miércoles, 30 de noviembre de 2011

Savater, por una ética para Carlos Salinas


Jairo Calixto Albarrán

El maestro Fernando Savater, con quien tuve la oportunidad de conversar públicamente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde tomó a manera de elogio que lo hayan denominado el Julio Iglesias de la filosofía
(aunque él sí usa calcetines), tendría que escribir un libro llamado La ética según Carlos Salinas, a manera de segunda parte de su Ética para Amador. Sobre todo porque Salinas un día elogia a Calderón elevándolo a niveles de estadista por su perseverancia en la lucha patriótica contra el narco y luego le pide a los jóvenes yucatecos, debidamente escoltado por la góber, a quien traía de chofer, que no voten por el PAN porque es un peligro para México. O sea, quién lo entiende, primero lo elogia para desprestigiarlo y luego lo madrea para levantarle el rating. Está como Enrique Krauze, un día elogia a AMLO por transformarse en AMLOve y casi casi lo pone a nivel de Lula, para luego más tarde anunciar que desconfía de él aunque se haya reconciliado con Los Chuchos.
Digo, por lo menos tendría que reconocerse el esfuerzo mutuo por reservarse sus respectivos asquitos. Es como si el secre del Trabajo se fuera de copas, una noche loca, con el Noroñas y Martín Esparza.
Y ya que se ha citado a Javier Lozano, estoy a la espera de que anuncie que, debido a los buenos oficios demostrados en la defensa de Mexicana de Aviación, entrará a resolver la quiebra de American Airlines, pues en ese mismo momento las sobrecargos buscarán hacer calendarios para ganarse la vida.
De vuelta a Savater, cabe mencionar que respondió a todo. Al por qué usa gafas de colores por culpa de un aguacero en Venecia, a lo del supuesto maiceo de la maestra Gordillo —de la que no tenía, por cierto, la menor noticia— con una Hummer como dicen los sospechosistas, pues él ni siquiera sabe manejar, por ejemplo, con el humor que es el mascarón de proa de su discurso. Pero en lo fundamental resolvió uno de los grandes enigmas de la patria: no es que los mexicanos seamos más corruptos que los suecos —todo un hallazgo—, sino que en Suecia hay mucho menos espacio de maniobra para la impunidad.
Con 90 por ciento de casos criminales que no se resuelven ni encuentran justicia en México, suena lógico. Ahí está la trágica historia del activista Nepomuceno Moreno, asesinado con saña por aspirar a encontrar a los culpables de la muerte de su hijo, presumiblemente a manos de policías de Ciudad Obregón. Y lo primero que se le ocurrió al procurador de Sonora fue criminalizarlo. Y luego mandó a vigilar la funeraria donde velaban a Nepomuceno con hartos policías y militares. No le fuera a dar por resucitar.
Dice Savater: “Los seres humanos hacemos todo el mal que nos permiten”.
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