viernes, 15 de octubre de 2010

La Crisis Política en la Universidad de Guadalajara. XII

CÓMO CAPTURÓ PARA LA IZQUIERDA, ALEJANDRO GASCÓN A ÁLVARO RAMÍREZ LADEWIG.

Por José Dolores Mártir
 
El asesinato del Lic. Carlos Ramírez Ladewig, el 11 de septiembre de 1975, trajo consigo una serie de ajustes políticos y administrativos hacia adentro del medio universitario, y en el rostro exterior del grupo de presión priista, conocido como Uni-FEG. Por lo pronto, la primera víctima fue el Lic. Rafael García de Quevedo, quien tuvo que renunciar como Rector de la U. de G., para ceder el puesto al Arq. Jorge Enrique Zambrano Villa, que hasta entonces venía fungiendo como Secretario Particular de Rectoría. Enrique Javier Alfaro Anguiano, Director del Departamento de Enseñanza Preparatoria y ex-director de la Escuela Preparatoria Número Cuatro, asumió el cargo de Secretario General de la Universidad. Félix Flores Gómez, presidente de la FEG durante estos acontecimientos, usó el cargo para lanzarse como candidato a diputado federal por el PRI. El grupo Uni-FEG se mantuvo relativamente unido en la medida en que, presionado por Alvaro Ramírez Ladewig, exigía a los gobiernos federal y local, la más rigurosa investigación para esclarecer los hechos relacionados con el asesinato de su líder, pastor y guía, pero eso no fue obstáculo para que algún ex-presidente de la FEG, como Adalberto Gómez Rodríguez, por ejemplo, pretendieran aprovechar la sangre de Carlos Ramírez, como mercancía, para negociar un mejor trato del gobierno federal para el grupo Uni-FEG, es decir, para que se les concediese en el futuro inmediato más cargos a nivel federal y local y mejor trato en el presupuesto universitario. En este aspecto, Genaro Cornejo Cornejo, ex-presidente de la FEG también, presumía en alta voz, en privado y en público, que el presupuesto anual y la cuota por alumno, eran los más bajos a nivel nacional, resaltando también que la conducta política del grupo Uni-FEG, como "muchachos bien portados" frente al gobierno, merecía mejores merecimientos. Estas dos formas de alegato frente a las autoridades federales comenzaron a escindir al grupo. Porque, en tanto que los priistas pretendían sacar raja política y económica del asesinato de su líder, Alvaro Ramírez Ladewig, recién incorporado al grupo como heredero político de Carlos, y con el apoyo de la FEG, exigía justicia y una investigación real de los hechos que culminaron con la ejecución del Lic. Ramírez Ladewig. Por los datos recabados, se supo pronto que un grupo de jóvenes, ágiles como gacelas y de pelo corto estilo militar, habían sido los autores materiales del crimen. A todos les pareció que eran soldados vestidos de civil los ejecutores. Por eso la reivindicación de la ejecución a nombre del Frente Revolucionario Armado del Pueblo (FRAP) a nadie convenció. Estaba claro que no podía ser un grupo guerrillero de izquierda el autor del atentado, cuando que las molestias que la conducta política pública de la víctima había provocado ante el gobierno federal, se debían al fortalecimiento de las relaciones del grupo Uni-FEG, y en particular del propio Carlos Ramírez Ladewig, con las agrupaciones institucionales de la izquierda mexicana, y en particular con la izquierda de Jalisco. Por eso Alvaro Ramírez Ladewig, en declaraciones a la prensa nacional, hizo responsable de los hechos criminales al Presidente Luis Echeverría Alvarez. Un chileno, de nombre Jaime Sau Aguayo, con quien había establecido relaciones en la casa del "loco Chavarría", visitaba mi casa, y fue él quien me propuso una entrevista con Alvaro Ramírez Ladewig, con el propósito de contribuir con opiniones, a disminuir el peso enorme de la responsabilidad que Alvaro había contraído como heredero político de Carlos, y por las acusaciones hechas en