lunes, 27 de febrero de 2012

Y discúlpeme si soy tan franco

 Alejandro Páez Varela -
  Historia de unos días -
*Rosario, Cuautemoc y Cloutier
Mi padre votó por el PRI. Mi abuelo, seguramente, votó por el Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del PRI. Yo no voté por el PRI porque mis tíos maternos vivían enojados contra el gobierno por la represión de 1968, por la condición de los mineros en Chihuahua –el otro abuelo trabajó en la mina–, y porque a principios de 1980 se levantó un movimiento en Ciudad Juárez en contra del PRI, y un tío, de los del lado materno, me dijo:
–Esos del PAN son reaccionarios, Ale. Pero algo bueno traerán si se oponen al pinche PRI.

Luego me vio a los ojos y me dijo: “Manuel Gómez Morín era un hombre justo. ¿Sabías que los Páez están emparentados con los Gómez Castillo y los Gómez Morín?”
Tampoco tuve necesidad de definirme políticamente en esos años, porque nací periodista. Mi vida se hizo, desde los 12, en las redacciones. Y nunca voté por el PAN, nunca.
Luego crecí, y me fui enterando que era inevitable que el PRI fuera derrotado.
Vino 1988, y me acuerdo mucho de la primera interpelación al Presidente. Fue a Miguel de la Madrid.
Jesús “Chicho” Ceniceros, jefe de redacción de El Diario de Ciudad Juárez, gritaba:
–¡Culeros, culeros! ¡Transmitan las protestas!
La cámara, en el Congreso, estaba fija en el rostro enturbiado del Presidente. Eso transmitía la televisión mientras, atrás, se escuchaba a los valientes gritar, pedir democracia, justicia, libertad.
–¡Culeros! –gritaba el “Chicho” en plena Redacción. Regordete y de bigotes, era ya un viejo.
Yo me estremecía por dentro. Sentía la emoción de un país en el rumbo del cambio. “Culeros y corruptos”, pensaba.
Un día, recuerdo, David Pérez López, quien cubría a Ceniceros el fin de semana, me pidió que hiciera el pie de la foto principal, de la portada.
Creo que Pedro Valtierra –a quien entonces no conocía– ya había fundado la agencia Cuartoscuro. Nos llegaban las fotos al aeropuerto, en un sobre amarillo, con alguno de los viajeros.
Fui al taller por la foto y no la encontramos.
Regresé al laboratorio y escogí una. Eran Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra de Piedra. Creo que marchaban. O discutían con policías y se jaloneaban.
Escribí el pie y se publicó en portada.
Al día siguiente me buscó Pérez-López, entre asustado y molesto: ¿Pues qué está loco?, me dijo. Se agarraba la cabeza.
Todos los días llamaban al periódico, recuerdo, de la delegación de Gobernación. Teníamos que leerles la cabeza principal y las secundarias, y decirles qué foto llevábamos.
Ese control tenían el PRI y su aparato, Gobernación.
Afortunadamente no pasó nada. Pérez-López respiró.
A mí me emocionó la travesura inconsciente. Me hizo cómplice del cambio y fui muy feliz.
Imagino lo que sentirían todos los que dieron su vida por este cambio si hubieran vivido los años por venir. Imagino lo que sentían aquellos que gritaron, marcharon, se enojaron.
Imagino, también, lo que habrán sufrido quienes padecieron los últimos 10 años en México.
Pobres de Gómez Morín, Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra de Piedra y otros.
Pobres de nosotros.

***
Mi padre votó por el PRI porque creía que eso era lo correcto. Mi abuelo, seguramente, votó por el Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del PRI, porque eso era lo que debía hacer.
Y yo no voté por el PRI y ahora muchos lo harán, y el PRI está de regreso.
Me siento un paria este 2012; un hombre sin oficio, prematuramente viejo y sin sentido.
Siento que todo lo que hicimos, poco o mucho –cada quién en sus trincheras–, en varias generaciones, se ha ido, literalmente, a la chingada.
Y discúlpeme si soy tan franco.

*Imagenes de Google, subidas por Atotovive

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