lunes, 12 de julio de 2010

¿Proyecciones o profecías?

La Jornada- Jalisco

FELIPE VICENCIO ÁLVAREZ

Hace algunos años cerró sus puertas la escuela primaria de la comunidad de Cofradía, en el municipio de Cañadas de Obregón. No había suficientes niños para mantenerla en operación. Los pocos que aún asistían tuvieron que buscar acomodo en el plantel de la cercana localidad de El Zapotillo. Pero no es un caso aislado; muchas localidades de Jalisco ven cómo se va reduciendo su población y afrontan el futuro con incertidumbre.
Las proyecciones demográficas que el Consejo Estatal de Población y Conapo han elaborado con alcance al 2030 ofrecen importantes datos. El Informador difundió recientemente parte de este trabajo, en el que se explica cómo dentro de veinte años 109 municipios de Jalisco habrán decrecido poblacionalmente. Es decir, sólo crecerán 16 municipios, los que forman parte de las zonas Centro y Costa Norte. El fenómeno del despoblamiento es de los más relevantes en nuestra entidad, sobre todo si se le combina con el dato del lento crecimiento de la población. Ambos factores configuran una crisis demográfica que obliga a definir acciones en el presente para afrontar los escenarios por venir.
Un conjunto de decisiones de gobierno han hecho que prevalezca un modelo de desarrollo que privilegia al centro. Por ello la tendencia demográfica es a la concentración. La urbanización de la población de Jalisco define este fenómeno, que se manifiesta en el hecho de que la Zona Metropolitana de Guadalajara y algunas pocas ciudades, como Puerto Vallarta, van alojando progresivamente un mayor porcentaje de habitantes de la entidad. No importa que simultáneamente se observe un efecto de dispersión. Proliferan pequeñas localidades, hoy casi nueve mil, pero en donde reside apenas el 2.5 por ciento de la población total.
A partir de 1995 el Gobierno del Estado hizo del desarrollo regional un asunto estratégico. Éste fue sin duda un parteaguas en el manejo del tema. No obstante, las inercias centralistas no han cedido del todo. Ya han pasado quince años y un indicador relevante, como es la inversión pública, apenas acusa un cambio significativo. Según reportes de la Secretaría de Planeación, la inversión del Gobierno del Estado se ha dirigido mayoritariamente por fin a las regiones de Jalisco: 52 por ciento, mientras en la Zona Metropolitana queda sólo el 48 por ciento. Este esfuerzo es notable, sobre todo si tomamos en cuenta que en la capital y su zona conurbada se asienta más del 60 por ciento de la población total del estado. Algo así tendríamos que esperar también de la inversión privada, aunque está lejos de ocurrir. Casi la totalidad se concentra en la Zona Metropolitana. La actitud medrosa y cortoplacista de gran parte del empresariado local, que le ha dado sello de identidad en todo México, no favorece el despliegue de las potencialidades regionales.
Afrontar las demandas de una creciente población que se concentra en pocos núcleos será tarea de las próximas autoridades, como de hecho ya lo es para las actuales. Los problemas de hacinamiento y contaminación, lo mismo que los retos del empleo y la movilidad, serán desafíos de grueso calibre, por no hablar de las implicaciones que esa tendencia tendrá en materia de salud y educación, servicios que reclamarán no sólo una creciente infraestructura, sino un esquema de atención pertinente que se sostendrá en un ejército de burócratas que hoy no existe.
El proyecto de regionalización pretendía promover el desarrollo mediante un modelo que desconcentrara las inversiones y los recursos en general, identificando las potencialidades particulares de cada zona del estado. Cabe preguntarse si las proyecciones elaboradas por Conapo no son la declaración del fracaso de tal modelo. ¿Sigue teniendo sentido destinar recursos a la infraestructura de localidades que en pocos años estarán casi desiertas? Alonso Ulloa, Secretario de Promoción Económica, afirma que promueven políticas de desarrollo regional para revertir esta tendencia de despoblamiento pero ¿qué tendrían que hacer autoridades y sociedad para lograr en los próximos 15 años lo que en los 15 años anteriores no han logrado?
Las proyecciones no deberían ser interpretadas como vaticinios. Son apenas lecturas anticipadas a partir de una tendencia. Tendencia que en muchos casos puede modificar la acción determinada de la autoridad y sociedad, para lo cual bastan dos condiciones: datos precisos y políticas públicas acertadas. El 11 de julio se conmemoró el Día Mundial de la Población. Con el lema “Todos contamos”, este año la ONU respalda los esfuerzos de los censos nacionales, una tarea que permite levantar información fidedigna y que hace visible a cada uno de los habitantes de cada país. México dispondrá en breve de los resultados de su XIII Censo de Población y Vivienda. Contaremos entonces con datos precisos para conocer mejor las tendencias demográficas. ¿Habrá entonces políticas públicas acertadas o iremos sin remedio hacia lo que anticipan las proyecciones como fatales profecías autocumplidas?

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