![]() | Jairo Calixto Albarrán |
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05 octubre 2010 jairo.calixto@milenio.com | |
Después de que el señorito Lujambio desestimara la importancia de las faltas de ortografía en los libros de texto gratuito, porque “no afectan a nadie” (supongo que los niños condenados a su lectura no son nadie y por lo tanto carece de la menor importancia que escriban cajón con G), quise creer que no habría cosa más admirable, hasta que escuché la serie de reflexiones del procurador de justicia de Nuevo León, en el sentido de que los granadazos en Guadalupe eran sólo un intento del crimen organizado por desprestigiar al gobierno del grisáceo Medina (es como los que quisieron desprestigiar a Playboy al esparcir el rumor de que la revista le había ofrecido 5 millones de dólares a Inés Sáinz, la protagonista del NFLgate, por desnudarse para la portada, o sea, no se vale, eso no se lo pagarían ni a Hillary Clinton ni a Sarah Palin). Sí, claro, como en esa geografía nunca hay crímenes, descabezados, matazones, narcobloqueos, la gente vive tranquila como cualquier alcalde de la zona, es lógico pensar que viviendo en el paraíso terrenal de la paz, la seguridad y la erradicación de la impunidad, los malosos ya no hayan cómo poner en entredicho el trabajo de un góber precioso que despacha tranquilo y sin sobresaltos, porque casi ni hay rumores de que me lo quieren destituir por culpa de la ciudadanía que ni aguanta nada. No sé por qué se me ocurre que la presente administración regiomontana de origen priista padece de una rara enfermedad que los estudiosos del tema han denominado paranoia al revés. Es decir, creen que todo les sale bien y que todo el mundo los quiere. Qué casualidad que lo mismo parece estar pasando con los secretarios del Trabajo, Economía, Hacienda y Comunicaciones que, luego de sus respectivas comparecencias en las que todo es maravilloso y genial (el desempleo está a la alta, las finanzas no pueden estar más saludables), cualquiera diría que representan el triunfo del sueño guajiro sobre la política ficción. Sobre todo el ciudadano Cordero cuando afirma que, no obstante los índices de violencia, las inversiones extranjeras no han disminuido, lo cuál explica por qué las autoridades no hacen nada o hacen muy poco al respecto. Eso sin descontar la siempre grata presencia de Molinar Horcasitas, quien, como el estadista que es, ante los señalamientos sobre su responsabilidad en el tema guardería ABC, prevenido, se escondió tras la Tremenda Corte. Esa es virilidad y no la del abogado Heraclio Bonilla, quien ya se desistió de la demanda contra Echeverría. Lo han de haber maiceado como la Femexfut a los ratones verdes. Estoy tan orgulloso del gabinetillo como la maestra Gordillo debe estar de Lujambio. jairo.calixto@milenio.com |
martes, 5 de octubre de 2010
Triunfo del sueño guajiro sobre la política ficción
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