martes, 4 de octubre de 2011

Tiempo de tinieblas y de canallas

José Blanco
 
Hace tiempo, el doctor Julio Muñoz Rubio, que se ha desempeñado en el área de la biología evolutiva, intentó aportar limpieza y precisión en el debate sobre el aborto, alarmado por las barbaridades que deponía a ríos la derecha dogmática sobre el tema. Voy a traer a este espacio sus razones, no para convencer a la mentalidad inquisitorial medieval de Calderón, el PAN, el Papa, la Iglesia y toda su clerigalla, más sus cuatro ministros de la SCJN, que creen que la humanidad debe regirse por el dogmatismo de la religión católica por toda la eternidad; sólo se trata de que acepten que hay muchos millones de mexicanos que tenemos derecho a adherirnos al conocimiento y que en un Estado laico democrático debemos tener cabida, como la tienen los dogmáticos, y que no es posible que quienes usan sotana mental o de trapo, puedan convertir en ley sus sórdidas creencias.
Si una mujer menesterosa, de los muchos millones cuya vida ciertamente no es protegida en lo absoluto, se ve de pronto enfrentada al drama humano extremo de haber concebido sin proponérselo, y ahora tiene dentro de su ser unas células nuevas que un día serán un ser biológico, que será como su madre por necesidad un miserable como los muchos millones que genera el arreglo sociopolítico mexicano, debe tener el derecho de evitar que ese ser biológico se forme: es su cuerpo.
Las palabras del doctor Muñoz Rubio: Se admite desde hace casi dos siglos, cuando Theodor Schleiden y Mattias Schwann emitieron su teoría celular, que existe una unidad mínima de materia viva que puede existir de manera autónoma a las demás. Esta unidad es la célula. Todo ser vivo está compuesto de pequeñas unidades de vida llamadas células. Algunos seres vivos, llamados unicelulares, al mismo tiempo que son una célula, son un individuo biológico, pero solamente ellos.
En el caso del ser humano, “tanto espermatozoides como óvulos son células, unidades de vida al igual que las neuronas, los leucocitos, los hepatocitos o los odontoblastos. Cuando un espermatozoide fecunda a un óvulo, se forma una nueva célula, distinta a las dos que le dieron origen, pero sigue siendo una célula. La diferencia fundamental es que esa nueva célula contiene la información genética de los dos potenciales progenitores del individuo que está por producirse, pero que aún no lo es. El hecho de que esa célula-huevo sea el resultado de esa fecundación del gameto femenino por parte del masculino, no le confiere el estatus de individuo biológico, pues no puede sobrevivir de manera independiente a quienes sí [lo son]… Solamente los individuos biológicos pueden desarrollarse y sobrevivir de manera independiente… En el caso de los vertebrados superiores, grupo al cual pertenece el ser humano, ni embriones ni fetos pueden considerarse individuos biológicos, pues carecen del desarrollo que les permite alcanzar esa independencia en su existir, aunque estén compuestos de células y, por lo tanto, hay vida en ellos, pero no individuación. Por esa sencilla razón, la destrucción de una célula o un conjunto de células cualquiera del ser humano no puede ser considerada un homicidio”. De hecho, agrego, en el parto mismo mueren millares de células, que ciertamente no fueron asesinadas.
Esto es suficiente, para quienes queremos adherirnos al conocimiento científico, para entender que una célula o dos o tres, no pueden sujetos de derecho y se les atribuya la condición de ser biológico ¡nacido!, como concluyeron los cuatro genios de la SCJN.
Esos cuatro sujetos de sotana mental: Guillermo Ortiz Mayagotia, Sergio Aguirre Anguiano, Margarita Luna Ramos y Jorge Pardo Rebolledo, nadie lo olvide, se han podido arrogar el derecho de negarle los suyos a millones de mujeres mexicanas, desde la mentalidad más ignorante sobre la reproducción.
Calderón dijo, inmiscuyéndose en las que no son sus atribuciones, “que el gobierno federal sostiene que ‘México refrenda un compromiso con el derecho a la vida, como un bien jurídicamente tutelado por el derecho mexicano’”: ¡¿México?!, ¿Calderón es México? ¿Es México una sola oscura mentalidad medieval? ¿Es de creerse que el Ejecutivo de un país supuestamente laico haga publicar a través del subsecretario de Asuntos Jurídicos y ¡Derechos Humanos! de la Secretaría de Gobernación, Felipe Zamora, un desplegado en el que rechaza el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo?
Nadie ha hecho tanto por dividir a la sociedad mexicana en los últimos tiempos como el gobierno panista, el clero y la clerigalla y probablemente ese santo Papa que en su país de origen amplias masas exijan a gritos su defenestración.
Llueve a cántaros sobre mojado en este país, en mil desastrosos temas, y esos cuatro siniestros personajes del la SCJN y el Ejecutivo le agregan la bazofia de su moralina provinciana. En tanto, el gobierno se dedica a propiciar matanzas de mexicanos y entre mexicanos, seguramente también en defensa de la vida.
Ustedes, señores cuatro siniestros ministros, han creado la ficción jurídica de que las células son sujetos de derecho ¡como si se tratara de un nacido!
Nos gobierna la sandez.

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