miércoles, 26 de octubre de 2011

Columna Incómoda. Cuauhtémoc

Alexia Barrios G.
@alexiabarriosg
2011-10-26
El ingeniero Cárdenas, como se le llama desde hace tiempo, recibirá este jueves la medalla Belisario Domínguez en el Senado de la República. Veremos muchas caras viejas y otras no tanto, saludar y hacer un reconocimiento a uno de los hombres que marcaron a toda una generación, la de los años 80 del siglo pasado, políticamente hablando.


No tengo elementos para calificar o descalificar el reconocimiento, cuando el Ingeniero Cárdenas ha reiterado que le gustaría participar en el próximo proceso electoral de 2012.  Sólo sé que la Medalla Belisario Domínguez es una presea que está bien cotizada y bien valorada por la opinión pública.

Pero hay algo en el ambiente que me llama la atención; es la presencia de dos presuntos antagónicos de hace más de 20 años.

En 1988 las condiciones eran muy distintas, el régimen del partido único, los medios controlados y la osadía de desafiar al sistema desde el interior del propio sistema, era algo muy pero muy osado. Quien se atreviera a desafiar al status quou estaba destinado al ostracismo político o a la muerte; era la regla del sistema.

Y en esas arenas se movieron dos actores: Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Unos dicen que el “desempleo político” de Porfirio fue lo que provocó el nacimiento de la Corriente Democrática del PRI, pero son cosas para la historia.

En 1988 ocurrió la famosa “caída del sistema”, la sospecha de fraude, la polarización política del país, pero años después, el neoliberalismo panista que pretendió privatizar PEMEX de manera descarada, unió al ingeniero Cárdenas y a Manuel Bartlett en el mismo frente. ¿Perdón y olvido?

2011. La distinción a Cuauhtémoc Cárdenas se registra en la misma semana que salen a la luz pública los “ideales” de Carlos Salinas de Gortari en su libro ¿Qué hacer? Una alternativa ciudadana, en el cual cínicamente reitera sus descalificativos a los dos modelos de desarrollo, de los que formó parte o fue impulsor: ni neoliberalismo ni neopopulismo.

El actual momento es un flash back, como dicen los “consultores”, 1988-2011 unidos en la coyuntura actual. Carlos Salinas sigue peleándose con la historia para ganar su legitimidad como ex presidente de la República; Cuauhtémoc, reconocido por haber evitado la tentación revolucionaria y los “baños de sangre”. A las nuevas generaciones de electores, ninguno de los dos les dice nada, salvo que son mitos vivientes.

Para quien esto escribe y de acuerdo con lo revisado de los anaqueles de la historia, hay pros y contras alrededor del ingeniero Cárdenas.

Pros:

Que haya tenido el valor para ser la punta de lanza de todo un movimiento sociopolítico para derrocar al viejo régimen desde sus propias entrañas.

Que haya sido un actor de amplia convocatoria para que la dispersión de las izquierdas confluyeran en un solo movimiento y hacia un solo objetivo: cambiar al país.

Que si bien la tentación revolucionaria era perfecta para que 1988 llevara a los inconformes de entonces a reventar al país, logró controlarlos.

Que su liderazgo al frente del PRD evitó que los grupúsculos se dividieran y combatieran entre sí, en lugar de luchar contra el sistema, que era su fin último.

Que su voz se mantenga firme y coherente con respecto a la transformación de la política económica que necesita el país desde hace más de 20 años.

Que en el 2006 haya planteado la mejor propuesta de país del que se tenga conocimiento hasta ahora (y muy por encima de lo que planteó en su momento la Coalición por el Bien de Todos).

Contras:

Que pese a ser líder absoluto e incuestionable del PRD, no tuvo la visión para empujar más fuerte a su movimiento y que, aun por los canales institucionales, llevaran a México a una real transición a la democracia y no a la actual partidocracia.

Que siendo el “líder moral” pudo haber roto con  su propio caudillismo  e institucionalizar al PRD como el partido de “LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA” no en el mamarracho que es ahora.

Que siendo “líder moral” y primer Jefe de Gobierno democráticamente electo en el DF, creó monstruos del oportunismo político “de izquierda”, como Rosario Robles, Carlos Ímaz y hasta el mismo René Bejarano.

Que dio demasiados votos de confianza a sus allegados chaqueteros, como Ignacio Castillo Mena,  a quien hizo primer coordinador parlamentario y terminó como embajador de Carlos Salinas;  Roberto Robles Garnica,  quien llegó a ocupar la dirigencia interina del PRD y terminó como funcionario de segunda de Víctor Manuel Tinoco Rubí (si no lo saben, fue gobernador de Michoacán).

Que empujó al inepto de Leonel Godoy como gobernador michoacano, pese a la mala fama construida a pulso en su paso como titular de SSPDF y de la PGJDF, así como el segundo al mando en la gubernatura de Lazarito Cárdenas.

Que como venganza personal, el dulce sabor de su venganza por la depuración que hizo de sus ex funcionarios en el GDF, en el 2006 se hizo a un lado para apoyar a Andrés Manuel López Obrador, pese a que sus pocos votos pudieron sumar aunque sea un poquito a la causa.

Cuauhtémoc no tiene partido, no tiene ya la fuerza electoral que cosechó en sus tres candidaturas presidenciales, pero tiene a la historia de su lado que lo ven como un político de paz. A diferencia de Salinas, a quien le aquilatan súper poderes, como estar de todos los males nacionales y hasta de Peña Nieto.

Por mi parte, sólo me da gusto que el ingeniero haya aceptado, pese a todo, la dichosa medalla. Se la merecía y esperemos, para el 2012, que el ingeniero esté a la altura del país para cuando se le necesite.

Saludos y sugerencias: alexiabarriossendero@gmail.com

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