miércoles, 17 de agosto de 2011

CHERÁN: LA REBELDÍA INDÍGENA

EL CORREO ILUSTRADO-LA JORNADA JALISCO


Gustavo Monterrubio Alfaro

La noche del pasado 9-10 de agosto pernocté en Cherán; pueblo de poco más de 18 mil habitantes de habla purépecha y castellana. Ubicado en el noroeste de Michoacán a DOS mil 400 metros sobre el nivel del mar; esta pequeña comunidad saltó a los titulares de los medios por haber expulsado al grupo criminal que opera en la zona protegido por las autoridades, característica por la cual ha sido conocido ampliamente y fue el móvil de mi visita.
La levantisca comunidad ha logrado lo que casi todos creen imposible: liberarse de las garras de los grupos violentos que operan en toda la geografía michoacana, en connivencia con autoridades municipales, estatales y federales. Cifras públicas dan cuenta de que el 60 por ciento de los 113 municipios michoacanos son controlados por La Familia Michoacana, pero esa estadística data de antes de la ruptura, pues este grupo se dividió en La Familia Michoacana y los Caballeros Templarios.
A guisa de premisa, diré que los logros de esa comunidad purépecha se deben a que ha expulsado del pueblo a los más perniciosos virus y bacterias que infectan, pudren y fracturan a los grupos sociales: a los políticos y sus partidos y al alcohol. Del primer germen los pobladores expresan que sólo dividen a las familias y al pueblo, pero siempre en función de sus mezquinos intereses, por lo tanto, por ser factores de división los han proscrito.
Sobre el alcohol me contaron que al estar muy arraigado el consumo cuando se impuso la prohibición, especialmente algunos jóvenes se dieron a la tarea de violentarla. Creyéndose muy listos se emborrachaban en las comunidades y pueblos aledaños, pero su torpeza era tan mostrenca que regresaban a casa bajo los efectos de Baco; estos tontos fueron corregidos de la siguiente manera, primero les dieron una paliza, luego les impusieron una multa pecuniaria y finalmente fueron obligados a prestar servicio comunitario, que regularmente consiste en limpiar espacios públicos. De esta manera no volvieron a reincidir ni otros a seguir el torcido camino de los idólatras de los efluvios vaporosos.
En esta elección está prohibido a los partidos políticos hacer campaña para la presidencia municipal y la diputación, ya que los pobladores elegirán por usos y costumbres a sus autoridades, el problema será el reconocimiento de éstas por la autoridad formal.
Al llegar a Cherán procedente de Pátzcuaro, el transporte me dejó a 15 o 20 metros de la barricada instalada en la carretera. Al viajero lo recibe un anuncio de aproximadamente dos metros con las restricciones impuestas a pobladores y ajenos. Está prohibido introducir bebidas alcohólicas y propaganda política. No se permite el ingreso de vehículos con vidrios polarizados. Los no pobladores deben identificarse, si viaja a pie o en automóvil particular, en este caso debe dejar una identificación que le será devuelta al regreso. De las 20 a las 7 horas, las medidas de seguridad se endurecen.
Pero, ¿por qué los pobladores tuvieron que tomar medidas tan extremas? Dos son las razones: la tala clandestina de los bosques pertenecientes a la comunidad de Cherán y la imposición de cuotas de protección a los comerciantes, agricultores y ganaderos del lugar.
Los grupos criminales que operan en el país tienen una forma peculiar de imponer sus condiciones. Primero se acercan al propietario del lugar para indicarle de cuánto y cada cuándo será la cuota de protección que tendrá que pagar, si la pregunta obvia les es formulada (¿protección de quién?), la respuesta será la misma: de nosotros. Si el interpelado no cede, entonces le secuestran a un familiar o a él mismo, o le balean el negocio o la casa familiar. Eso fue lo que hicieron en Cherán, pero además, el mismo grupo talaba ilegalmente madera de la comunidad. Según cifras de los pobladores se han deforestado dos terceras partes, porción que la comunidad ha comenzado a reforestar, y sostienen también que han reducido la tala clandestina en un 80 por ciento.
Así que en estas circunstancias sólo disponían de dos opciones: someterse a las condiciones draconianas o enfrentarse al grupo criminal y por ende a los niveles de gobierno. Optaron por lo segundo. No tuvieron muchas dificultades para organizarse, pues desde tiempos inmemoriales los pueblos originarios han transmitido de generación en generación sus formas de organización y administración comunitaria, así como su religión, cultura y valores.
La democracia que adoptaron los pueblos originarios fue la modalidad plebiscitaria, esto es, los pobladores con determinadas características: edad, sexo, posición social y lugar de nacimiento, se reúnen para tomar decisiones, que son obligatorias para el resto de la comunidad.
