viernes, 14 de octubre de 2011

De las revoluciones de 7 años.

Como en las Naciones capitalistas poco importa lo que sus ciudadanos quieran, toda vez que la Democracia es el engaño con el que sus gobernantes los manejan (las religiones también sirven para lo mismo)

Aunque mañana desfilen 20 millones de personas en casi 70 naciones, nada pasará.
Los movimientos de gente no triunfan, más que cuando son apoyados por los intereses y la conveniencia de los ricos.
A las dictaduras se les derrota con dinero; y Libia es un fresco ejemplo de ello.  Pues la pregunta es: ¿Y quién arma a los opositores?  ¿De dónde obtienen dinero para la logística y los pertrechos de guerra?; y hasta para obtener alimentos ¿quiénes les dan dinero?
Las Revoluciones duran en promedio 7 años.  Pasado ese tiempo las cosas vuelven a estar más o menos como antes; si no es que en manos de las mismas personas, o sus iguales.
Pues aunque en nuestro México se han tardado un poco más, lo cierto es que la reelección, concepto ideológico base de nuestra Revolución, es, de facto, una realidad desde hace muchos años.  Solo que ahora la quieren oficializar (por no decir que asesinar).
No son pocos los políticos que han cambiado de senadores a diputados federales y a diputados locales, como si fuera un deporte.
El Egipto  moderno posiblemente ha batido record.  Derrumbado el dictador Mubarak, a los tres meses ya estaban otra vez en lo mismo y con el Pueblo exigiendo los cambios que prometieron.
Por lo que las manifestaciones que mañana se llevarán a efecto en 69 Naciones en las que sus ciudadanos unirán sus voces para protestar por el capitalismo, de nada servirán (que no sea para aumentar el raiting de los poco honorables medios de comunicación)
A menos que acompañen sus manifestaciones imitando al Mahatma, con un boicot que les duela de veras.
Y se dejen de acompañar de “La Chispa de la Vida”, que siempre está presente haciendo su agosto en las manifestaciones, es decir, de la Coca-Cola.
Que no solo el símbolo del capitalismo depredador, sino que además son los primeros, y en muchas ocasiones los únicos, que reciben beneficios de las manifestaciones.
Cuando menos en México el consumo de ese refresco es tan alarmante, como tan alarmante es la cantidad de diabéticos que hay.
Pero si alrededor del mundo los mismos 20 millones de personas que vayan a manifestarse, dejan de “refrescarse” con la citada Coca-Cola, entonces sí que se les haría daño.

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