martes, 2 de noviembre de 2010

La Crisis Política en la Universidad de Guadalajara. XXIII.

RASGOS COMUNES DE LOS DOS BANDOS EN PUGNA.

Por José Dolores Mártir.



Una vez establecido el origen corporativo común de todos los actores que de diversas maneras han protagonizado la eterna crisis de la Universidad de Guadalajara, desde la muerte de quien fuera líder, pastor y guía del grupo político, el Lic, Carlos Ramírez Ladewig, hasta la última etapa vivida durante los dieciocho meses en que presidió la Institución educativa Carlos Briseño, corresponde al lector sacar sus propias conclusiones en torno a quién le asiste la razón y hasta dónde se beneficiaría la Universidad en caso de que cualquiera de los dos bandos en pugna resultara victorioso en definitiva.
¿Sería sano que Raul Padilla López siguiera detentando el poder de facto y el liderazgo consecuente, conservando a la U. de G. en lo que la ha convertido: una gran promotora de espectáculos de corte nacional e internacional, en sus diversos niveles de calidad e importancia, pero cuya actividad -por importante y elevada artísticamente que sea- es básicamente ajena a las responsabilidades sustantivas de la educación superior, y que en nada relevante beneficia al progreso de la academia y de la investigación científica? Porque, mucha gente se pregunta:
¿Qué tiene que ver con la educación popular, el que el público pudiente pague de $ 600.00 a $ l,800.00 por butaca, tanto en el Teatro Diana, como en el Auditorio Tel-Mex? Claro que no es despreciable el hecho de que quien tenga dinero y pague esos precios, aproveche la oportunidad de disfrutar espectáculos de esa dimensión y calidad nacional e internacional, pero qué, ¿esa actividad no se aparta un tanto de las responsabilidades de la Universidad, del Piensa y Trabaja, que le sirve de lema, pero que debe ser aplicado a la academia y a la investigación científica y no a la promoción de espectáculos, especialmente si parte de los recursos económicos destinados a la enseñanza superior, es distraída en tales menesteres? ¿En donde leería Raul Padilla López, que es la Universidad la que debe comprometer sus recursos en esas actividades? Inicialmente se manejaba la idea de que esas promociones eran para complementaciones presupuestarias, es decir, para ayudar a completar el gasto de la actividad escolar, pero pronto tales razones se esfumaron, porque mediante algunas auditorías se llegó a recomendar a quienes manejan el presupuesto de la Institución, no comprometer los dineros destinados a la academia, en rubros no sustantivos de la actividad universitaria.

¿En dónde están los beneficios concretos para la llamada excelencia académica, derivados de las "ganancias" de las once empresas parauniversitarias que Raul Padilla López preside? ¿A quién le rinden cuentas tales empresas? Por ejemplo, ¿en qué ha fortalecido la FIL a la academia universitaria? ¿Cómo se ha reflejado en el mejoramiento de los sanitarios de cada escuela de la U. de G., el éxito festinado de las once empresas parauniversitarias que Raul Padilla López preside? ¿Cuáles han sido los logros alcanzados en las tareas de investigación científica, que puedan adjudicarse a tales empresas parauniversitarias? ¿En qué medida ha fortalecido la enseñanza audiovisual en las prepas, la Muestra Internacional de Cine? ¿El auditorio de lujo Tel-Mex, contribuirá con sus ganancias a mejorar o elevar el nivel de vida de maestros, técnicos docentes y empleados administrativos y de servicio de la Universidad? Las ganancias del Teatro Diana, ¿han contribuído a fortalecer el fondo para el pago de pensiones y jubilaciones? Parece ser que la percepción generalizada entre los universitarios conscientes, es de que los festinados rendimientos que por cierto a nadie rinden cuentas, lo que han producido es el fortalecimiento y control político de las mafias locales de cada escuela o facultad, mismas que han acentuado su dependencia del gran líder o jeque de jeques, como dice Juan José Doñán, y vigorizando la relación de servilismo respecto del jefe de jefes, con una lealtad canina execrable, misma que mantendrán en la medida en que cuenten con manga ancha en cada escuela para que cada mafia aplique a su vez, la cuota de corporativismo y corrupción en cada plantel a su cargo.

