jueves, 27 de enero de 2011

Una verdad incómoda


Alejandra González
 
Una verdad sabida por todos, pero que se queda en el aire ante la impotencia que nos invade al pronunciarla: Estados Unidos no tiene el mínimo interés en que acabe la guerra, perdón, lucha contra el narcotráfico.
Una verdad que Hillary Clinton vino a confirmar con su discurso de apoyo al movimiento calderonista, que pocos progresos y muchas muertes ha dado. Sin embargo, según Clinton ese es el precio que pagar, algunos cuantos (miles) de civiles a cambio de asegurar que el gobierno gane tan sangriento e inútil conflicto.
Conflicto que dejó de ser nacional hace mucho tiempo para convertirse en uno binacional, por lo menos. Conflicto, que si analizamos desde sus raíces, nos topamos una vez más con el país vecino, aquel que la secretaria de Estado declara que está en la mayor disposición de colaborar con México, pero que es un consumidor principal de drogas y exportador principal de armas, una combinación letal con consecuencias letales.
Yo sé, él sabe, nosotros sabemos, ¿por qué?, porque vivimos con miedo en una realidad que es consecuencia de muchos factores, pero en los cuales Estados Unidos parece ser no sólo el promotor sino el cómplice número uno en esta guerra, perdón, lucha, en la cual nos quieren ayudar, pero a enterrarnos más.
Y si bien esto es cosa de dos, la balanza se encuentra dispar y por mucho. Después de los eventos acontecidos en Tucson, se esperaría que la regulación de armas fuera un tema discutido acaloradamente en el Congreso. Por supuesto, el tema no pasó a mayores. Y es que para Estados Unidos las armas son un tema prohibido hasta en su propia casa. ¿Qué esperanza tenemos nosotros entonces, que no somos más que el vecino incómodo? Aquél que sólo visitamos cuando tenemos que apaciguarlo un poco, total, lo necesario para que no se alebreste.
Según La Jornada, datos de la ONU indican que en EUA se lavan anualmente 130 millones de dólares, cifra a la cual no piensan renunciar debido a las quejas de los de abajo, pero sus políticas apaciguadoras no hacen más que avivar el fuego. Yo sé, él sabe, nosotros sabemos ¿Por qué? porque después de sentirnos pisoteados por los de arriba, los de abajo parecemos perder la poca tolerancia y cordura que nos quedan en este desierto de esperanzas.
¿Cómo es posible que después de la discriminación ante los migrantes, las inequidades de los tratados comerciales, la venta de armas y su consumo de drogas, vengan a decirnos que apoyan nuestra lucha, perdón señor presidente pero en las calles lo que se vive es guerra, y que debemos continuarla, pues después del incuestionable éxito que ha tenido, cómo no íbamos a seguir con las matanzas, la corrupción, los secuestros, las balaceras, los feminicidios, no, si esto de la guerra contra el narco parece ser un gran negocio pero no precisamente para nosotros, los vecinos incómodos, más bien para los fabricantes de armas, las compañías que las venden, el influjo de dinero lavado que entra como agua y la droga que ellos reciben tranquilamente sin pensar en la sangre y el miedo que arrastra a su paso.
La verdad incomoda, en especial una que hace nuestro panorama aún más desolador y deprimente de lo que ya es. Sin embargo la verdad también empodera y fortalece, después de tantas que hemos recibido, el vecino incómodo ahora es más observador.

Tomado de El Correo Ilustrado de La Jornada-Jalisco

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja tu comentario que sera publicado automaticamente; si este,no fue publicado por favor notificalo a nuestro correo electronico sadimyer@gmail.com