contra del Presidente de la República. La reunión se llevó a cabo en la casa de Alvaro, en un clima de la mayor cordialidad. Alvaro me comentó que sabía bastante de mi actividad universitaria por comentarios hechos por su hermano, reconociendo mi capacidad intelectual como maestro y como dirigente político. Y en función de ello me propuso la realización de una especie de curso de educación política para ponerlo al corriente en ese ramo del conocimiento, dado que, en los últimos años, se había dedicado a labores de gambusino en el Estado de Sonora, y a atender los negocios de la constructora Tenamaxtle. Fueron muchas, muchas horas hombre las dedicadas a comentar la teoría de la ciencia política y sus leyes. Y en ese proceso fue fácil ligar a Alvaro con Alejandro Gascón, desde el momento en que mi casa (donde impartía las clases a Alvaro), era el cuartel general, desde hacía cuatro años, de Alejandro Gascón Mercado en Guadalajara. El contacto entre Alvaro y Alejandro no era muy seguido, porque Gascón estaba muy ocupado en su campaña para gobernador de Nayarit. Este es otro tema que terminó complicando a la FEG con el fraude electoral contra Gascón, en el Estado de Nayarit. Pero no adelantemos vísperas. Es necesario citar algunos antecedentes que explican las decisiones del gobierno federal, y particularmente del presidente Echeverría Alvarez, en el caso electoral de Nayarit. La concepción estratégica y táctica del Maestro Vicente Lombardo Toledano, sobre la caracterización del gobierno mexicano, y en especial de la burguesía mexicana, se basaba en la tesis de la no homogeneidad del grupo político gobernante. Lombardo sostenía la existencia de contradicciones básicas que determinaban la conducta de los gobiernos presidenciales en turno. Hablaba de la existencia de dos corrientes económicas, ideológicas y políticas: la encabezada en su tiempo por el general Lázaro Cárdenas, como una burguesía nacionalista, anti imperialista y partidaria del capitalismo de Estado, y la encabezada por el Lic. Miguel Alemán, también ex-presidente de la República, derechista y aliada a las fuerzas del imperialismo internacional, especialmente el norteamericano. La oposición y lucha de contrarios entre estas dos fuerzas determinaba el tipo de gobierno en turno, favorable a los intereses nacionales y populares o a los intereses de las empresas transnacionales. El presidente en turno debía equilibrar tales intereses en pugna, y Lombardo sostenía que el apoyo a los actos positivos del gobierno contribuía a priorizar esos intereses nacionales y populares por sobre los intereses del imperialismo. Pero hete aquí que, con motivo de las elecciones en Nayarit, en 1975, el presidente Echeverría rompió ese equilibrio, favoreciendo a los intereses de la derecha dentro del gobierno y faltando a sus promesas hechas personalmente a Gascón Mercado, de que si con un voto ganaba la elección, el triunfo democrático sería reconocido. Lombardo teorizaba sobre esta estrategia para caracterizar al gobierno mexicano, pero no se quedaba en la teoría. En cierta ocasión, designó a Alejandro Gascón como asesor personal de Luis Echeverría Alvarez, cuando éste era Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública. Era una forma de fortalecer ideológicamente al ala nacionalista y popular de la burguesía nacional. Dada esta relación, ambos desarrollaron su carrera política de manera independiente, pero cuando Echeverría llegó a la Presidencia de la República, poco tiempo después Alejandro Gascón fue electo diputado federal por el PPS. A mí me tocó dos veces ser jefe de campaña de Alejandro: en 1964 y en 1970, antes de venirme a radicar a Guadalajara. Y eso explica también, por qué Gascón eligió mi casa como cuartel general en Jalisco. Ya siendo diputado federal en 1972, fue candidato