lunes, 25 de octubre de 2010

La Crisis Política en la Universidad de Guadalajara. XVII.

LA RUPTURA NUESTRA CON ALEJANDRO GASCON.

Por José Dolores Mártir,

Aún dentro del sistema político corporativo que regía y sigue vivo en el medio universitario (U. de G.), las facultades y atribuciones de la institución educativa y de la FEG, con todo y que era la misma gente del grupo político Uni-Feg el que movía ambas instancias, no eran las mismas. Conservaban la habilidad de distinguir el papel social y cultural que le correspondía a cada una, y así lo heredaban a las nuevas generaciones de dirigentes que iban formándose en tal sistema político corporativo. La Universidad de Guadalajara se mantenía, como institución educativa, en el ámbito académico más estricto, en tanto que la actividad social y política para las masas y la opinión pública, era manejada por la Federación de Estudiantes de Guadalajara. La actividad académica limitaba sus expresiones relacionadas con las ideas de la izquierda política e ideológica y con el socialismo, a expresiones académicas en determinadas asignaturas. La FEG en cambio, extendía sus proclamas en favor de un socialismo democrático y nacionalista, a nivel nacional e internacional. Toda la política nacional e internacional de solidaridad con las causas más justas de los pueblos en sus luchas por la liberación anti colonial, por la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, como la lucha en favor del pueblo vietnamita, en guerra con los EE. UU. de Norteamérica, la intervención de las tropas yanquis en República Dominicana, en Panamá, etc. eran asumidas por la FEG como una expresión de anti imperialismo. Se pronunciaba la FEG por el respeto a la voluntad democrática de todos esos pueblos, pero como mercancía de exportación, porque sus proclamas eran semejantes a las del campesino que pedía se hiciese la voluntad de Dios, pero en los bueyes de su compadre y no en los propios. Todavía hoy esa política nasserista se aplica en el medio político y social de la U. de G. Los sindicatos universitarios pertenecen a la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y participan en sus luchas a nivel nacional, pero no tolerarían, bajo ningún motivo, que esa democracia se aplicase y se desarrollara en el seno de la U. de G., porque es bien sabido que la democracia es el veneno que liquida el corporativismo. Ese rechazo a la democracia interior es igualmente compartida por los dos bandos en pugna que han protagonizado el último episodio de las confrontaciones por el control económico, social, administrativo y político del campus de la U. de G. Ni padillistas ni briseñistas tolerarían la participacíón libre y democrática dentro del medio social, cultural y político de la U. de G. Lo rechazan no solamente por temor a perder sus canonjías y privilegios, sino porque ignoran en qué consiste la democracia. No solamente no pueden lidiar con ella, simplemente no saben qué es, dado que nunca podían haberla aprendido de un grupo de presión priista, esencialmente corporativo. Tampoco la gente de izquierda encabezada por Alvaro, por Horacio García Pérez y su gente, hubieran podido aplicarla en ese medio universitario porque, aunque haya sido un concepto muy manoseado por ellos en su discurso de combate en contra del padillismo, ellos tampoco conocieron el significado y el contenido de la democracia. Fue más de medio siglo de corporativismo impuesto por el PRI a la nación mexicana, y a una sociedad que, debido a eso, jamás pudo ya construirse una cultura política. Lo prueba el hecho de que, al penetrar Alvaro Ramírez, Horacio y su gente al interior de la vida política, tanto del Partido del Pueblo Mexicano, (PPM) como del Partido Socialista Unificado de México, PSUM, y luego a otros organismos semejantes, lo único que hicieron fue trasladar sus hábitos políticos corporativos de control al seno de los nuevos instrumentos y medios de lucha social y política. Por estas razones, Alvaro y Horacio, Raúl Padilla y otros jeques del medio universitario, nunca esperaron que yo pudiera tener la suficiente capacidad para operar por mi cuenta y riesgo en el medio universitario en el que ambos bandos rijosos en pugna, se disputaban el botín. No podían comprender cómo podía yo