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Imagenes de google, agregadas por Atotovive |
E
ntre Tepalcatepec y Nueva Italia, Michoacán, hay un arco de más de cien kilómetros, con Apatzingán en el centro. Si ese arco se proyecta a Uruapan, entre los tres puntos queda un triángulo de unos tres o cuatro mil kilómetros cuadrados. Pero si el ángulo superior se ubica hacia el norte, en la Meseta Tarasca, por los rumbos de Paracho y Cherán, el área triangular, con el Cerro Tancítaro en el centro, suma unos siete mil kilómetros cuadrados. De ese tamaño es el territorio michoacano que se encuentra fuera del control del Estado, a menos que
controlpueda entenderse como el sobrevuelo de un helicóptero de la Policía Federal que
observa
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El Doctor Mireles Lider de auto -defensas |
Fue precisamente en Apatzingán donde el 3 de enero de 2007 Felipe Calderón, enfundado en una camisola militar que tanto en lo literal como en lo figurado le quedaba enorme y acompañado del entonces gobernador Lázaro Cárdenas Batel y resguardado por enjambres de policías federales, soldados y marinos, refrendó los lineamientos sociopáticos de su estrategia de seguridad (la guerra contra la delincuencia costaría muchas vidas, dijo) y prometió a los michoacanos un futuro de paz.

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El dolor de una familia, por la muerte de ser querido en Antunes, Michoacan |
De Salinas y Zedillo a la fecha la inseguridad ha empeorado en forma sostenida y algunos se preguntan qué han estado haciendo todos estos años los equipos de gobierno que se han sucedido. La respuesta es simple: han estado destruyendo al Estado en todos los ámbitos, salvo en el de sus habilidades represivas. Han ido a Washington a declinar atribuciones y facultades exclusivas, han desmantelado el sector público de la economía, han emprendido campañas contra los sistemas de salud y educación, han transferido cientos de miles de millones de dólares del erario a bolsillos privados y han socavado el respaldo social y la autoridad mediante repetidos saqueos a la propiedad de todos.
La oligarquía y su funcionariato han creído que el ejercicio de gobierno puede reducirse a robar en beneficio propio y de los socios trasnacionales y a mantener una propaganda multimillonaria, un reparto electorero de dádivas y un ejercicio de la fuerza contra activistas, disidentes y simples ciudadanos (de Atenco, de Oaxaca, de Ciudad Juárez, de Monterrey, de Morelia o del Distrito Federal), a quienes se detiene, tortura y acusa de cualquier cosa sólo por el gusto de ejercer un poder perverso.
Pero no. La reducción del Estado a sus componentes más primarios –oficinas de fabricación de mentiras y entrega/recepción de sobornos, logotipos de cuerpos legislativos sumisos y corporaciones armadas– genera, obligadamente, ingobernabilidad, y todo indica que ya estamos en esa fase. Ahora nada simboliza mejor a ese Estado corroído desde adentro que un helicóptero solitario de la Policía Federal que ronronea sobre los enfrentamientos michoacanos para
observar la situaciónsin que a nadie le importe su presencia, en tanto los jerifaltes institucionales piensan en alguna suerte de arreglo coyuntural –igual pueden pactar con el cártel o con las autodefensas, o bien contratar a alguna empresa de seguridad– para aparentar que no pasa nada y que la crisis ha sido resuelta. Con suerte y hasta les creen.
Twitter: @Navegaciones
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