lunes, 5 de diciembre de 2011

Quique Bieber Peñanieto, ¿el nuevo Ninel Conde?

Jairo Calixto Albarrán

Afoxarse: dícese de aquel mexicano que confunde la gimnasia con la magnesia y la cultura con la agricultura. Así, Enrique Peña Nieto se afoxó. De la misma manera en que el ex presichente Fox confundió a Borges con Borgues, el Justin Bieber del PRI en la mismísima Feria Internacional del Libro de Guadalajara olvidó los títulos de los libros que se suponen marcaron su vida, confundiendo pasajes, nombres y autores. Menos en el caso de la Biblia, aunque pensé que se refería a la Biblia tricolor de las Memorias de Gonzalo N. Santos, donde la moral es un árbol que da moras.

Esto le ha costado linchamientos, burlas y críticas que no le alcanzaron ni cuando aquella re-re-represión de los macheteros de Atenco. Todo parece indicar que para un político mexicano equivocarse en materia literaria es peor que para Chente Fernández, Cristian Castro y El Coque Muñiz olvidar la letra del Himno Nacional.
No puede ser que se pierda la fe en grandes próceres de la talla del Dorian Gel Peñanieto y se le quiera señalar acremente como Laura Bozzo a una putiiitaaa, sólo porque no sabe la diferencia entre Carlos Fuentes y Enrique Krauze. Sería como confundir a Matrix Paredes con Don Beltrone.
Así, quizá sea el momento de plantear constitucionalmente que tanto la literatura como el Himno son enemigos de la patria, peores que los que se atreven a denunciar a Jelipillo ante el tribunal de La Haya.
Cuando a pregunta expresa de Jorge Ramos sobre cómo había fallecido su primera esposa, Enrique Peña Nieto dudó peor que su procurador Castillo en el caso del poeta Efraín Bartolomé, acosado, atacado y robado por perjudiciales del Edomex. Luego, en una segunda conversación con el conductor del Noticiero Univisión, el ex gobernator mexiquense explicó que aquel trastabilleo se debía a un lapsus.
De esta forma, Peña puede alegarle a sus exégetas que es el señor de los lapsus.
Aunque ahora fue por una buena causa. No es que @EPN no sea un gran lector: eligió someterse al escarnio y al ridículo con tal de jalar la marca mediática que se había cebado sobre su carnal Moreira. Ni modo que lo dejara solo a merced de las hienas, que a la hora de su renuncia del PRI (¡Oh, cómo extrañaremos a Humber Humber!) le seguían reclamando los míseros 35 mil mdp extraviados a ritmo del chúntaro style.
Ésa es solidaridad-complicidad, y no jaladas.
Sólo me pregunto por qué don Quique no citó El péndulo de Fuckyou, que sintetiza su pensamiento. O La increíble y triste historia de la cándida Paulette y el Baz Baz desalmado, que engloba su idea de justicia.
La verdad no es que nuestros políticos se afoxen, lo que pasa es que son analfabetas con capacidades distintas.
¿Peña Nieto será el nuevo Ninel Conde?

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