2011-06-08
Financiera de profesión, fui invitada hace un par de semanas al desayuno que organizó este martes 07 de junio, la Cámara de Comercio Sueco-Mexicana y su director Carl-Otto Rydner, en colaboración con las Cámaras Europeas de Industria y de Comercio y la Cámara de Comercio Británica en México, teniendo como orador invitado a Andrés Manuel López Obrador.
Sin saber qué esperar, acudí con gusto y mucha curiosidad. Después de escuchar a Andrés Manuel en el zócalo capitalino el pasado domingo (también por curiosa), me interesaba entender qué tenía que decirle a esta gente, empresarios, embajadores, hombres y mujeres cuyo objetivo fundamental es promover las relaciones comerciales entre México y otros países, porque me es clara la importancia y profundidad que tiene para la inversión extranjera, la estabilidad económica, social y política de México dependiendo de quién lo dirija. Me encontré con un Andrés Manuel muy mesurado y con un público muy dispuesto a escuchar sus propuestas.
En su discurso, varios puntos clave: educación de calidad, justicia, honestidad y responsabilidad en el servicio público, un urgente redimensionamiento del aparato burocrático, inversión nacional y extranjera para crear empleos, investigación para fomentar el verdadero desarrollo del país, producción y consumo interno para activar una economía que sí se traduzca en bienestar para la gente, apertura al dialogo en temas de interés mundial como la legalización y/o descriminalización del uso de las drogas, una correcta distribución del ingreso nacional por medio de políticas fiscales más equitativas, construcción de infraestructura petrolera sin privatización que nos permita no solo exportar crudo como un insumo para después importarlo como un derivado, sino procesarlo para comercializarlo como un bien de calidad para consumo nacional e internacional.
Lejos de los temores, muchas veces infundados, de qué pasaría si Andrés Manuel llegara a la presidencia, percibí a un público amable e interesado pero sobre todo consciente de la absurda realidad de un país donde pueden coexistir algunos de los hombres más ricos y poderosos del mundo, y a la vez, más de 20 millones de mexicanos en la miseria. Percibí a un grupo de europeos que entienden que el neoliberalismo ha beneficiado a algunos pero que ha dejado estancados a muchos otros, percibí a extranjeros que están dispuestos a seguir colaborando con el crecimiento global de México con responsabilidad, y percibí ya no miedo, sino un empuje y una solidaridad tal, que de llegar a materializarse, nos abriría finalmente la puerta del desarrollo que tanto hemos esperado.
La moneda está en el aire, y muy pronto nos tocará vivir si cae de cara a los que deberían de ser los verdaderos intereses de la nación, o del otro lado, donde ha caído siempre.
Natalia Cueto Salinas
@Natzcalli
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