jueves, 9 de junio de 2011

Un minuto de gloria y otro de desprecio

09/06/2011 - 02:03
Por: Claudia Rodríguez

Tener uno, cinco, quince o varios minutos más de gloria, no siempre trae consigo un futuro prometedor o de buena fama, lo que si atrae la gloria efímera, es la mirada de quienes de una u otra forma atestiguan el episodio de goce o rebeldía.




El último día de mayo, una joven española nos dio una lección de que la democracia no sólo se ejerce en las urnas, sino que debe ser buscada y exigida en todos los ámbitos.

Justo al momento del término de la entrega del premio Príncipe de Viana en Pamplona, Navarra allá en España, una joven mujer demandó frente a frente al príncipe Felipe de Asturias, a que se manifestara sobre la posibilidad de que se convoque a un referéndum para saber si los españoles quieren una república o una monarquía o, en su defecto, que esta última abdique.  Vale apuntar que la joven -- quien me ha sido hasta ahora difícil de identificar con su nombre--, intentó al inicio del acto protocolario entregar una carta a los priíncipes de Asturias, Felipe y Leticia, con la misma propuesta que verbalizó con el heredero de la monarquía española, pero las medidas de seguridad se lo impidieron.

Más allá de si la solicitud de la joven estuvo planteada en forma correcta desde cualquiera ángulo que se le quiera ver, lo desquiciante del asunto es cómo aquéllos que se dicen representantes del pueblo, le desprecien tanto, al grado que no permiten interlocución directa y como el caso en cuestión, lleguen hasta agredir y despreciar a quienes piensan distinto a sus intereses.

El caso es que cuando la chica navarra logró acercarse al heredero de la Corona española, siempre con respeto le inquirió sobre la posibilidad de que antes de asumir la jefatura del Estado se convocara al menos un referéndum para que la gente vote si quiere perpetuar el modelo monárquico.

En la discusión, Felipe perdió el control y de manera grosera le espetó a la demandante que sí el que la monarquía desaparezca es lo único que a ella le preocupa en la vida,  y ya más exasperado le grita que ha conseguido su minuto de gloria.  Más la educación de la joven quien le contesta que no es lo único que le preocupa y que tampoco su fin es llamar la atención, y quizá una dosis de protocolo bien aprendido por parte de Felipe de Asturias, es que luego de perder el control, retoma aunque altisonante, el diálogo.

Es cierto que en todo el mundo hay formas para elegir y votar las gobiernos y administraciones, pero a nadie le hace daño escuchar de viva voz lo que piensan y quieren los del pueblo.  Sobre todo cuando los jóvenes se organizan y manifiestan por más oportunidades de educación y trabajo.

Acta Divina...Apenas hace un año, Felipe de Asturias, heredero al trono de la corona española, afirmaba que el trabajo por los jóvenes y su insersión en la vida laboral es premisa de toda sociedad que busca el progreso.


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