Con la autoridad del mandato comunitario y la participación activa de la inmensa mayoría del pueblo, se puso en funcionamiento el mecanismo ancestral de lucha contra la agresión externa. Que además cuenta con la enorme ventaja de que todos se conocen y conocen a los pobladores de los pueblos vecinos, muchos de ellos emparentados o con vínculos de negocios o amistad. Por ejemplo, todos saben quién es El Güero, a qué se dedica y de qué pueblo es y dónde vive, sólo las autoridades ignoran la existencia del jefe de las gavillas que operan en las cercanías de Cherán. Los cheranenses saben que este sujeto pone retenes donde se le antoja y la cuota por derecho de paso que impone es hasta folclórica, pues se determina multiplicando el modelo del vehículo por cien.
Los cheranenses señalan como centro de operación y constitución de grupos criminales a pobladores de Tanaco, no en vano en dirección a este poblado es donde las barricadas principales son dos, y están dispuestas con trampas que impidan la libre circulación de vehículos y personas. Señalan a diez familias dedicadas a la tala ilegal y la extorsión, oriundas de Tanaco, información que seguramente ignoran las autoridades.
Antes de conquistar la calma que se respira en el pueblo, fueron meses de zozobra y temor, durante los cuales, de las 19 a las 6 horas se imponía un virtual toque de queda, pues nadie podía transitar por las calles durante ese tiempo, exceptuando, claro, los piquetes de barrio, que se reúnen en torno a fogatas. También pagaron su cuota de sangre, reclaman la desaparición de tres pobladores, que seguramente fueron ultimados por quienes pretendieron sembrar el terror en la comunidad.
El sistema de defensa se activa de dos maneras: ya sea el repiqueteo de campanas con una cadencia, intensidad y frecuencia determinada, o el lanzamiento de cohetones en pausas y cantidad preestablecidas; en ese instante todos y todas dejan de hacer lo que estén haciendo y de inmediato toman el lugar que les corresponde; los niños desde los diez años forman parte del esquema de defensa, los de menor edad, saben que tienen que correr a ponerse a resguardo. Así que cuando detectan en el pueblo a un delincuente, de inmediato se activa el dispositivo de defensa, cada quien toma la posición preestablecida, se cierran todas las salidas y los grupos de autodefensa se alistan para enfrentar a los agresores.
Me contaba un poblador que en una ocasión estuvieron a punto de acabar con una gavilla de sicarios, pues ya los tenían acorralados, pero merced a la oportuna intervención de policías municipales, que al ser nativos del lugar conocen los vericuetos del poblado, lograron escabullirse. Desde entonces no han vuelto a poner un pie en el pueblo, lo que no significa que no lo harán en el futuro; es posible que la pausa impuesta por el proceso electoral en curso mantenga la calma que se respira en el pueblo.
Por lo demás es un pueblo típico, tranquilo y hospitalario. Quien esto escribe, estuvo en la noche del martes 9 hasta pasadas las 21 horas en la plaza del lugar, saboreando un rico pan relleno de chilacayote, y lo que vio fue pandillas de chiquillos jugando con sus bicicletas y algunos jovencitos deslizándose con sus skateboards. El comercio formal cerró a las 21 horas y las vendimias de pan, elotes, tamales, atole, enchiladas, tacos, pozole, tendejones, etcétera, se prolongó más allá de esa hora.
Algo que es necesario que sepan quienes por la razón que sea tengan que pasar por Cherán es que no corren peligro alguno ni serán hostigados por los pobladores ni les cobrarán por pasar; que las barricadas en ambos extremos del poblado se mantienen las 24 horas, pero sólo al transporte público de pasajeros se le impide el paso, y a los repartidores de cerveza y representantes de empresas tequileras o vinateras. Repartidores de agua embotellada y gaseosas, frituras y demás pasan previa identificación y revisión. Si se viaja en transporte particular, no hay problema durante el día, pues de manera amable le pedirán que deje una identificación que le será devuelta al regreso. En caso de que viaje en transporte público, puede pasar por Cherán, sólo que necesariamente tendrá que transbordar; si viene de Pátzcuaro o Pichátaro, la línea Erandi, única que presta el servicio, le dejará a escasos 10 o 15 metros de la barricada. De aquí tiene dos opciones: tomar el servicio público que lo lleve a la salida, distante unos cientos de metros o caminarlos, tardará entre 10 a 15 minutos en recorrer la distancia a pie. Pasando las dos barricadas realmente reforzadas y las trampas, justo después de la última línea de protección, hay taxis colectivos que lo llevarán a Paracho por la módica suma de 10 pesos, sólo deberá esperar a que se reúnan cuatro personas para que el taxi lo traslade. Si viene de Paracho, aborde un taxi que presta el servicio en el interior del poblado, el cual lo trasladará al centro del poblado o a la salida hacia Pátzcuaro, donde a la distancia que señalé, podrá abordar el minibús de la línea Erandi y trasladarse a donde vaya.
Lo que debemos aprender de los pobladores de Cherán es que con determinación, organización y firmeza se puede derrotar a cualquier fuerza, por poderosa que sea.

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