Preguntas como las expuestas podrían repetirse una y otra vez, y el servilismo, el temor a la pérdida del confort conquistado, y los intereses creados de la multitud de mafias que operan en los centros escolares, las tomarían como una agresión personal a la que posiblemente darían respuesta con el único lenguaje que maneja la sin razón: la violencia. ¿Qué es lo que hace Raul Padilla López con todos estos caprichos convertidos en iniciativas y luego en instituciones nacidas exclusivamente de su voluntad omnímoda? Valerse del poder que detenta y el liderazgo que le obsequia el sistema corporativo aplicado en particular en el medio universitario, para convertir sus inclinaciones y caprichos en la realización concreta de sus deseos personales. Y es en la posibilidad muy cierta del uso de la violencia como respuesta represiva a las críticas, en la que radica la angustia, el temor y la intimidación que obliga a la mayoría de universitarios no cómplices, a callar y guardar lo que ven, limitándose a trabajar mal que bien, dentro de las condiciones reales en que se mueve la academia, la dinámica política interior y la investigación científica. Eso hace que los universitarios no cómplices conscientes, se la piensen una y otra vez antes de protestar o hacer las denuncias en torno a dispendios, abusos, injusticias, discriminaciones, cambios arbitrarios de horarios de clase cuando una mafia local pretende deshacerse de un maestro; súbitos cambios de asignatura sin que se tome la opinión del maestro perjudicado, despojo de horas clase para beneficiar a gente de confianza protegida por la mafia local de alguna escuela; asignación de tareas ajenas a las labores docentes para agobiar al maestro y obligarlo a renunciar, etc. Sus equivalencias son aplicadas con frecuencia a estudiantes en actitud de resistencia al sistema corporativo. Presionar al estudiante es muy sencillo. No solamente se usa el socorrido recurso de aplicarles el famoso artículo 108 de la Ley Orgánica, y que consistía en cancelar la inscripción del alumno por haber reprobado dos veces una asignatura en un mismo ciclo escolar, sino que también se usó la amenaza de la "pérdida de papeles" (documentos escolares personales ubicados en el archivo de la escuela o en el Departamento Escolar). Hoy ignoro si sea el mismo número del artículo, pero el contenido sería esencialmente el mismo. El objetivo siempre fue y será excluir al estudiante rebelde, de la comunidad universitaria. No estoy hablando de memoria. Conocí estos mecanismos represivos, aunque nunca los apliqué, cuando era director de la Escuela Preparatoria Nocturna No. 2 para Trabajadores. Pero además lo menciono porque A MI ME OCURRIO SIENDO ESTUDIANTE DEL 4o. AÑO DE DERECHO, cuando propuse a la FEG aprovechar la energía de los candidatos a Presidentes de las Sociedades de Alumnos de las escuelas, que perdieron la elección, organizándolos en Ateneos, cuya actividad central sería cultural y artística, sin interferir en la política estudiantil local. Tomé el ejemplo genial del Presidente General Lázaro Cárdenas, quien propuso con mucho éxito, que los candidatos perdedores en un Comisariado Ejidal, quedaran por ley, presidiendo el Comité de Vigilancia, para que el ejido no desperdiciara su energía e iniciativa, y al mismo tiempo cuidaran las manos de los ganadores. Pero el Presidente de la FEG de entonces no apreció la idea y se opuso terminantemente a su aplicación. Pensó que, si permitía la organización de Ateneos culturales, la competencia, o sea, la división, seguiría y la división de los estudiantes se mantendría como fuente de conflictos. Es posible eso, pero en realidad lo que ocurría era que el sistema corporativo no podía conceder las libertades y la autonomía de acción a nada que pudiera debilitar de algún modo su hegemonía. Y me advirtió que si tales Ateneos se formaban, mis papeles en la Facultad de Derecho pagarían el precio con su desaparición. No hubo Ateneos ni modo alguno de aprovechar institucionalmente la energía de los perdedores. Por eso fue que tuve que crear el Círculo de Estudios Filosóficos "Vicente Lombardo Toledano" en la biblioteca de mi casa, para dar cauce a tanta conciencia inquieta y con deseos de participación en la actividad cultural, social y política.