triunfante a la Presidencia Municipal de Tepic. Era el primer edil de la capital de un Estado, que el PPS lograba. Siendo candidato, Echeverría le hizo la promesa a Gascón de respetar su triunfo si ganaba aunque fuera por un voto la elección. Y se le respetó, presidiendo Alejandro el glorioso XXVI Ayuntamiento de Tepic, por el PPS, mismo que sirvió de plataforma de lanzamiento lógico a su candidatura para la gubernatura del Estado de Nayarit. Las incidencias del gobierno tepicense de izquierda fueron conocidas nacionalmente. Las amistades logradas por Alejandro en el escenario nacional, fortalecieron su gobierno, a pesar de las mil presiones de la derecha dentro y fuera del PRI. Una vez lanzada su candidatura, al gobierno de Nayarit, aún en contra de la burocracia dirigente del PPS, que se había derechizado a la muerte del Maestro Lombardo, en 1968, Luis Echeverría repitió su promesa a Gascón, de respetar su triunfo electoral aún si fuera por un solo voto. Pero en esta ocasión Echeverría faltó a su palabra. No pudo o no quiso cumplirla. En lugar de eso, envió a los cuatro mil mejores cuadros del PRI, expertos en fraude electoral, y a siete mil soldados a garantizar el robo de urnas electorales. Durante la campaña de Alejandro, yo fuí designado coordinador para el sur de Nayarit, lo mismo para el día de la elección. Por eso tuve la oportunidad de ver los casi mil camiones del transporte urbano de Guadalajara, desfilar por la carretera rumbo a Nayarit, para llevar votos (los camiones iban llenos de gente) en contra de Alejandro. Vimos también el severo patrullaje militar por pueblos y rancherías. A la entrada del Estado había retenes para inspeccionar si viajeros y pasajeros iban de paso o se veían sospechosos de ser brigadistas para apoyo de Gascón. Una de esas fuerzas preparadas para el fraude fue la denominada "Operación Fakir", encabezada por Félix Flores Gómez, presidente de la FEG. Ellos permanecerían ocultos y saldrían el día de la elección para intimidar gente, votar donde pudieran, las veces que pudieran, en complicidad con los demás contingentes priistas.El premio para Félix, fue la diputación federal. Otro fegista relevante lo descubrí en mi tierra, Túxpan, Nay., disuadiendo campesinos a nombre de Banrural, para cambiar las intenciones de su voto. Se trataba de Francisco Morales Aceves, que trabajaba en Banrural y era maestro de la prepa cinco de la U. de G. Andaba disfrazado de campesino, y por lo mismo se puso muy nervioso cuando me detuve a saludarlo con toda intención. ¿Por qué hacemos hincapié en todo esto? Porque con Carlos Ramírez Ladewig vivo, la FEG jamás habría sido usada para cometer crímenes electorales en contra de Alejandro Gascón, dados los dos elementos políticos citados que lo caracterizaban: su amistad con Alejandro, y su cercanía cultivada con las organizaciones de izquierda, UNIDAS A SU ACTITUD CRITICA en torno al sistema político mexicano de los años setentas. Todos estos hechos trajeron consigo la ruptura entre las filas del PPS. El gobierno federal había metido descaradamente la mano en la vida interior del PPS, proponiendo a Jorge Cruickshank García, secretario general del PPS, como candidato a senador, en alianza del PRI y el PPS, por el Estado de Oaxaca, a cambio de reconocer el "triunfo" del PRI en Nayarit, y a cambio también de un edificio en la Avenida Alvaro Obregón, de la Colonia Roma de la Ciudad de México, con un valor de más DE DIEZ MILLONES DE PESOS de entonces. Como yo era miembro del Comité Central del PPS Mayoritario, estuve presente en la audiencia que el presidente José López Portillo concedió a Gascón, para pedir el reconocimiento al desprendimiento mayoritario del PPS, encabezado por Gascón. Esfuerzo inútil. El PPS mayoritario fortaleció sus vínculos con la izquierda mexicana y terminó