Columna Incómoda. Los tricolores azules

Alexia Barrios G.

@alexiabarriosg
2011-10-18

Una sacudida fuerte debe hacerse el PRI y sus precandidatos presidenciales de esos tricolores azules que deambulan pescando chambas y de “lleva y trae” con los panistas.

Cuando la guerra entre PRI y PAN, Enrique Peña y PAN-PRD Chucho-Ebrard arrecía, me pregunto de qué lado estarán esos hombres y mujeres del viejo sistema que cobran y/o son beneficiarios del régimen panista.


No son pocos ni ocupan niveles bajos. Son hijos o nietos, herederos y grandes beneficiarios del viejo régimen, que mudaron su ideología hacia el PAN, algunos, y otros, sin memoria genética reniegan de sus orígenes y de dónde sacaron para su formación y su fortuna.

Por ejemplo, en la primera fila del PRI, un supuesto operador y enlace entre Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto, Francisco Rojas Gutiérrez, tiene en su hija, Gabriela Rojas Jiménez, un pie “al hombro” en CFE, porque su ex yerno, Antonio Vivanco Casamadrid es el flamante director general de este empresa, cuyos dividendos son millonarios, aunque a los usuarios nos cueste altísimo el consumo.

Y antes, para que se rían, fue coordinador de Asesores de Felipe Calderón durante el primer tercio de su administración. La elección del suegro como coordinador parlamentario de los priístas, les inquietó, pero no mucho en Los Pinos.

La misma Gabriela Rojas fue señalada como “novia” del ex embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, y bueno, muchos deslices políticos se dicen alrededor.

Conocemos a varios periodistas de la vieja guardia, que crecieron a la sombra del poder priísta, que de la noche a la  mañana se volvieron flamantes panistas y promotores de la alternancia por su hartazgo al régimen “corrupto del PRI”.

Dos hijos de un columnista priísta hasta las cachas fueron promotores de las cartas a favor de Vicente Fox en el 2000, hasta que alguien los detectó  y les recordó que su vida de juniors no era de la cultura del esfuerzo, sino de las prebendas del PRI. Desde entonces están calladitos.

Dos ejemplos, quizá patéticos, son los “intelectuales” Jesús Silva Herzog-Márquez y los hermanos Reyes Heroles, Federico y Jesús. El primero, como instrumento legitimador de las reformas estructurales promovidas por Calderón y su partido. Federico, haciendo negocios con su franquicia Transparencia Mexicana con el sistema, al grado de que nadie confía más en su proyecto.

Y Chucho, pues digamos que fue comisionado para vender a PEMEX, lo que su padre defendió hasta el cansancio. Son gente del sistema conservador; sus padres y abuelos, gente progresista.

El secretario de Comunicaciones, Dionisio Pérez-Jácome es hijo del veracruzano Nicho, un dinosuario de hueso colorado del PRI. El inexperto “Nichito”, tiene además dos hermanitas chambeando en Azteca, como producto de las buenas gestiones de su papá tricolor.  El papá cobra en el tricolor, en los gobiernos priistas de Veracruz, pero el hijo que vivió y se formó de la fortuna política tricolor, ahora es de sangre azul.

En una olla aparte se cuece el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, quien se hizo político y alcanzó altos vuelos gracias al PRI y ahora es un ferviente detractor del régimen al que ayudó y del que se sirvió con la cuchara grande. Pintaba para ser el titular de la SCT, pero fue vetado por Televisa, empresa a que ya dejó de atacarla y de criticarla luego de que le sacaron su “Copela o cuello”.  Si regresa el PRI al poder, quién sabe si este personaje pueda regresar a tomar posiciones relevantes.

Existen otros ejemplos más. Quizá estos son los más curiosos y hasta chistosos, pero muestran cómo está degradada la política mexicana, donde el gatopardismo es lo que impera. Todo cambia para que no cambie nada. Al final, PRI o PAN, serán la misma gata revolcada.

Muchos beneficiarios del viejo sistema ahora engrosan las filas del PAN. Son varios los juniors que pasaron de mamaron tricolor y ahora cagan azulado