Pero volviendo al tema de los bandos en pugna, Carlos Briseño, no haría algo diferente a Raul Padilla López, desde la cúpula del poder político universitario. Ambos cabecillas son producto del sistema corporativo que ha prevalecido por medio siglo en la Universidad de Guadalajara. Briseño, habiendo sido militante comunista, por las razones que él sabe, por su propia inercia personal frente al medio social, fue reclutado por Raul Padilla López, siendo aquel, estudiante de la Facultad de Economía. Temprano pensó Briseño en cobrar la indemnización por "servicios prestados al proletariado", actuando a cambio como parte de la decoración "democrática y revolucionaria" que Raul Padilla se estaba construyendo en camino hacia la Rectoría y especialmente hacia el liderazgo del grupo político universitario. En el momento en que Briseño aceptó ese papel a cambio de figurar con jugosos salarios en la nómina, abjuró a la ideología y a la militancia política que ostentaba, incorporándose sin resistencia al sistema corporativo imperante y recibiendo a cambio, los beneficios económicos y de privilegio de los cargos, de los viajes "de estudio" y de la perspectiva de llegar al candelero cupular del grupo político. De allí a la Secretaría General y la Rectoría, quedaba el camino abierto. Cambió de metas, para servir no ya a una institución política y a una causa, sino a un individuo, a un amo personal en la figura de su líder progresista y democrático de nombre y decoración, pero tan dictatorial y autoritario como cualquier jefe corporativo. Y llegó a adaptarse y asimilarse tanto al sistema, que ya lo decía Raúl Vargas (actual dirigente del PRD) que Briseño se ganó los cargos importantes "a base de genuflexiones". (En mi pueblo a eso se le llama agacharse y es sinónimo del servilismo más despreciable). Pero al llegar a las alturas del poder, perdió el piso al creer que había acumulado tanta fuerza e influencia, especialmente con sus amigos de la derecha que lo adulaban, dadas sus idílicas relaciones con la parte más reaccionaria de esta corriente política, el sinarquismo, a través de su "gran amigo" Emilio González Márquez, el gobernador de Jalisco, y con la Iglesia Católica, a través del Cardenal Sandoval Iñiguez, famoso por haber sido el creador de los llamados "Talleres por la Democracia" que no fueron otra cosa que centros de conspiración política en contra de la democracia precisamente para acarrearle votos al PAN en el 2006, y cerrarle el paso a toda costa al candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador. Ellos dos cultivaron a Briseño, al estilo yucateco, convenciéndolo de que podría ser candidato a gobernador, si bien por el PRI, también con el visto bueno de los sectores más reaccionarios del escenario pólítico nacional y local de Jalisco. Ese sueño le obnubiló la mente y llegó a creer que con esos apoyos externos y la publicidad profusa que los acompañaba, le bastaba para penetrar en la conciencia de la masa universitaria, construirse en base al servilismo inercial del equipo que fue construyéndose en el camino a la Rectoría de la Universidad, la imagen del político capaz, simpático, dicharachero y parlanchín frente a los medios, audaz y capaz de crear, como lo llegó a declarar, una nueva era para la vida de la Universidad, cayendo en la terminología ordinaria de los fascistas cuando arriban a una posición cupular de poder político y administrativo. Su desequilibrado ego lo convenció de ser el nuevo mesías que el medio universitario estaba esperando para liberarse de la tutela rauliana-padillista, pero los años que pasó como Rector del CUCIENAGA en Ocotlán, de Secretario General de la Universidad y los 18 meses de Rector General, no le bastaron para construirse la estructura de poder y de influencia necesaria para neutralizar la fuerza y el poder de su creador: el padillato. Desafortunadamente para él, se dedicó a tejer alianzas muy poco confiables, y cuya fragilidad no advirtió, a causa de la venda color de rosa que la sucesión de triunfos personales en su proceso ascencional al poder le ponía sobre sus ojos, ávidos de reconocimientos a su gloriosa persona, cuya imagen de comicidad involuntaria aparecía casi a diario en los medios. Se constituyó un Estado Mayor para la guerra inminente, integrado, como la práctica demostró pronto, con funcionarios convenencieros que juraban lealtad cuando venteaban triunfos, pero que a la menor amenaza de derrota se entregaban al enemigo; incorporó a intelectuales oportunistas, cazadores de cheques y cargos a cambio del uso de su nombre por lo menos, pero que jamás representaron inteligencia alguna como estrategas para dirigir exitosamente un combate, y mucho menos dispuestos a permanecer en la resistencia al lado de un candidato a líder derrotado. Llamó a personajes resentidos porque el padillato
