¡Todos somos Hank!
Hay michoacanazos que cruzan el pantano y lo dejan peor, el plumaje del hankazo es de esos. Ya que doña Marisela Morales y su equipo no consiguieron reunir suficiente evidencia, todo indica que pronto veremos a Hank disfrutando de los partidos de los Xolos, con sus shots de tequila de pene de burro.
Un desprestigio para el festín de la temporada de caza de brujas. A juzgar por los resultados de sus pesquisas, la procuradora quizá tenga que rendirle un homenaje a ese admirable filme El esqueleto de la señora Morales.
Y lo peor es que la cosa era más o menos simple. Si vas a hacer un pancho superior en la casa de un pez gordo, lo menos que puedes tener son los pelos de la burra en la mano. Eso es lo primero que enseñan en la primaria.
Claro, a menos que seas un gobierno masoquista que encuentra ciertas formas de placer al hacer el ridículo, sobre todo porque como dijera el Pato Lucas, el ridículo es la maldición del genio. Si carecían de pruebas contundentes e inobjetables; si no disponían de una labor de investigación suficientemente profunda, o si tenían todo eso y les temblaron los catarenques a la hora buena... ¿para qué se metieron en broncas y pusieron en peligro lo poco que les quedaba de credibilidad?
Qué les costaba en Los Pinos, la PGR, el Ejército y todo el burocrático aparato de seguridad, manejar lo que viene siendo el clásico “Pasito Zun Tzu”: “Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”.
Por supuesto tampoco es de extrañar, el hankazo no es sino una consecuencia lógica de lo que Poiré denomina los mitos del calderonato: producto de la improvisación, de la incapacidad de ponerse como los Thunder Cats y ver más allá de la evidente, de responder con el hígado en vez de recurrir a la sinapsis.
El michoacanazo por lo menos le puso su estate quieto a Los Chuchos; el hankazo ni dignificó al gobierno ni le subió el rating a Bravo Mena y, más sin en cambio, hasta generó lo imposible: autoridad moral al orgullo del nepotismo del profe de Atlacomulco.
Tanto que ya hasta quieren ser como él. como alguna vez todos fueron Marcos, hoy “Todos somos Hank”. Y él dirá, como Paco Stanley: “No tendrían tanta suerte”.
Cambian titulares pero la PGR está igual. Quizá deban regresar a lo básico: conocer la diferencia entre un cuerno de chivo y una carabina 30-30.
Un desprestigio para el festín de la temporada de caza de brujas. A juzgar por los resultados de sus pesquisas, la procuradora quizá tenga que rendirle un homenaje a ese admirable filme El esqueleto de la señora Morales.
Y lo peor es que la cosa era más o menos simple. Si vas a hacer un pancho superior en la casa de un pez gordo, lo menos que puedes tener son los pelos de la burra en la mano. Eso es lo primero que enseñan en la primaria.
Claro, a menos que seas un gobierno masoquista que encuentra ciertas formas de placer al hacer el ridículo, sobre todo porque como dijera el Pato Lucas, el ridículo es la maldición del genio. Si carecían de pruebas contundentes e inobjetables; si no disponían de una labor de investigación suficientemente profunda, o si tenían todo eso y les temblaron los catarenques a la hora buena... ¿para qué se metieron en broncas y pusieron en peligro lo poco que les quedaba de credibilidad?
Qué les costaba en Los Pinos, la PGR, el Ejército y todo el burocrático aparato de seguridad, manejar lo que viene siendo el clásico “Pasito Zun Tzu”: “Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”.
Por supuesto tampoco es de extrañar, el hankazo no es sino una consecuencia lógica de lo que Poiré denomina los mitos del calderonato: producto de la improvisación, de la incapacidad de ponerse como los Thunder Cats y ver más allá de la evidente, de responder con el hígado en vez de recurrir a la sinapsis.
El michoacanazo por lo menos le puso su estate quieto a Los Chuchos; el hankazo ni dignificó al gobierno ni le subió el rating a Bravo Mena y, más sin en cambio, hasta generó lo imposible: autoridad moral al orgullo del nepotismo del profe de Atlacomulco.
Tanto que ya hasta quieren ser como él. como alguna vez todos fueron Marcos, hoy “Todos somos Hank”. Y él dirá, como Paco Stanley: “No tendrían tanta suerte”.
Cambian titulares pero la PGR está igual. Quizá deban regresar a lo básico: conocer la diferencia entre un cuerno de chivo y una carabina 30-30.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario que sera publicado automaticamente; si este,no fue publicado por favor notificalo a nuestro correo electronico sadimyer@gmail.com