por convocar a la formación de un nuevo partido político: el Partido del Pueblo Mexicano. Este partido sin registro, encabezado por Gascón, fue el que sedujo a Alvaro Ramírez Ladewig, por la calidad de gente que encontró en sus filas, su alta politización y formación ideológica y su extraordinaria camaradería. Alvaro, prácticamente recorrió parte del país, siguiendo las asambleas partidarias y... a Gascón. Al grado de que las bases del Partido, al poco tiempo, propusieron a Alvaro como miembro del Comité Central, mismo que fue recibido con júbilo. Todo esto, con un gran disgusto del grupo Uni-Feg (la fracción priista) que llegaron a filtrar opiniones en el sentido de que yo, José Dolores Mártir, manejaba a Alvaro Ramírez. Pero como el lector puede apreciar, eran más elaborados los vínculos ideológicos y políticos que se fueron estableciendo en ese proceso, que la simple relación con una persona. Era el tiempo en que la mayoría de los cuadros de la FEG no salían de mi casa. Raúl Padilla, Trino, Tonatiuh, Horacio García Pérez, Gilberto Parra, etc. En el jardín de mi casa organizaba sesiones de Cine-Club con pantallas improvisadas y con películas rentadas, en las cuales se daban largas discusiones, especialmente cuando Alejandro Gascón asistía. Recuerdo particularmente la noche en que exhibí la película de Fernando de Fuentes: "Vámonos con Pancho Villa, y la apasionada discusión en la que los protagonistas fueron Alejandro Gascón y Raúl Padilla López. Hay una escena final en la que Villa, ya derrotado llega a un rancho propiedad de uno sus ex-dorados, Tiburcio Amaya, uno de los "Leones de San Pablo". Villa come y descansa, pero llega el momento en que le pide a Tiburcio, que se incorpore de nuevo a los restos de la División del Norte, porque es la hora en que está necesitando a los más hombres. Tiburcio se disculpa, diciendo que le gustaría mucho seguirlo, pero que ahora tiene un ranchito, tiene mujer y un par de hijos. Villa le dice entonces que comprende su situación y que vaya a llamar a Encarnación, uno de sus asitentes. Al salir Tiburcio Amaya, Villa saca su pistola y dispara sobre la mujer y la hija, porque el niño andaba atrás de la casa. Al escuchar las detonaciones Tiburcio regresa y pierde momentáneamente la cabeza, desorientado por lo ocurrido. Villa le dice: "Ya no tienes mujer, ni hijos, ni rancho, ni nada. ¡anda, ensilla tu caballo y vámonos!". Tiburcio hace el intento de tomar su arma y entonces Encarnación le dispara por la espalda. El niño regresa llorando al ver a su padre caído. Villa le pregunta:" ¿Y tú por qué lloras?" -Es que me quiero ir con Pancho Villa-... -¿De modo que te quieres ir con Pancho Villa? -Sííí, contesta el chamaco. "-Vámonos pues, vámonos con Pancho Villa"... Esta escena final de la película provocó una discusión como de tres horas, porque Raúl Padilla condenaba a Villa por la familia sacrificada. Gascón le corregía diciéndole que es el lenguaje cinematográfico que se vale de símbolos para transmitir su mensaje. La escena presenta el caso del hombre que ya sintió colmadas sus ambiciones personales y por lo tanto ya no quiere saber nada de movimientos y revoluciones. Ahora Raúl Padilla lo acaba de vivir con uno de sus hijos políticos: Carlos Briseño, que una vez alcanzada la Rectoría de la Universidad, olvidó por completo su pasado comunista, sus lealtades políticas a quien lo hizo funcionario, y terminó declarando públicamente "su cultura empresarial" y aliándose a la derecha más reaccionaria y fanática: el gobernador sinarquista y el Cardenal Sandoval Iñiguez, formador de los llamados "talleres por la democracia" en las sacristías de los templos católicos, para apoyar e instrumentar el fraude electoral en contra de Andrés Manuel López Obrador.

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