Política Cero
Uno de los pocos temas en quehabía consenso entre los mexicanos era el de señalar al salario mínimo como una bestia clasista, de pésimo y artesano gusto. Era tan mala la fama del salario mínimo que de manera tradicional toda clase de grupos sociales adictos al lucha, lucha, lucha, no dejes de luchar, se lo han querido aplicar al Presidente en turno para que vea lo que se siente; y éste, de manera también habitual, rechaza el ofrecimiento por considerar que no es de la estatura de su vida.
Después de pasar años en el ostracismo, el salario mínimo está de moda. Por un lado, el secretario de Hacienda, Ernesto Bean Cordero, confirma que ha recuperado la dignidad que le habían arrebatado los gobiernos priistas, pues no sólo gozaba de buena salud, sino que, gracias a las vitaminas inyectadas por las políticas económicas del calderonato, está como si le hubieran dado una sobredosis de Viagra. Por el otro lado, Dorian Gel Peña Nieto ve con terror y asco que el salario mínimo no hace juego con su mobiliario ideológico de winner profesional, y exige que sea protegido casi al nivel de animal en peligro de extinción.
Cuándo se iba a imaginar el vilipendiado salario mínimo que iba a ser el centro de la disputa por los hombres que aspiran a hacer de Los Pinos su casa chica. Habiendo tantas preocupaciones en la patria, como la apertura no oficial de la cacería de brujas, el salario mínimo se debe sentir muy importante, pues incluso Los Chuchos, que antes lo denostaban, ahora hasta quieren defenderlo como Jolopo al peso.
Y ya que salió el tema de la cacería de brujas, que alguien me explique por qué, cada vez que se ofrece en sacrificio a un chivo expiatorio, aparecen funcionarios y políticos a decir que no se trata de ninguna cacería de brujas, como si estos ejercicios de vengativo autoritarismo no nos proporcionaran a los mexicanos alegría y buen humor. Pasó con el quinazo, con Díaz Serrano, Raúl Salinas, El Chueco, el michoacanazo... y ocurre ahora con el hankazo que, para colmo, ni siquiera ha servido para subirle el rating a Bravo Mena, que ni es bravo ni ameno, y lo único que consiguió fue desbancar a Charly Salinas como el villano favorito de México. Chale.
O sea, el que esté libre de pecado que arroje la primera escoba y diga ñaca ñaca.
A menos que el apañón de Salazar Mendiguchía en Cancún, acusado de peculado y asociación delictuosa, sea una cortina de humo para olvidarnos de Kalimba.
¿Seguirá acaso mi góber precioso, Ulises Ruin, el Tío Fidel y toda esa fauna de impresentables gobernators para que sea un asunto más o menos democrático e incluyente?
Si nos portamos bien, seguro que pasarán todas esas cosas chidas.
www.twitter.com/jairocalixto
Después de pasar años en el ostracismo, el salario mínimo está de moda. Por un lado, el secretario de Hacienda, Ernesto Bean Cordero, confirma que ha recuperado la dignidad que le habían arrebatado los gobiernos priistas, pues no sólo gozaba de buena salud, sino que, gracias a las vitaminas inyectadas por las políticas económicas del calderonato, está como si le hubieran dado una sobredosis de Viagra. Por el otro lado, Dorian Gel Peña Nieto ve con terror y asco que el salario mínimo no hace juego con su mobiliario ideológico de winner profesional, y exige que sea protegido casi al nivel de animal en peligro de extinción.
Cuándo se iba a imaginar el vilipendiado salario mínimo que iba a ser el centro de la disputa por los hombres que aspiran a hacer de Los Pinos su casa chica. Habiendo tantas preocupaciones en la patria, como la apertura no oficial de la cacería de brujas, el salario mínimo se debe sentir muy importante, pues incluso Los Chuchos, que antes lo denostaban, ahora hasta quieren defenderlo como Jolopo al peso.
Y ya que salió el tema de la cacería de brujas, que alguien me explique por qué, cada vez que se ofrece en sacrificio a un chivo expiatorio, aparecen funcionarios y políticos a decir que no se trata de ninguna cacería de brujas, como si estos ejercicios de vengativo autoritarismo no nos proporcionaran a los mexicanos alegría y buen humor. Pasó con el quinazo, con Díaz Serrano, Raúl Salinas, El Chueco, el michoacanazo... y ocurre ahora con el hankazo que, para colmo, ni siquiera ha servido para subirle el rating a Bravo Mena, que ni es bravo ni ameno, y lo único que consiguió fue desbancar a Charly Salinas como el villano favorito de México. Chale.
O sea, el que esté libre de pecado que arroje la primera escoba y diga ñaca ñaca.
A menos que el apañón de Salazar Mendiguchía en Cancún, acusado de peculado y asociación delictuosa, sea una cortina de humo para olvidarnos de Kalimba.
¿Seguirá acaso mi góber precioso, Ulises Ruin, el Tío Fidel y toda esa fauna de impresentables gobernators para que sea un asunto más o menos democrático e incluyente?
Si nos portamos bien, seguro que pasarán todas esas cosas chidas.
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