operar en el medio sin tener la necesidad de pedir línea a mi dirigente político, como es habitual e indispensable en el medio corporativo. Y no lo asimilaban porque esa capacidad de autonomía y acción soberana de mis actos me ponía fuera de control de cualquiera de los bandos enfrentados. Recuerdo una expresión privada de Alvaro, dicha a horacio en mi casa, afuera de uno de los baños, ignorando que yo estaba dentro. "-El problema es que Mártir, jamás nos ha pedido algún favor importante, ni administrativo ni económico. Y así... ¿Cómo lo vamos a controlar? Esa pudo haber sido una conversación entre dos mafiosos, sacada de la novela "El Padrino", de Mario Puzo. Sentían con claridad que ni Alejandro Gascón, aislado de mi casa, cercado y adulado por ellos (los Alvaro-Horacianos) podría ponerme controles o "taxímetro" a mi actividad socio-cultural y política en el medio universitario. Para su corporativizado cerebro, les parecía imposible que un cuadro político pudiera tener mayor dominio del medio que su propio jefe. La diferencia siempre fue, que yo siempre estuve dentro de la U. de G., y Alejandro fuera. Que yo solamente recibía mi salario como profesor e investigador de tiempo completo, devengado con exceso como maestro y como funcionario, y que Alejandro Gascón recibía importantes cantidades de dinero que, si bien constituían un apoyo para nuestra causa partidaria, de ninguna manera le daba autoridad a Gascón para controlarme en lo personal. Eso desesperaba a los jeques o miembros del "Sanedrín", que bateaban por la izquierda, por el centro o por la derecha. Lo probó un hecho dramático ocurrido en el interior de las oficinas de la Prepa Dos Nocturna, cuando ya no era director, a mi regreso de mis tareas legislativas en la "L" Legislatura del Estado. Reintegrado a mis labores docentes, preparé un periódico mural. Lo acababa de instalar apenas en una de las paredes afuera de la Secretaría, cuando llegó el Secretario Francisco Acosta. Se me ocurrió saludarlo y mostrarle el periódico mural. El me tomó del brazo y me introdujo a su oficina. Hasta entonces me percaté de que iba ebrio. Al instante sacó una pistola y me la clavó en las costillas diciéndome: "-¿Cuándo vas a entender que en esta escuela sólo los chicharrones del ingeniero Alvaro truenan? Yo le contesté, sin perder la calma: "-Te equivocas si con esta falta de respeto me vas a intimidar. Tú y los de tu bando, lo mismo que los de enfrente, se comportan como el gobierno gringo, según lo denunció en su momento el Presidente de Perú, Alan García: que aquellos que no se arrodillen ante ellos, son sus enemigos"... En eso entró el Oficial Mayor, Capitán Rafel Mario López Sánchez, lo desarmó y el asunto no pasó a mayores. Al siguiente día llegó Alejandro Gascón a mi casa. Le conté los hechos ocurridos, incluído los exabruptos y amenazas del Secretario de la escuela y aparentemente Alejandro se enfureció. Dijo que esa agresión no había sido hecha a mí sino a él en lo personal y que iba a tomar las medidas más drásticas al respecto. Toda esta explosión de furia fue ante mi esposa y el resto de mi familia. Pero apenas terminaba de decir eso, cuando sonó el timbre de la puerta. Era un enviado de Horacio y Alvaro Ramírez, para entregarle un grueso rollo de billetes que Alvaro le enviaba. Alejandro se tranquilizó al instante, olvidó el asunto de la agresión y jamás volvió a recordarla bajo ninguna circunstancia. Eran ya las vísperas de que Alvaro y Horacio se lo llevaran de mi casa. Las reuniones en el comedor de mi casa para discutir asuntos universitarios, se sucedían, pero llegó un momento en que mi presencia física ya no era confiable, resultaba incómoda como testigo de tales debates, y esta incomodidad condujo a Alvaro y Horacio, a buscar otro lugar para reunirse. ¿Cual era el problema concreto? Que Alvaro y Horacio daban una versión de los problemas universitarios a Gascón, muy conveniente a los intereses de los opositores a Raul Padilla. Luego, cuando ellos se marchaban de casa, Alejandro me preguntaba mi opinión sobre esos asuntos. Yo daba una opinión que no coincidía con la apreciación de los Alvaros y Horacios, porque, a mi juicio, ellos excluían hechos y acontecimientos que no les favorecían, y de este modo dotaban de una información