sábado, 2 de octubre de 2010

La Crisis Política en la Universidad de Guadalajara. Prefacio.

 

La Crisis Política en la Universidad de Guadalajara. Prefacio.

ACLARACIÓN PRELIMINAR DEL AUTOR.

Este es un análisis particular y al menudeo de lo que es y significa el fenómeno social y político del corporativismo, sin complicaciones
teóricas y a la luz de los hechos crudos y concretos que señalan
descarnadamente cómo se ejerce el control político sobre la gente que sirve a una institución, y que suponiéndose parte del sector ilustrado de una sociedad, por laborar en el medio universitario, no escapa sin embargo a la influencia y control de un sistema político y económico, social y cultural, que irónicamente se dedica a anular al ser humano bajo la consigna de la obediencia ciega para comprar cierto confort envuelto en la indignidad.

Estos apuntes, datos y reflexiones, no pretenden constituirse en una verdad absoluta y totalizadora sobre los hechos y acontecimientos ocurridos dentro del medio académico, político, social, administrativo y cultural de la Universidad de Guadalajara. Básicamente son mis testimonios personales sobre las diversas situaciones creadas dentro del proceso de vida institucional de la máxima Casa de Estudios del Estado de Jalisco, sostenida con fondos públicos, que inicialmente era de Estado, pero que con la nueva legislación se convirtió en Autónoma para su régimen interior, aunque sujeta a la intervención del Estado Federal y local, para vigilar la transparencia en el uso de esos recursos públicos. Penetré al medio universitario, buscando horizontes mucho más amplios para mi labor magisterial e intelectual, social y política, dado que Tepic se había convertido en un escenario muy limitado para mi quehacer pirivado y público. Concluí el primer año en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nayarit, con un promedio general de 100. El gobernador Roberto Gómez Reyes, me concedió por ello una beca en efectivo para poder trasladarme a continuar mis estudios en la Universidad de Guadalajara (1971). Lo hice consciente de los riesgos de tal decisión. La fama nacional del medio político interno era sobrecogedor. La Federación de Estudiantes de Guadalajara era una organización armada, cuyos excesos eran manifiestos. Era habitual ver por las calles de Guadalajara, automóviles transitando tranquilamente, pero llenos de jóvenes portando no solamente pistolas sino también armas largas de diversos tipos. Esas imágenes públicas habían hecho ganar a la FEG el apodo de gorilesca, máxime si tomamos en cuenta que uno de los Presidentes de la FEG, Hermenegildo Romo García, era conocido como "El Gorilón". Mi pasado militar me permitía moverme sin problemas en aquel medio pistoleril, en el que la mayoría de los jóvenes involucrados en esa dinámica, eran proyectos de vida en busca de su propia personalidad y cuyas deficiencias e insuficiencias eran encubiertas por las armas que portaban y la irresponsabilidad derivada del encubrimiento y protección del gobierno local y federal. Eran márgenes de impunidad que fabricaban en la mente de aquella generación proclive a la violencia, el rostro de una sociedad temerosa que soportaba aquellos desmanes de los grupos estudiantiles rijosos y hacían sentir a las gavillas de jóvenes irreverentes, indisciplinados y abusivos, como un círculo social superior, exento de obligaciones con las leyes vigentes y las reglamentaciones regulares para garantizar la convivencia pacífica y la tranquilidad social. Entonces, ser estudiante participante en los círculos políticos de las luchas electorales escolares, era sinónimo de delincuencia tolerada por leyes no escritas. Máxime cuando la FEG se involucró en el enfrentamiento violento con otras organizaciones de derecha o de izquierda que pretendía desplazarla del control político, social y administrativo del campus universitario. Hay gente que ya ha opinado y escrito sobre los hechos que aquí analizamos, pero lo han hecho a partir de lo que les han contado o de lo que han leído. En mi caso, fue mi propia experiencia la que escribió en mi memoria todo este catálogo de hechos y acontecimientos, en muchos de los cuales yo mismo co-protagonicé. Y puede ser que en la interpretación de muchos de esos hechos, puedan darse diferencias de criterio con otras personas, pero los hechos seguirán subsistiendo con su valor objetivo, por encima de cualquier interpretación o subjetivismo. Pero esas diferencias de opinión, analizadas objetivamente, responderían a causas concretas, determinadas por la clase social, el