martes, 26 de octubre de 2010

Quisiera ser tu sicario, para levantarte a diario

Jairo Calixto Albarrán

26 octubre 2010
jairo.calixto@milenio.com

Es el momento más emotivo de un bonito pasaje musical del grupo Acción, versión grupera de l’amour fou, de la desesperación amorosa que se anuncia a la mitad de una balacera, en los tiempos del daño colateral y las matanzas con AK-47, juntos y encobijados. “Y agarrarnos a balazos” como erótico intercambio de narcomensajes sensuales.

Música de balaceras en do mayor para acribillados en Ciudad Juárez o Tijuana que, según los muy ufanos y autocomplacientes datos oficiales, ya no era como Ciudad Juárez, pero con estas matazones de último momento, ya le falta menos.


Inspiración que sólo puede ser comparada con los comunicados de los gobiernos estatales, la PGR y los tuits de Calderón que expelen con quirúrgica precisión cada vez que la muerte tiene permiso en carnicerías colectivas que terminan por convertirse en impunes objeto de deseo y recreo mediático, en pretexto para el histrionismo de los políticos y las buenas conciencias. Memorándums con copia escalafón abajo, que en todo su puntual y burocrático repudio contra la violencia del crimen organizado, nos devuelven la fe en las instituciones. Sobre todo en el PAN donde, apurados por la elección de su nueva dirigencia que es como una lucha de los hunos contra los otros, no enviaron a tiempo su enérgica reprobación a tan lamentables hechos.


Cuando los clásicos América-Chivas se convierten en espectáculos sólo para insomnes del Canal del Congreso, siempre quedan esos comunicados tan sensibles y humanitarios. Tanto que hasta el señorito Lujambio ya dijo que Jelipillo no abandona a los jóvenes. Bueno, hasta les manda pésames.


Es por eso que resulta chocante que de pronto aparezca Bill Clinton para exigir cambios radicales en las políticas calderónicas de combate al crimen organizado. Por una razón absurda, al ex presidente gringo se le ocurrió que no basta con balazos para exterminar cárteles y que para regenerar el tejido social hará falta educación y cultura. O sea, ¿en qué estaría pensando, por Dios? Y luego querrá que el gobierno combata en el terreno del lavado de dinero, se meta con los narcos de cuello blanco que viven en su mundo de caramelo y, ya en el colmo, hasta querrá que se organicen centros de información y rehabilitación para los adictos, mientras se piensa seriamente en la legalización de las drogas.


¡Puro alborotador! ¿Acaso no ven que vamos ganando, aunque no lo parezca?


Así hasta uno puede creer cuando Manlio Superstar anuncia —con los violines de Villafontana de fondo— que antes estábamos mejor que ahora.


Mejor cantemos, “Quisiera ser tu sicario, para ir y levantarte a diario”.


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jairo.calixto@milenio.com

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