![]() | Jairo Calixto Albarrán |
Un mundo de caramelo para Gelboy y Jelipillo | |
24 enero 2011 jairo.calixto@milenio.com | |
Todos tenemos un mundo de caramelo, aunque sea en la cabeza. Por eso no es reprochable que Dorian Gel Peñanieto afirme que el Estado de México es una sucursal del paraíso, y que cualquier crítica contra ese territorio idílico que atinadamente gobierna, proviene de envidiosos y resentidos empeñados en negar las evidencias de esa geografía magnífica de dicha y placer. Tales son las fuerzas malignas contra el Atlacomulco Country que fanáticas insensatas, más de 900 de ellas, han construido una leyenda inverosímil de feminicidios imaginarios. Sin embargo, es tan encantadora la vida en esos parajes que ciudadanos ejemplares de la estirpe del JJ fincan allí su residencia, mientras muchas bandas de secuestradores tienen allá sus casas de seguridad por los espléndidos niveles de vida. Es increíble que mientras en el extranjero se lanzan dramáticas alertas contra Michoacán, Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa o Guerrero, en un acto de justicia no hayan designado al territorio Gelboy-Gaviota como la nueva Disneylandia. Igual ocurre con Jelipillo, cuyo mundo de caramelo no ha sido suficientemente comprendido por aquellos a los que la sangre no los deja ver la carnicería. Gente chillona que se pone al nivel de los niños a quienes tantas matazones los tienen estresados, pues no parecen tener ganas de formar los daños colaterales. Apátridas que no valoran el bucólico paisaje de la narcoguerra que parece un antihomenaje a las películas de los hermanos Almada. Lo bueno es que Barack Obama duerme tranquilo , pues el secretario ejecutivo del SNS, Juan Miguel Alcántara, ya dijo que hay focos rojos pero no son ningún riesgo para Estados Unidos; sí, los peligros son fundamentalmente para los mexicanos que valen madres. A ver si los yanquis ahora sí le ayudan al gobierno calderónico a pacificar Ciudad Juárez, como lo pidió a escondidas según WikiLeaks. Para confirmar esto tenemos el caso ocurrido en Monterrey que fue como un episodio de La risa truculenta en vacaciones. Luego de una persecución entre militares y criminales con balacera incluida, las autoridades no cumplieron los protocolos de seguridad y en vez de cercar la zona, peinarla a conciencia, dejaron que la gente se paseara, recogiera municiones, hasta que no encontraron una granada con la que jugaron hasta que explotó, con un triste saldo de heridas y amputaciones. Lo bueno es que ya explicaron los burócratas de la seguridad que, como había poca luz, pos no vieron la granada. El estilo Jelipillo es que las malas noticias afectan el ánimo. Un mundo de caramelo, donde todo sepa mejor. jairo.calixto@milenio.com |
lunes, 24 de enero de 2011
Política cero
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