Víctor M. Toledo
Se dicen muchas cosas. Que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) lanzará el año próximo la convocatoria a un torneo nacional de versificadores cuyo tema central será el lector Peña Nieto. Que ya la SEP contempló la idea de un concurso de selección de una docena de maestros cuya tarea será hacerle una elegante síntesis al candidato del PRI de 40 libros básicos. Que según un sondeo en las redes sociales, las tres bromas ganadoras fueron: “Menos Face y más books”, “Aún no termina de leer El dinosaurio, de A. Monterroso”, y
Pero esto son meros rumores, supuestos que deben comprobarse. Lo que debe atenderse y entenderse es lo que sucedió en Twitter del sábado 3 al martes 6 de diciembre con el caso Peña Nieto. Cada día en esta red social se generan a escala global unos 95 millones de mensajes o tuits, y en México existen casi 4.6 millones de usuarios. De manera permanente la red monitorea todos esos mensajes y cuando localiza un tema que se repite y especialmente que aumenta el número de usuarios dramáticamente lo sitúa como un trending topic. Tras el incidente de Peña Nieto en la FIL de Guadalajara, el sábado 3, se generó un incremento notable del tema, que alcanzó su pico a la medianoche, después de lo cual los sitios generadores fueron cancelados o bloqueados temporalmente, para rebrotar a lo largo del domingo y alcanzar un pico mayor la noche de ese día (casi un millón de hits). Cuando iba decayendo apareció el inusitado e irreverente mensaje de Paulina Peña contra los pobres o proles, un hecho que desencadenó una reacción descomunal e inmediata casi tres veces mayor a lo de la FIL, la cual fue de nuevo bloqueada (ver: pulsociudadano.com/). Mucho se ha escrito sobre este fenómeno, incluidos los brillantes artículos de Javier Corral y Juan Villoro, pero muy poco se ha dicho sobre lo que parece fue una censura de la red ante las presiones del PRI, un efecto que alcanzó la página del analista Jenaro Villamil (www.homozapping.com.mx), autor del libro El reality show de Peña Nieto.Fue despeinado y despeñado. Que una pequeña empresa de cosméticos ya lanzó un gel para pelo, color verde, blanco y colorado, llamado EPN. Que el aspirante prometió a su familia y a su partido leer completitos durante las vacaciones tres libros: La Biblia, El capital y El origen de las especies. Y en fin, que está naciendo un nuevo partido político, el PPP, para refutar a la hija incómoda.
Pero la #Librería Peña Nieto sólo ha sido un suceso que ha disparado un interés por escudriñar con cuidado al candidato presidencial, y del Twitter se ha pasado al YouTube. Un paseo por este último medio devela varios productos. El más notable y que se convierte en fuerte candidato a ganar el Óscar de la picardía mexicana es una farsa montada a partir de la película La caída, (2004) en la que Adolf Hitler, convertido en el amo del país, se entera del libresco desliz de Enrique Peña Nieto. Los autores se sirven del original alemán para editarlo y ponerle rótulos en español. Subido por varios, este video se está viendo por 250 mil ciudadanos al día, alcanzando los 1.8 millones. Derivado del anterior, un nuevo capítulo subido el viernes 9 (Hitler se entera del TT Soy prole) registra unas 50 mil reproducciones diarias. Otro, denominado Homero Peña Nieto, encuentra en un corto de Los Simpson la misma situación sufrida por el candidato (más de 600 mil reproducciones). Otros cinco videos dan versiones del sucesos de la FIL (3.4 millones de reproducciones).
maricones. Días después es aprehendido, encarcelado, golpeado y violado, puesto en libertad, y de nuevo agredido y violado por golpeadores. Meses después sale del país. Este video ha sido visto por más de 1.3 millones de personas.
Como ha sucedido en otros países, las redes sociales propiciadas por las nuevas tecnologías de la comunicación se están convirtiendo en nuevo factor del cambio o de presión de la sociedad civil. Ahí están los acontecimientos de los países árabes (Egipto, Túnez, Siria, Marruecos), la campaña electoral de Barack Obama, las movilizaciones de los antiglobalización, o de los indignados. Hoy toca a México, donde se estima que unos 28 millones utilizan estos medios, entrar de lleno en estas dimensiones del debate y de la información. En una sociedad verdaderamente democrática, los candidatos a puestos públicos están automáticamente bajo el ojo escrupuloso de las redes.
Ya veremos en los meses que vienen cómo se da, quiénes aprovechan, y sobre todo quiénes ganan y pierden esta guerra digital.
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