lunes, 25 de octubre de 2010

¿México, (pongale el nombre de su ciudad o población) en serio más grande que sus problemas?


Jairo Calixto Albarrán

25 octubre 2010
jairo.calixto@milenio.com

México es más grande que sus problemas, dicen categóricos los agoreros del bienestar y el optimismo. En sus afanes por desmentir la tozuda realidad que no suele ceñirse a los discursos de los políticos que no ven más allá de lo evidente, los profesionales de la verba florida recurren a las figuras retorcidamente retóricas para decidir, lejos de cualquier rigor científico, que México es más grande que sus problemas. Como si esos problemas no hubieran demostrado, con el furor forense que los caracteriza, que les vale madre que se les devalúe, porque son quien son y no se parecen a naiden.

Ahora no sé si habrán cambiado su perspectiva los profesionales de la fe, aquellos que ante las imbatibles tragedias persisten en su peregrina idea de que México es más grande que sus problemas, cuando suceden siniestras hecatombes como la de Ciudad Juárez, donde una multitud de chicos fueron masacrados a mansalva, sin piedad ni protocolos, por sicarios púberes de los que ahora engrosan las infanterías atroces del crimen organizado que los usa como carne de cañón por su valor de uso, velocidad de desecho y reemplazo.

Treinta mil muertos en la narcoguerra jelipista, lo único que hemos ganado es la capacidad de asombro, en voluntad para hacer un recuento de los descuartizados.

Lo dijo @Jenarovillamil en Twitter: “No sé que duele más de la matanza en Juárez: la masacre irracional o saber que los asesinos son adolescentes intoxicados de muerte.” Lo peor de la cruzada jelipista es que al estar basada en el uso indiscriminado de la violencia, no sólo no ha revertido el poder de los cárteles, ni ha conseguido acabar con la producción de enervantes, sino que tiene por logro haber arrojado al infierno de la barbarie a una generación de jóvenes cuya única fe es en la virgen de los sicarios.

Niños que matan a otros niños. Niños que pasan del bullyng a la fría matazón. Niños zombificados por la falta de oportunidades sociales, el abandono institucional y la seducción idiotizante del crimen organizado. Niños sin amor, con horror, entrenados para despojarse de inocencias y candores, construidos con los materiales del desprecio, el odio y el resentimiento que primero matan y nunca viriguan.

Niños matones que no tienen más credo que cicatrices en su cuerpo domesticado por las drogas. Hijos del tremendismo mediático, el olvido calderónico y la brutalidad existencial.

En serio ¿México es más grandes que sus problemas, o ya todo es perversamente al revés y nadie quiere aceptarlo?
jairo.calixto@milenio.com

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