![]() | Roberto Blancarte |
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26 octubre 2010 blancart@colmex.mx | |
Suele suceder que cuando se publica una encuesta de opinión algunas personas, a las que no les gustan los datos arrojados por la misma, simple y sencillamente no creen en lo que ven y cuestionan sus resultados. Algo así me pasó hace algunos días cuando vi una encuesta realizada por Parametría, SA de CV, institución que hace “investigación estratégica, análisis de opinión y de mercado”, en este caso encuestas en vivienda con un nivel de confianza estadística de 95 por ciento. No me gustaron por varias cosas. Para empezar, el nombre, porque esta empresa distribuyó los resultados bajo el título: “Divide a los mexicanos el Estado laico”, lo cual presenta varios problemas. Para empezar, ninguna de las preguntas menciona al Estado laico, sino que se refieren a la noción de separación entre el Estado y “la” Iglesia en singular, señalando en ocasiones únicamente a la Iglesia católica. Esto, en un país donde alrededor de 15 por ciento de la población pertenece a otras iglesias o a ninguna, sesga de alguna manera los resultados, además de que la referencia al Estado laico es abusiva. La confusión entre separación y laicidad es por lo demás común, pero no autoriza a los analistas de esta empresa a hablar sobre Estado laico. Como un pequeño recordatorio, habría que entender que existen muchos países que no conocen la separación, como Noruega, Dinamarca o Inglaterra, y sin embargo son muy laicos. Hay otros que tienen en sus constituciones el principio de separación y sin embargo las legislaciones y políticas públicas de sus Estados siguen influidos por una o varias doctrinas eclesiásticas. Tal es el caso de países como Brasil, Chile, Colombia y muchos más de Latinoamérica. La separación entre el Estado y las iglesias es por lo tanto una práctica importante, pero no es esencial y ciertamente no es suficiente para la constitución de un Estado laico. El segundo error de los analistas de Parametría es, por lo mismo, equivocarse en la interpretación de las respuestas ofrecidas a la pregunta: “En su opinión ¿la Iglesia católica debería de abstenerse de opinar sobre los asuntos políticos y sociales del país o está bien que la Iglesia exprese su opinión sobre estos asuntos? El resultado fue que 47 por ciento señaló que la Iglesia católica debería de abstenerse de opinar sobre los asuntos sociales y políticos del país, mientras que 48 por ciento expresó que está bien que la Iglesia exprese su opinión sobre estos asuntos. De allí que los analistas de Parametría hayan concluido que el Estado laico “divide a los mexicanos”. Lo anterior extraña de entrada, pues muchas otras encuestas hablan de una tasa de aprobación del Estado laico entre los mexicanos de alrededor de 90 por ciento. Pero sobre todo la interpretación es un error garrafal por la sencilla razón de que es falso decir que quienes están contra la libertad de expresión de la Iglesia no están a favor del Estado laico, de la misma manera que es falso que quienes están a favor de la libertad de expresión de la Iglesia están contra el Estado laico. Muy por el contrario, desde mi punto de vista, lo que estos resultados nos muestran es a dos sectores de la población que no comparten opinión acerca de la libertad de expresión que deben tener las iglesias. Pero nada nos indica que alguno de ellos esté contra el Estado laico. De hecho, yo diría que más bien estamos frente a dos concepciones sobre el papel de las iglesias dentro del mismo: hay algunos que estarían a favor de un Estado laico de corte más anticlerical, como ha sido nuestra tradición histórica, mientras que otros estarían a favor de un Estado laico menos defensivo y anticlerical y, por lo tanto, donde las Iglesias, es decir los ministros de culto, deberían tener la libertad de opinar en materia social y política, cosa que por lo demás no está prohibido en nuestro país. En México, lo único que les está prohibido a los ministros de culto es intervenir en política electoral y oponerse a las leyes o a las instituciones del país. Igualmente inquietantes son otras respuestas, pues según esta encuesta 28 por ciento de los entrevistados habría respondido que en México no existe separación entre la Iglesia y el Estado, lo cual en sí sería alarmante porque significaría el fracaso de la educación histórica básica. Sin embargo, un análisis detenido nos puede conducir a una interpretación quizás más adecuada. La pregunta fue: “Con lo que usted sabe, ¿en México existe o no separación entre la Iglesia y el Estado”. Ante la respuesta mencionada uno tendería a pensar que la gente no sabe ni de historia ni del “principio histórico de separación” establecido en el artículo 130 de la Constitución. Sin embargo, quizás (y sólo quizás) parte de la gente contestó no en función de un principio jurídico o histórico, sino simplemente en función de lo que está viendo en nuestra realidad política actual, donde por lo menos en 16 estados de la República muchos gobernadores y diputados ignoraron ese principio e hicieron reformas contrarias al espíritu de separación. Esto, por supuesto, no lo podremos saber hasta que no tengamos encuestas más precisas. Por lo pronto, me queda clara una cosa. No es que debamos desconfiar de las encuestas, sino de los analistas que las interpretan, incluso, por supuesto, de un servidor. Y no, no nos estamos volviendo mochos. blancart@colmex.mx |
martes, 26 de octubre de 2010
¿Acaso nos estamos volviendo mochos?
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