no reconoció sus méritos para llegar a la Rectoría General, pero cuyo númen desgastado por la decepción, no tuvo la fuerza y la inteligencia mostrada en otras épocas para los menesteres de la guerra en corto, sucia o limpia. Ninguno de esos elementos de su Estado Mayor fue capaz de ofrecer un esquema verdadero de la situación guardada por la correlación de fuerzas dentro del Consejo General Universitario, órgano de gobierno supremo de la Universidad. A esa deficiente asesoría de su Estado Mayor, sumó su torpeza personal y su natural timoratez, cuando decidió enfrentar a Raul Padilla con amagos, amenazas y advertencias, y finalmente con un tímido golpe, destituyéndolo de dos de sus once cargos en las empresas parauniversitarias, pretendiendo asustarlo amenazando con hacer públicos documentos probatorios de malos manejos financieros en su área de influencia directa. Pensó que con ese golpe de calcetín vacío, Raul se iba a intimidar y finalmente ceder para negociar y compartir por lo menos el jugoso botín universitario. Pero nadie de sus asesores le ayudó a cuantificar realmente el número de votos concretos que lo apoyaban verdaderamente en el Consejo General Universitario. Ese golpe timorato, dirigido más hacia los medios que hacia el acusado, no podía ser suficiente para provocar la desbandada de las huestes padillistas. Y la realidad lo demostró cruelmente a la hora de votar dentro del recinto. La aplanadora padillista hizo polvo los sueños briseñistas de arrebatar el liderazgo al llamado jeque de jeques. ¿Qué debió haber hecho Briseño, con ánimo de ganador y desde el poder de la Rectoría? Acumular pruebas de irregularidades financieras en documentos irrebatibles hechos públicos y entregados oportunamente a las autoridades y sobre esas bases destituir a Raul de TODOS SUS CARGOS SUPUESTAMENTE HONORIFICOS, incoando procedimiento en su contra, es decir, llevándolo a los tribunales para que respondiera legalmente a las imputaciones de abuso, despilfarro e irresponsabilidad en el uso de los recursos económicos universitarios, mas los cargos que se acumulasen durante el proceso. PERO CARLOS BRISEÑO, CARECIO DEL EMPAQUE NATURAL QUE DISTINGUE A UN LIDER VERDADERO, CON ESO QUE LLAMAN CARISMA, ES DECIR, SIMPATIA ANTE LA MASA E IMAGEN DEL HOMBRE DECIDIDO A LLEVAR A CABO LOS CAMBIOS A COSTA DE LO QUE SEA, AUNQUE EN ELLO VAYA IMPLICADO EL SACRIFICIO DEL INGRESO ECONOMICO, LA COMODIDAD PERSONAL Y FAMILIAR O LA INTEGRIDAD FISICA. Y es que no cualquiera puede ser líder. Las críticas a la personalidad de Carlos Briseño, de nuestra parte, tienen ya un rato de haber sido expresadas públicamente. El sábado 27 de enero de 2007, rematábamos un artículo sabatino en el diario "El Occidental", del siguiente modo, bajo el título: "La Historia de la U. de G.? ¡Al caño!"... "Y así se conservó la tendencia socializante de la Universisad por un corto tiempo. Luego vino la ruptura del cuerpo directivo político de la U. de G. Alvaro Ramírez Ladewig, Horacio García Pérez y otros ex-presidentes de la FEG fueron derrotados por Raul Padilla López y su gente. Y allí comenzó la Ex-Universidad Roja de Occidente a desandar el camino ideológico y político, hasta llegar a la repugnante declaración de Carlos Briseño, ante los medios, horas antes de ser ungido como nuevo Rector y con la complacencia de su jefe político RPL, que "la Universidad no puede tener una ideología, porque es plural y que manifestaba su convicción empresarial", pero eso será tema del próximo artículo"... Y en verdad, queremos transcribir la mayor parte del texto del artículo que le siguió bajo el título: "Estrategia Padillista: jugarle a la derecha con un rábano". Y eso haremos en la parte número XXIV de esta serie.
27-XI-2008

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