Los de Stanford no piden chichi
Jairo Calixto Albarrán
A los organizadores de las graduaciones en la Universidad de Stanford les debe haber parecido muy simpático que Calderón le dirigiera unas bonitas palabras a la generación saliente, con la esperanza de que amenizara la tertulia con alguno de sus ya clásicos chistes del clembuterol y los carniceros, o los shots de tequila y los spring breakers. Para sorpresa de todos, Jelipillo armó un discurso sobre increíble y triste historia del cándido México y el PRI desalmado, donde el pequeño Felipe de Jesús era un héroe de la lucha combativa. A juzgar por su relato, cualquiera diría que era la versión derechosa del subcomanche Marcos, guerrillero heroico contra la opresión tricolor.
Les hubieran avisado a esos pobres muchachos, un pitazo mínimo como el de la Conago, que con bombo y platillo anunció sus operativos en conjunto, para que el crimen organizado en general tuviera tiempo de ponerse a buen resguardo. Digo, hubiera sido una descortesía agarrarlos a la malagueña como al Tigre de Santa Julia…
Aprendan del ejemplo del Chicharrón Carstens que, después de semanas en campaña, viajes trasatlánticos y hospedajes a nivel de pachá, ya avisó con la debida anterioridad que está difícil que le sea adjudicada la gerencia del Fondo Monetario Internacional, que no nos mortifiquemos. O sea que él, como El Ojitos Meza, no necesita que le den chichi. Además, ya lo bailado... quién se lo quita.
Digo, por lo menos Jelipillo tendría que haber invitado al secretario San Mr. Bean Cordero para amenizar el evento con sus parábolas de los 6 mil pesos, la condición imbatible de la economía mexicana y de la pobreza como una zoología fantástica. Habría hecho las delicias del alumnado. No se diga un número de apertura con ese rey de humorismo pando que es Luis Felipe Bravo Mena, aplicándose el antidoping. Sí, para que todos en el estadio de los Cardenales de tan conspicua casa de estudios, suspiraran al unísono con un “¡Ay, mi vidoooo!
Lo que no entiendo es por qué el señor de Los Pinos, después de hacer el “Yo acuso” contra la industria armamentista y de autoproclamarse padre de la patria en su gira estadunidense, no incluyó el relato de su heroica lucha por las víctimas de la guardería ABC, su defensa a ultranza de los migrantes centroamericanos y el reconocimiento a los caídos de los daños colaterales.
Lo que es más extraño, ¿por qué no mostró con orgullo un capítulo del El equipo de García Luna Productions para entretener a la banda?
En Stanford ya deben sospechar que todo fue una broma de sus adversarios de Harvard.
¿No estaría todo planeado para que los del PRIcámbrico temprano estén ahora haciéndose las víctimas, como si los hubieran linchado en Cuajimalpa?
Les hubieran avisado a esos pobres muchachos, un pitazo mínimo como el de la Conago, que con bombo y platillo anunció sus operativos en conjunto, para que el crimen organizado en general tuviera tiempo de ponerse a buen resguardo. Digo, hubiera sido una descortesía agarrarlos a la malagueña como al Tigre de Santa Julia…
Aprendan del ejemplo del Chicharrón Carstens que, después de semanas en campaña, viajes trasatlánticos y hospedajes a nivel de pachá, ya avisó con la debida anterioridad que está difícil que le sea adjudicada la gerencia del Fondo Monetario Internacional, que no nos mortifiquemos. O sea que él, como El Ojitos Meza, no necesita que le den chichi. Además, ya lo bailado... quién se lo quita.
Digo, por lo menos Jelipillo tendría que haber invitado al secretario San Mr. Bean Cordero para amenizar el evento con sus parábolas de los 6 mil pesos, la condición imbatible de la economía mexicana y de la pobreza como una zoología fantástica. Habría hecho las delicias del alumnado. No se diga un número de apertura con ese rey de humorismo pando que es Luis Felipe Bravo Mena, aplicándose el antidoping. Sí, para que todos en el estadio de los Cardenales de tan conspicua casa de estudios, suspiraran al unísono con un “¡Ay, mi vidoooo!
Lo que no entiendo es por qué el señor de Los Pinos, después de hacer el “Yo acuso” contra la industria armamentista y de autoproclamarse padre de la patria en su gira estadunidense, no incluyó el relato de su heroica lucha por las víctimas de la guardería ABC, su defensa a ultranza de los migrantes centroamericanos y el reconocimiento a los caídos de los daños colaterales.
Lo que es más extraño, ¿por qué no mostró con orgullo un capítulo del El equipo de García Luna Productions para entretener a la banda?
En Stanford ya deben sospechar que todo fue una broma de sus adversarios de Harvard.
¿No estaría todo planeado para que los del PRIcámbrico temprano estén ahora haciéndose las víctimas, como si los hubieran linchado en Cuajimalpa?
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