Germán Cardona Müller
Jamás creí que México podía llegar a vivir una guerra de magnitud internacional hasta el momento en el que declaró la guerra al narcotráfico. Tampoco creí que era posible que viviéramos otra guerra civil hasta el momento que Calderón negó la guerra al narcotráfico para ocultar los muertos ocasionados por ésta, para ocultar como Estados Unidos la vergüenza de su Vietnam. Y ahora, Jalisco es parte de la cotidianeidad de la violencia, y del sentir común de la frustración ante la impotencia de no poder hacer nada.
El paquete de reformas de seguridad pública que tanto le urge promulgar al gobernador se ha postulado como la panacea que viene a erradicar todos los problemas de violencia y delincuencia en el Estado. Su utopía, sólo se encuentra en la verdad que promulga, pero no se ha dado cuenta que son reformas que lejos de atender al problema de raíz, vienen a instaurar un régimen totalitario y vengativo. Olvida las palabras de Martin Luther King: “La violencia sólo engendra más violencia, sólo la paz puede erradicarla”.
El Congreso, en su actitud desinteresada y de holgazán se ha cuidado de no analizar la iniciativa, tan sólo emociona a la población para después mentirle, excusándose que es algo “muy complicado”, a pesar de que ya tiene más de tres años estudiando este problema. Ni siquiera la han leído, pues de hacerlo se daría cuenta que el Ejecutivo por lo general propone elevar las penas de los delitos ya existentes, incrementando la enorme lista de delitos graves.
Lo que necesitamos no es más seguridad, sino una policía profesionalizada en la que podamos confiar. Ya estamos hartos de los mismos discursos políticos, mientras que tenemos que soportar ver cómo matan a nuestros niños y niñas. Estamos hartos de las leyes que sólo quedan en papel y que no responden a nuestras necesidades, exigimos políticos con valores, un procurador que no haya sido denunciado por violación ni que tenga una infinita lista de quejas ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. Queremos oportunidades de empleo, de desarrollo económico y de participar en la democracia para fortalecer a nuestro Jalisco, queremos despertar de esta pesadilla.
Los políticos no entienden que la seguridad es un tema complejo, multidisciplinario, que requiere bastante sensibilidad, no como lo plantea Jesús Casillas, un asunto que puede usarse para que salga cinco minutos en la cámara. Como diría un viejo adagio, un ignorante no puede ser un líder comunitario. Necesitamos líderes que busquen la seguridad con la participación de nosotros; pues lo que hacemos para nosotros, permanece y muere, pero lo que hacemos para los demás, trasciende y es inmortal.
Tomado del correo Ilustrado de la Jornada-Jalisco
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