jueves, 7 de octubre de 2010

¿Quién amenaza a quién?


Manuel Bartlett Díaz


Hillary Clinton oficialmente advirtió: “Enfrentamos una amenaza creciente de una red de narcotraficantes en México, que podríamos considerar como insurgencia”, comparable a Colombia de los 70. México reviró: el narcotráfico no es insurgencia, ni nos parecemos a Colombia. Obama rectificó: México no es Colombia y elogió la democracia calderoniana. El gobierno mexicano, agradecido, olvidó el asunto.

La aclaración de Obama es falsa, en EU insisten en una insurgencia mexicana que los amenaza. El Departamento de Justicia asegura que los cárteles mexicanos son “la mayor amenaza del crimen organizado para EU”. El senador Dick Lugar, republicano de alto rango, pidió al presidente usar al Ejército para ayudar a enfrentar a los cárteles que persiguen controlar a gobiernos mexicanos.


Al comparecer en el Senado estadounidense, la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, respondió a cuestionamientos del senador McCain, aceptando que “los cárteles mexicanos significan una amenaza terrorista para EU”. Robert Mueller, director del FBI, también compareciente, agregó que “la violencia del lado mexicano incrementa la amenaza a la seguridad nacional”; McCain ha denunciado, además, que los cárteles mexicanos controlan “230 ciudades estadounidenses y están en todas las regiones del país”.


Aquí, el omnipresente embajador Pascual, cuestionado sobre la mentada insurgencia, dijo: “no importa cómo uno la llame”. Pero claro que importa, para el Departamento de Estado y el Ejército estadounidenses insurgencia no es una palabra, es una política militar. Su estrategia en Irak y Afganistán es la “contrainsurgencia”.


Ambas guerras, arguyen, persiguen “construir democracias estables”, obtener el apoyo de sus poblaciones mediante inversiones en servicios públicos; el Manual de Contrainsurgencia ordena buscar “la aceptación por la población del gobierno (impuesto) como legítimo”, lo que no ha resultado porque los gobiernos en Irak y Afganistán son rechazados por corruptos, pero eso no importa, lo esencial es armar ejércitos locales para que sean iraquíes y afganos quienes repriman a sus compatriotas que no acepten el orden que establecen, pérfidos “insurgentes”.


Al calificar al narco en México como insurgencia nos aplican esta doctrina. Aunque su complemento, la supuesta construcción de una sociedad democrática está logrado porque, según Obama, Calderón la representa. Para entender la operación en marcha, recordemos que recién vino a México el Gabinete de Guerra de EU para entrevistarse con funcionarios mexicanos; que el jefe del Comando Conjunto, Mueller, ha informado que entrenan al Ejército Mexicano en “guerra irregular” —¿para qué?— y que la violencia por la guerra de Calderón ha sido pretexto para implantar estadounidenses en nuestras instituciones: aduanas, migración, inteligencia, seguridad... tutela que nuestro gobierno acepta sumiso.


Afirman oficialmente que los traficantes mexicanos controlan cientos de ciudades estadounidenses. ¿Qué hacen entonces sus autoridades? ¿Son impotentes ante este dominio? Sabido es que el crimen organizado es una empresa que opera en el mercado, que implica integración corrupta entre delincuentes, gobiernos y sociedad, infiltran la economía legal y al sistema financiero en México, Colombia y en Estados Unidos.


Nos impulsan a la violencia —Plan Mérida— como en Colombia; asesinatos selectivos como en Afganistán. Lo que en EU no se practica, aunque tráfico y consumo sean enormes y la corrupción igual que en cualquier lado; nos informan que en México se lavan entre 18 mil y 30 mil millones de dólares. No dijeron cuánto se lava en EU.


¡No! La violencia aquí no es la amenaza a EU. Nos amenaza a todos el floreciente negocio allá, el lavado allá, el río de dólares de allá y las armas traficadas desde allá. Mientras esta realidad no se ataque de verdad allá, no buscando sólo chivos expiatorios, no existe esperanza de solución.


mbartlett_diaz@hotmail.com

Ex secretario de Estado

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