las demandas de la clase obrera frente a los patrones y el sistema capitalista en general, y los partidos políticos, considerados el estado mayor de las clases sociales, que fijaban sus posiciones ideológicas y políticas, y fijaban también sus propuestas de organización económica, social y política frente a los problemas de la sociedad de cada país. Es decir, que cada partido político reconocía representar a sólo una parte de la sociedad, proclamaban su ideología y sus programas de acción en caso de ser favorecidos por el voto mayoritario, pero se comprometían a gobernar para todos, independientemente de las posiciones ideológicas y políticas establecidas en sus documentos básicos. La clase obrera comenzó sus tareas de organización sindical y política, culminando con la creación de la Primera Asociación Internacional de Trabajadores, conocida como la I Internacional, nacida en la ciudad de Londres, en l864, creada a iniciativa de Carlos Marx y Federico Engels. Dentro de esta nueva organización de la clase obrera se dio la primera gran discusión o debate sobre los caminos revolucionarios a seguir. Por una parte, la concepción marxista, que proponía la creación de una poderosa organización social y política que pudiese neutralizar el poder económico de los señores del capital y su manejo del Estado, a fin de preparar convenientemente el camino para la toma del poder obrero, estableciendo las alianzas necesarias con otras clases y grupos sociales que persiguiesen propósitos semejantes. Proponía convertir cada sindicato en una escuela de socialismo, para preparar la conciencia de la clase obrera para la toma del poder y la sustitución del sistema capitalista por un Estado socialista.
La otra corriente ideológica la encabezaba el ruso de origen noble Miguel Alejandro Bakunin. Era la corriente anarquista. Los anarquistas eran refractarios a la idea de la organización. Confiaban en el espontaneísmo de las masas. Creían que era suficiente redactar un manifiesto incendiario que soliviantase a las masas, para que estas se lanzasen entusiastas a realizar la revolución social. Cultivaban el individualismo y la concepción heroica de la historia. Es decir, creían y confiaban en el individuo de excepción con capacidad para soportar sobre sus hombros personales la responsabilidad de la lucha revolucionaria. Para ellos, el héroe era el iluminado dirigente que habría de conducir a las masas a la revolución social. Su ideología se sustentaba en tres principios derivados de su concepción anarquista (a = sin, arqué = jerarquía o gobierno): No Dios, No Estado, No Capital. Ellos proclamaban el comunismo libertario y la autogestión comunista. La I Internacional se dividió. Los países del sur de Europa, es decir, los países agrícolas más atrasados políticamente, abrazaron la ideología del anarquismo. Estamos hablando de las organizaciones sociales y políticas de la clase obrera de esos países, no de sus gobiernos. Este debate y las experiencias concretas que destacados cuadros políticos del anarquismo llevaron a cabo en contra de gobernantes civiles y monarcas, llevó a la I Internacional a su desaparición. Pero los sindicatos y los partidos políticos ya habían sido creados como instrumentos concretos de la lucha de clases. Ahora se trataba de ver cómo usarlos por sus clases sociales representadas por ellos, para hacer avanzar las manecillas del reloj de la historia o para detenerlas o retrasar sus avances en la medida de sus posibilidades. En 1889 se fundó la II Internacional con los partidos políticos del proletariado existentes. En 1896 fueron expulsados los anarquistas de la misma. Entonces el debate sobre el camino a seguir por los partidos del proletariado se centró en ver si tales partidos habrían de colaborar con los partidos burgueses y, en suma, coexistir para mantener entre unos y otros el sistema capitalista, sobre todo por los medios parlamentarios, o vigorizar la organización y la conciencia de clase para conquistar el poder político en cada país por la vía revolucionaria. Es decir, el debate ahora era por la decisión de tomar el camino del reformismo gradual para crear un Estado de bienestar, o la vía revolucionaria con todas sus consecuencias. El congreso de Amsterdam, en 1904, acordó la no colaboración con los partidos burgueses, provocando el comienzo de la escisión entre reformistas y revolucionarios. El fracaso de la revolución rusa de 1905, fortaleció a la corriente reformista y gradualista. El congreso de Stuggart de 1907, se pronunció en contra de la guerra, pero al aproximarse la I Guerra mundial, la mayoría de partidos socialdemócratas apoyó los presupuestos de guerra en cada país, y la tesis de que los socialistas debían participar en la defensa