método para el razonamiento, la ubicación política concreta (la FEG era simplemente un grupo de presión del sistema corporativo priista) o el bando específico en el que se ubicaba el militante o el observador. Por entonces (1971), la FEG estaba compuesta por grupos y alianza de grupos, que giraban principalmente en torno a un ex-presidente de la organización estudiantil. Así que sus puntos de vista responderían a los intereses del grupo al que le respondían, como se decía en el argot fegista. Los grupos de entonces se alineaban así: el Presidente de la FEG, Guillermo Gómez Reyes, en alianza concreta con el ex-presidente de la FEG, Jorge Enrique Zambrano Villa. Otro grupo era encabezado por Ignacio Mora Luna y sus grandes intereses en la Escuela Politécnica y la Facultad de Ingeniería. Otro grupo era el encabezado por Enrique Javier Alfaro Anguiano, cuyo feudo era la Escuela Preparatoria número Cuatro. Los dos habían sido también presidentes de la FEG. El otro grupo era el encabezado formalmente por otro ex-presidente de la FEG: Adalberto Gómez Rodríguez, cuyo feudo era amplio y abarcaba la hoy llamada División de Ciencias de la Salud. Pero como Adalberto saltaba de un cargo público a otro, o de una diputación local a una federal y viceversa, dejaba el control del grupo en manos del Ing. Alfredo Chavarría Velasco (a) "El loco Chavarría", aunque en realidad, por no contar con una imagen muy respetable, quien era respetado y con quien se reportaban los dirigentes concretos del grupo llamado de "El Gordo Mora", era con el Ing. Jesús Alberto Mora López. Una vez asimilado a la vida regular y la dinámica especial del medio universitario, como conferencista y asesor político, a través del grupo del "Gordo Mora", impartiendo cursos de orientación política, me presenté al despacho del Lic. Carlos Ramírez Ladewig, mismo que me aceptó con respeto y reconocimiento a mi capacidad intelectual y política. Mi relación con él fue de respeto recíproco, dándome todo el apoyo que necesitaba para el logro de mis objetivos culturales, ideológicos y políticos, a condición de no intervenir en la política estudiantil dentro del campus. La muerte del Lic. Carlos Ramírez Ladewig, (1975) a raíz del crimen de Estado perpetrado en su contra, disfrazado de atentado izquierdista, truncó proyectos que pudieron haber redundado en la elevación académica de la Universidad de Guadalajara, a niveles muy significativos a nivel nacional, especialmente en el área del bachillerato, liquidando la concepción pragmática del mismo, como simple peldaño para acceder a una escuela superior, y como nivel ilustrativo sin rebasar el tono y contenido simplemente informativo, desdeñando la intención formativa de la conciencia del estudiante, para sustituirla por la concepción tecnocrática, productora de mano de obra barata en beneficio de una planta productiva de medio pelo, rezagando por completo su objetivo primordial: sentar las bases esquemáticas de la cultura universal del educando y una conciencia preparada para valorar críticamente su entorno natural y social. Esos grandes objetivos no se los plantea actualmente ninguna universidad mexicana pública, y mucho menos una univer sidad privada. Analizamos la crisis política que la Universidad de Guadalajara vive actualmente, pero nos remontamos a sus antecedentes de finales de los años ochentas del siglo XX, porque en esa etapa se encuentran las causas de la etapa crítica actual, y en ella me tocó vivir personalmente la mayor parte de sus hechos y acontecimientos, como observador crítico muy cercano, y a veces como participante directo. Hay quienes quisieran olvidar muchos episodios de la memoria histórica de la Universidad. Por ello decidimos pergueñar estas reflexiones e impedir que se vayan al cesto de la basura de la historia, en beneficio de aventureros y predadores que no solamente han empequeñecido la imagen intelectual superior de nuestra Universidad, sino que, además, han convertido a la política, de una ciencia respetable que debiera ser, en una cloaca cuyos efluvios ahuyentan a la conciencia ciudadana de esta actividad, denigrándola y deformando lamentablemente sus altas expresiones cívicas. Si algunos lectores de estas páginas llegan a considerarlas un aporte importante para su personal ilustración y comprensión de los sucesos que en los últimos tiempos han llamado la atención de la opinión pública, el autor agradece de antemano su apreciación y su valoración, pero más podrá agradecer la difusión de sus contenidos.

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