martes, 12 de octubre de 2010

Daños colaterales (Sionismo)


Irene Selser
El Estado laico de Israel busca mutar a “judío”

12 octubre 2010
irene.selser@milenio.com

La propuesta hecha ayer por Netanyahu al liderazgo palestino de congelar —no dicen “suprimir para siempre”— la construcción de colonias judías en Cisjordania si éste reconoce el carácter judío del Estado de Israel, pareciera inscribirse en la misma vieja lógica: un Estado palestino a cambio de aceptar la existencia del Estado de Israel. De hecho, con ese estatus, “Estado de Israel”, es como Tel Aviv exigió a Egipto y Jordania que se le reconociera para regularizar relaciones, siendo estos dos los únicos Estados árabes que reconocen formalmente su existencia. El carácter de Estado de Israel fue proclamado el 14 de mayo de 1948 “en virtud del derecho natural e histórico del pueblo judío, así como la resolución de las Naciones Unidas” de crear “un estado judío en Palestina, que llevará el nombre de ‘Estado de Israel’”. No se llamó “Estado judío de Israel”.

Previendo las reacciones, Netanyahu se adelantó ayer diciendo que el nuevo estatus de “judío” no afectaría a 20% de sus habitantes de origen palestino, quienes “tienen garantizados todos sus derechos ciudadanos”. Pero el vocero del Departamento de Asuntos Relacionados con la Negociación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) Xavier Abu Eid, rechazó de inmediato la oferta por ser “completamente inaceptable”. No sólo porque las colonias judías en los territorios palestinos son ilegales según el derecho internacional, dijo, sino porque reconocer a Israel como “Estado judío” anularía el derecho al retorno de millones de palestinos refugiados en los países vecinos tras la implantación de Israel.

Sin embargo, esta idea de “Estado judío” no es cosa de ayer. Previo a la inservible cumbre organizada por W. Bush en Annapolis (Washington), en noviembre de 2007, el entonces premier israelí Ehud Olmert dijo que el reconocimiento de Israel “como el Estado de todo el pueblo judío” sería un buen punto de partida para retomar las pláticas de paz. Es más, ya en abril de 2004, en una reunión con el antecesor de Olmert, Ariel Sharon, Bush, como vocero del movimiento neoconservador de EU —que junto con la derecha israelí suscribe la noción racista de que Israel es la patria exclusiva de los judíos— reafirmó su compromiso con Israel en tanto “Estado judío”.

¿Por qué a uno a uno le gana la sorpresa cuando se entera que Israel es un Estado laico? Porque la religión ha estado manipulada a tal punto en estos 62 años por el establishment israelí en aras de su proyecto expansionista, que el binomio Estado-judaísmo parecía caer por su propio peso. Tal como está tratando de dejar caer ahora ante la opinión internacional la coalición de derecha y ultraderecha del gobierno Netanyahu.

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