lunes, 16 de agosto de 2010

“Dios nos libre de un partido fascista como el PRD”

   
Jairo Calixto Albarrán


No, no lo dijeron en un arrebato ni el gran Chupacabras ni el ex presichente Fox, ni Ulises Ruin, ahora que está muy girito porque sus achichincles lo excusaron de todo juicio político, alegando que como La Llorona, hermoso huipil llevaba. Tampoco lo mencionaron quienes señalan al perredista Carlos Navarrete por multiplicar los espectaculares en los que, en calidad de presidente del Senado, rendirá su primer informe. Son tantos los anuncios con su efigie que pareciera que le quiere hacer competencia al Gelboy Peñanieto como el Big Brother del momento.

Pero no, con estas bonitas declaraciones nacidas del estrangulamiento de gónadas que le aplicaron desde la Tremenda Corte al darle rango constitucional a los matrimonios entre personas del mismo sexo, don Hugo Valdemar —vocero de la Arquidiócesis Primada de México— destaca por su nivel de reflexión, capacidad de inclusión y tolerancia. Así, se unió a los grupos de orígenes artríticos que se solidarizaron con el cardenal Rivera Carrera, por su voluntad para asirse al pensamiento medieval como a un clavo ardiente, al atacar con una vehemencia a los casamientos gays que no se le vio frente al padrote Maciel.

Como quiera que sea, a esos chuchos, les han dicho chaparros, les han dicho mariquitas, les han dicho mandilones, les han dicho lavestida, pero supongo que jamás aspiraron a que desde los más altos niveles del poder eclesiástico les hicieran el favor de elevarlos a rangos tan insospechados que, sin duda, los coloca en territorios de dignidad viniendo de quien vienen.

Yo me creía suficientemente aturdido por la crónica vía internet del partido Pumas vs. Monterrey, que no podía ser más localista como según le hice ver por Twitter al querido Willie González que, como se diría en su tierra, simplemente se la bañó. Sin embargo, las declaraciones del mero mero de los Abogados Católicos, Armando Martínez, en el sentido de que “las adopciones gays le darían en la madre a los niños” (¿más que los depredadores infantiles con sotana, en serio?), me dejaron todavía más turulato que la derrota de los universitarios. Por supuesto, era un homenaje al cardenal Sandoval Íñiguez, quien en una de sus más grandiosas demostraciones intelectuales y humanitarias, espetó una pregunta que hizo retumbar en sus centros la Tierra y convirtió en modernos a los del PRIcámbrico temprano: “¿A quién le gustaría ser adoptado por maricones o lesbianas?”.

Supongo que alguien que preferiría, además de no ser traumatizado por un cura pederasta, evadir la condena del olvido, el desamor y la orfandad.

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