de su patria, en contra de la posición de los partidos revolucionarios que sostenían que era una guerra entre capitalistas por un nuevo reparto del mundo, como en realidad ocurrió. El imperio alemán y sus aliados, que habían llegado tarde al proceso de la expansión colonial sobre África y Asia, exigían participar del botín. En 1919, los partidos socialdemócratas revolucionarios abandonaron la II Internacional y se integraron a la III, convocada por Moscú, al lograr los bolcheviques el triunfo sobre el imperio ruso de los zares, encabezando Nicolás Lenin al proletariado e instaurando el primer régimen socialista de la historia en un país, pero enorme y multinacional. Sobre sus bases surgiría La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En 1946, el Partido Laborista Británico convocó a una reunión de partidos socialistas y en 1947 se constituyó un Comité Ejecutivo de la Conferencia Socialista Internacional, que se caracterizó por el abandono del marxismo. ¿A qué renunciaban esos partidos políticos que integraron desde entonces la Internacional Socialista que luego derivó su línea política a un simple anticomunismo, acorde a la línea general trazada por Los EE:UU., de N. A., que instauraron la llamada guerra fría? A lo siguiente: a) la vía revolucionaria para la toma del poder político, b) a la teoría de la lucha de clases, como ley objetiva en cualquier sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción, c) a la construcción del partido político marxista-leninista con organización celular, d) al internacionalismo proletario, como política de solidaridad con los demás partidos del proletariado del mundo, y en el régimen de la vida interna del partido, al centralismo democrático, es decir a la posibilidad de discutir decisiones desde los niveles más bajos del partido hasta llegar a los de mayor altura, para asumir una postura política definitiva, pero una vez votada y aceptada, olvidar diferencias surgidas durante la discusión y disciplinarse todos a la decisión política asumida, como medio único de preservar la unidad de la organización. Muchos partidos socialistas pertenecientes a la Internacional Socialista han conquistado el poder por la vía electoral y parlamentaria, sin que se haya causado ninguna conmoción social en su país. Se han mantenido las bases del sistema capitalista de producción y los compromisos establecidos con el bloque occidental encabezado por los Estados Unidos de Norteamérica. Se han logrado avances mínimos en el establecimiento del Estado de Bienestar General, pero han logrado minimizar o neutralizar la influencia de los partidos comunistas y obreros, alejándolos de la posibilidad de su arribo al poder político. En lo que respecta a México, la socialdemocracia tiene todavía un largo camino por recorrer, dada la enorme incultura política existente en todos los estratos sociales. Nuestra práctica político-electoral incivilizada, en donde no ha sido posible lograr que se cuenten los votos en cada elección, de tal suerte que todos los contendientes acepten los resultados, una práctica política primitiva en donde la clase política practica esta actividad como mafia y no como justa entre partidos políticos civilizados, cierra el camino verdadero a la acción socialdemócrata al estilo europeo. Carlos Ramírez Ladewig, pues, era de ideología socialdemócrata, como correspondía a un elemento político que se movía ya, desde tiempo atrás, en los medios del poder político, pero un socialdemócrata muy especial, que a su definición ideológica añadía la de ser profundamente antimperialista. El había sido desaforado siendo diputado federal, por hacer pronunciamientos antiyanquis en sesión de la Cámara de Diputados. El tenía prohibido pisar suelo de los Estados Unidos de Norteamérica. Por eso su proclama ideológica era: "Por un socialismo democrático y nacionalista". ¿Su debilidad? Que sus pronunciamientos ideológicos no penetraban en la conciencia estudiantil ni magisterial y solamente eran repetidos mecánicamente para ganar simpatía frente al líder, y poder escalar posiciones y cargos tanto en la organización estudiantil como en la administración universitaria. Fue hasta la llegada de Raúl Padilla López a la presidencia de la Federación de Estudiantes de Guadalajara, (FEG) que a propuesta nuestra, entre otras, fue creado el Instituto de Capacitación Política e Ideológica de la FEG. Yo mismo atendí la cátedra de Historia de la Humanidad, impartiendo el curso con un carácter crítico y comparativo, para valorar las instituciones de ayer y de hoy y llegar a conclusiones que contribuyeran a esclarecer los caminos del progreso para la humanidad de nuestro tiempo. 12-IX-2008.

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