sábado, 2 de octubre de 2010

¿Votarías por López Obrador? II

La clase media y sus temores

Gibrán Ramírez Reyes (*)
Para Ale, por su maestría en el Reino Unido.

En 2006 existió una campaña atípica en México, quizá tan atípica como la confrontación electoral de proyectos sustancialmente distintos en este país. Carretadas y carretadas de fango fueron volcadas en esos días –y no en el periodo postelectoral– sobre nuestra potencial democracia. Se habló entonces de que Andrés Manuel era un peligro para México y se resaltaron algunos supuestos rasgos de su personalidad: que era autoritario y gritón, que era malicioso y mentiroso, que era provinciano y no sabía inglés… La campaña tuvo un éxito considerable, pues luego de los agresivos embates la ventaja que las encuestas daban a López Obrador cayó de 10 a 3 puntos porcentuales. Cabe resaltar que este tipo de campaña se exportó a otros lugares del mundo (a Estados Unidos contra Obama y a Uruguay contra Mújica, por ejemplo), pero con consecuencias menos importantes ¿Por qué en México las campañas sucias tuvieron tanto éxito? La respuesta parece encontrarse en el voto con miedo de la clase media. Hay que buscar a esa clase media. Intento explorar aquí hilos de conversación que puedan llevar a una discusión sin insultos.
La palabra “pobre” asusta mucho: los pobres son los feos, los desaliñados, los gritones y los maleducados. Ser pobre es malo. Nadie quiere ser pobre, y nadie, más aún, es pobre según él mismo. Aunque la estadística gubernamental diga que la mayoría abrumadora de la población mexicana, esto es, cerca de la mitad, vive algún grado de pobreza, la verdad es distinta para los mexicanos. El 80% se asume como integrante de la clase media y actúa en consecuencia, como bien ha mostrado Reyes Heroles en Nexos de mayo del 2010. Esto expresa dos cosas: que el México apologista de la pobreza ha quedado atrás y que la reacción ante el discurso que apela a los pobres puede entregarnos una útil, aunque pedestre, división de las clases medias. Para fines de este artículo dividiré a la clase media en tres segmentos: la clase media altruista, cuya posición respecto de la pobreza es de indignación y comprensión, la clase media conservadora que piensa que el problema de pobreza es básicamente de empleo y de fomento a la inversión –y que, huelga decirlo, piensa que las políticas de distribución del ingreso consisten en sacarles dinero de la bolsa para dárselo a los pobres– y finalmente, la clase media aspiracional, que aunque no es clase media propiamente dicha se hermana con la clase media conservadora en su miedo y rechazo a la pobreza. Estas dos últimas son las que nos interesan más, pues, además de que se les puede convencer, se ha observado que actúan casi uniformemente (quizá por imitación).
Es muy probable que si comenzamos a debatir con ahínco antes de que nuestro interlocutor acabe de dar sus puntos de vista no lleguemos a ningún lugar. Propongo simplemente platicar, así es como –con mis conocidos– he identificado causas comunes de aversión a AMLO, casi todas, me parece, superables. Se centran en unos pocos puntos y creo que discutiéndolas es posible convencer a quienes sinceramente quieren sólo un mejor gobierno
López Obrador tiene una imagen de líder populista y sus simpatizantes la tenemos de manipulados sin educación. Marcos nos ha llamado camisas pardas y Krauze se refiere a nosotros como hordas. Estas imágenes tienen un sustrato racista y clasista, no es casualidad que lo detractores del movimiento exageren rasgos del líder como su acento y rasgos de los simpatizantes (de una parte de los simpatizantes) como la vestimenta o cualquiera que pueda hacerlos –hacernos– aparecer como “pobres de los que se puede abusar fácilmente”. No es fácil cambiar los prejuicios y menos aún hacerlo para una elección. Debemos, en estos casos, mostrar la pluralidad del movimiento, enseñar la cara que haría a esas personas sentirse más confiadas: la calzada de Tlalpan llena de camionetas y autos de modelo reciente con entusiastas del movimiento en días de mitin, los testimonios de empresarios durante el gobierno de AMLO en el DF, el cambio en la cara de la Ciudad, que pasó de tener un tianguis en el