miércoles, 26 de octubre de 2011

Barros Sierra y las becas universitarias de Piñera

Mauricio Romero
@MauRomero
2011-10-25
El fortalecimiento de un sistema de becas para costear estudios de nivel superior no es novedad en la Latinoamérica gobernada por el pensamiento derechista. “Esto establecería, por sí solo, un factor evidente y crudo de desigualdad”, aseguró Javier Barros Sierra a Gastón García Cantú1, hace 40 años, sobre el programa de becas y colegiaturas altas propuesto por Antonio Ortiz Mena entonces. Hoy día, Sebastián Piñera, presidente de Chile, intenta calmar el descontento universitario con la misma fórmula

En las siguientes líneas, quien fuera rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de 1966 a 1970, deja claros los riesgos de los regímenes de créditos universitarios no sólo en Chile, sino en cualquier sociedad:
“El que se estableciera un instituto u organismo que otorgara becas a los estudiantes equivaldría, por un lado, a tener un instrumento para el control ideológico y político de los mismos; mas: por otra parte, en lo que toca a la casa de estudios significaría un grave quebranto, si no es que la desaparición completa de la autonomía (universitaria).
 “La verdadera igualdad de condiciones, para todos los jóvenes, en cuanto a la educación superior, se lograría si se dispusiera de becas; pero no de becas para cubrir colegiaturas altas, sino de becas de manutención o para sostener, en condiciones de mínimo decoro, a los estudiantes de escasos recursos económicos.
“Tal y como se entendían (las becas) en el proyecto de Ortiz Mena –hoy de Sebastián Piñera–, deben acentuar una condición de desigualdad que ya existe de hecho. Mencionaría yo todavía un argumento más: En el sistema de becas se otorgaría una especie de crédito a cada estudiante, naturalmente se le exigiría un determinado nivel de aprovechamiento o de aplicación. Quiero decir entonces que los pobres no aplicados (y ya sabemos que muchas veces los pobres no son aplicados justamente por ser pobres) quedarían fuera de las aulas universitarias. Pero pensemos en aquellos privilegiados que sí pasaron el nivel mínimo fijado para sus calificaciones; ellos quedarían a deber una determinada cantidad, que habrían de pagar al terminar sus estudios en una serie de años consecutivos.
“En cambio, los estudiantes de posibilidades económicas más o menos altas podrían pagar sus colegiaturas sin que se les exigiera, en absoluto, ningún nivel mínimo de aplicación, quedando liberados de hipoteca (por así decirlo), al terminar sus estudios. Esto establecería, por sí solo, un factor evidente y crudo de desigualdad.
“Desde luego que todos estos proyectos: sobreelevación de colegiaturas, becas o créditos para la educación, propenden o son sintomáticas de una actitud que no se expresa, que no se confiesa y que, de fondo, no es otra que el abandono progresivo del Estado federal respecto de la educación superior.
 “Debo insistir en que todos los proyectos o esquemas que tienen como resultado, buscando al parecer un incremento de los recursos, alejar a muchos jóvenes de la educación superior, debe ser denunciado y combatido por toda la gente progresista.”
1García Cantú, G. (1972). El programa de Antonio Ortiz Mena. En El hombre y sus obras (Ed.), 1968. Javier Barros Sierra, conversaciones con Gastón García Cantú. (p.44). Ciudad de México: Siglo Veintiuno Editores
mauromero@comunidad.unam.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario que sera publicado automaticamente; si este,no fue publicado por favor notificalo a nuestro correo electronico sadimyer@gmail.com