unilateral a Alejandro, misma que yo completaba. Esto fue lo que decidió a Alvaro y Horacio, a sacar a Gascón de mi casa. ¿De qué medio se valieron para ello a fin de evitar que yo modificase la calidad y veracidad del flujo de información que Alejandro recibía? Un día se llevaron a Alejandro de mi casa y nunca volvió. Así terminaron mis relaciones fraternales con Gascón. El medio utilizado fue el dinero. Alvaro entregaba periódicamente importantes cantidades de efectivo para sostener y desarrollar, primero al PPM y luego a nuestra corriente del PSUM y finalmente al Partido de la Revolución Socialista (PRS). Es cierto que no era dinero para Alejandro en lo personal sino para la lucha y desarrollo de los instrumentos políticos de izquierda en que militábamos. Pero cierta noche le reclamé a Gascón, frente a algunos compañeros, que si se trataba de sacrificarnos en aras de un reclutamiento selectivo de gente importante de la U. de G., nos lo dijera con claridad y así seríamos conscientes de tal maniobra estratégica que redundaría en el fortalecimiento de nuestra causa. Así, nosotros nos disciplinaríamos sin reclamos. Que lo que no podíamos aceptar era que, ante sus maniobras políticas, nosotros diéramos la impresión de ser una piara de puercos flacos, vendidos a ciertos intereses y sin enterarnos ni mediar opinión nuestra en el asunto. Fue la última vez que hablamos de política Alejandro Gascón Mercado y yo. Insistí en esa discusión, en que el dinero de Alvaro, había modificado la calidad de nuestras relaciones políticas y afectivas, porque, quiérase o no, siempre se establece una relación de compromiso, por lo menos moral, entre quien da el dinero y quien lo recibe. Alvaro y Horacio creían, al haberse llevado a Gascón de mi casa, que la lucha en contra del poder constituído de la U. de G., se iba a convertir, a partir de entonces, en una cadena de victorias políticas. Así lo creían porque el sistema corporativo de control político, único que conocían, así los había formado. A mí me reconocieron valores en tanto que no conocían y trataban a nuestro jefe político que era Gascón. Una vez establecida la relación con él, por mí, les pareció superfluo e innecesario mantener su relación conmigo. Creían que, a partir del momento en que ya trataban con el jefe, los subordinados no tendríamos más opción que someternos a la nueva situación, quedando subordinados no solamente a Gascón, sino a ellos también, pues así es como funciona el sistema corporativo, del que tantos hablan tanto pero muy pocos conocen en realidad. La realidad vino pronto a demostrar lo contrario. ¿Y todo el dinero invertido en Alejandro? Produjo efectos después de todo. Horacio llegó a Secretario de Organización de Partido de la Revolución Socialista y luego fue su Secretario General. El partido político de Gascón desapareció finalmente. Y Alejandro falleció en el mes de febrero del año 2005. Como heredera quedó una nueva razón social, principalmente de influencia regional: el Partido de los Comunistas Mexicanos. Pero ya la militancia politicade Alvaro Ramírez Ladewig y Horacio García Pérez, había dejado atrás su mejor época, además de que los fondos en la escarcela de Alvaro, se hicieron polvo. Horacio sin embargo, había canalizado sus mejores cuadros como Solórzano Carrillo y Carlos Orozco Santillán, además de otros de menor jerarquía, hacia la corriente política de Raul Padilla, a quien le juraron lealtad, recibiendo a cambio, ambos a su turno, la Secretaría General del Sindicato de Personal Académico de la U. de G. Ambos, fieles a sus nuevas lealtades (mientras reciban huesos que roer), han demostrado su enjundia como opositores a Briseño, en el proceso de su destitución. Pero si el rábano de Briseño (le dicen rábano al tipo que presume de ser rojo por fuera, aunque por dentro sea más blanco y adulterado que la leche de mi pueblo) hipotéticamente ganara el pleito y según sus fantasías, lo repusieran en el hueso de Rector de la U. de G. Solórzano y Carlos Orozco, después de pensarlo un minuto, irían a jurarle lealtad eterna al pelele de la derecha ultramontana que duró año y medio como Rector, a cambio de... bueno, usted, lector ya se imagina a cambio de qué...

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