miércoles, 8 de junio de 2011

Intelectual orgiástico

Héctor Palacio
@NietzscheAristo
2011-06-08


Se me ha solicitado detallar el significado de intelectual orgiástico expuesto aquí en texto anterior. La clasificación proviene naturalmente del concepto original planteado por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, en particular en “Los intelectuales y la organización de la cultura” de 1924. Gramsci propone al orgánico como el intelectual funcional en relación a grupos de identidad diferenciada y al tradicional, quien está aparentemente distanciado de, pero que corteja en realidad con el poder en variantes diversas legitimándolo al fin.

Ahora bien, Gramsci también parte de la idea de que al no haber un trabajo puramente físico sino que siempre entran en juego elementos técnicos y creativos –no puede separarse al homo faber del sapiens- todo hombre es intelectual aunque socialmente no ejerza esa función. Es entonces el rol social lo que define el sentido de intelectual como usualmente lo entendemos: hombre de ideas, de letras.

Un intelectual orgiástico tal como se plantea aquí, es una categoría de la especie mexicana: Tropical. Y juega una función clara también. El orgiástico puede en algún momento haber sido orgánico o tradicional. Es con el paso del tiempo cuando se define como orgiástico, a posteriori. Pues mientras lucha por una causa, es funcional, cuando sonríe con el rey es tradicional. Pasada la lucha, el reinado, podremos verlo empeñado ya sea con las nuevas causas o con el nuevo gobernante en una vida pletórica de normalidad, o, sobre todo, podemos encontrarlo ya como crítico de los errores del pasado que no supo o no quiso ver en su momento, cuando una tenue brisa le acariciaba el rostro.

En suma: El orgánico es el intelectual funcional que está incrustado en el poder o que puede llegar a conquistarlo. El tradicional es el que se dice independiente y no acepta o  no se percata de su identidad con el stablishment a quien, a final de cuentas, sirve. El intelectual orgiástico es quien, cómplice o complaciente, se entrega al placer sexenal y después, pasada la cruda de whiskies, vinos, fotos, patrocinios y comilonas, vive la negación, toma aparente distancia y, auxiliado de un cinismo pétreo, vuelve de nuevo a la objetividad y a la crítica. Como si el pasado no existiera o como si en el tiempo se hubiese abandonado a raptos de embriaguez y ensueño que después olvida y son sólo eso: Sueño, es decir, no existen. Pero ni todos los sueños son paradisiacos, ni la pesadilla está lejos de acecharlos constantemente.

P.D. Me piden también que repita el danzón Rigoletito, tema emblemático del intelectual orgiástico. Interpreta: Acerina y su Danzonera: http://www.youtube.com/watch?v=FPsEhPrD0YM

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