Centro Histórico a un lugar de recreación donde asisten ahora las clases medias los fines de semana. Mostrar, en resumen, que el movimiento es mayoritariamente de clasemedieros-como-ellos y que los beneficiados de su gobierno serían clasemedieros-como-ellos. El movimiento no es de pobres contra ricos y, por lo mismo, debemos pedir también a algunos ricos lopezobradoristas (que los hay) que hagan labor en su círculo social. He escuchado de varias bocas que las ideas de AMLO no son malas pero que a él le ven la malicia de un dictador. Sugiero hacerles ver que su imagen ha variado conforme algunos medios han querido: todos podemos leer los artículos de Krauze, de Gómez Leyva y de otros opinadores que, antes de recibir consigna y viendo su forma de gobernar en el DF, aún con mayoría opositora en la primera mitad de su sexenio, llegaron a calificarlo de “el demócrata que México necesita”. No hay pruebas de lo contrario en su actuación al frente de cualquier responsabilidad pública y él sigue siendo el mismo que el que obtuvo más de 80% de simpatías a nivel nacional cuando fue elegido el segundo mejor alcalde del mundo en City Mayor.
A López Obrador se le ha calificado también como incongruente y mentiroso, y se ponen de ejemplo los emblemáticos casos de Nico, que no era propiamente chofer y se encargaba de la logística del Distrito Federal, aunque también manejaba el Tsuru de AMLO (lo que, hay que decir, no se ve bien), y el de Andrés Manuel López Beltrán, que usó en un mitin tenis de más de diez mil pesos (por amigos en común sé que le gusta la buena vida, pero él es un adulto y obtiene sus ingresos de su familia materna). Esas cosas, supongo, hay que platicarlas con calma y hacer ver que se trata de personas distintas. Yo sé de muchas buenas cristianas que tienen hijos drogadictos y, obviamente, las faltas de éstos no son atribuibles únicamente a sus padres. Seguramente también hay muchos católicos con hijos satánicos o algo así (ja).
Ya he dicho que ser de clase media y tener miedo a perder lo propio a expensas del bien ajeno es una posición válida. Mal haríamos en decirle a los que lo hacen “eres un materialista” o “sólo piensas en ti”, porque fortalecemos la opinión de que se trata de dejar el bienestar propio a un lado. En estos casos y, a partir de los trabajos que ha hecho la UNAM ( http://www.ejournal.unam.mx/ecu/ecunam18/ECU001800601.pdf ), es posible argumentar con éxito si evidenciamos la similitud de las propuestas de AMLO con las políticas de Lula, en Brasil, y la forma como éstas se requieren en México. Al contrario de las emprendidas por Calderón aquellas tuvieron efectos benéficos en las propiedades de los ciudadanos de aquel país; como nunca, por ejemplo, se compraron electrodomésticos y televisiones de los últimos modelos.
Para algunos López Obrador representa el pan y el circo. Yo respondo haciendo notar las preparatorias creadas y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que, si bien está en una etapa germinal y tiene sus defectos, es una institución de educación superior con una muy respetable planta docente. No se trata, como vemos, de más circo para tener al pueblo ignorante.
La de López Obrador se acerca a la propuesta del liberalismo social de Reyes Heroles (no a la de Salinas, con otra inspiración). No es radical pero sí es sustancialmente distinta al fundamentalismo neoliberal de nuestra tecnocracia, tan regañada ya por los premios nobel de economía que, además, fueron sus profesores en los Estados Unidos.
Pregunto si votarían por AMLO y algunos me contestan. Pregunto razones una y otra vez y cada vez me percato más de que vale la pena platicar con aquellos que están dispuestos a darlas y agradecen ser escuchados. Estoy convencido de que, de poco en poco, podemos llegar a algo con solo platicar en nuestros círculos sociales. México necesita una alianza progresista urgentemente y sólo el masivo movimiento encabezado por López Obrador puede ser la maquinaria pesada, como dice un buen amigo, del cambio político en México.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario que sera publicado automaticamente; si este,no fue publicado por favor notificalo a nuestro correo electronico sadimyer@gmail.com