jueves, 18 de agosto de 2011

Matrimonios por conveniencia

Uno de los afrodisiacos más eficaces es el poder. Algunas mujeres sienten una atracción especial por los hombres poderosos, los que se atreven, los que son capaces de lanzarse a una aventura con decisión, los que arriesgan la vida (toreros, conductores de autos de carreras...).
Y muchos de los hombres del poder usan esa condición para poseer a mujeres que son deseadas por otros: modelos, artistas, reinas de belleza… que resultan una especie de trofeos. El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se divorció para casarse con la modelo y cantante Carla Bruni (hay que verla en Medianoche en París, la más reciente y disfrutable película de Woody Allen). En México las historias se multiplican: Gustavo Díaz Ordaz y La Tigresa, Irma Serrano (a quien, se dice, le regaló el comedor de Maximiliano); José López Portillo y Sasha Montenegro…
En ocasiones, sostiene Francesco Alberoni, los ingredientes de la seducción son el engaño, la manipulación, la adulación. El seductor finge. Pero también finge la “enamorada”.
Después de que Luis Echeverría destapó como su sucesor a José López Portillo, Marcela Ibáñez, la esposa de Mario Moya Palencia, quien como secretario de Gobernación parecía el predestinado, le pidió el divorcio a su marido: no más simulaciones, si ya no sería la primera dama, tampoco sería la esposa del aspirante derrotado.
En los años de la posrevolución, los jefes políticos (lo mismo en puestos de gobierno que en la dirección de las centrales obreras, como la CROM de Luis N. Morones) solían tener como amantes a las artistas de la época: las coristas de los teatros, las actrices de la incipiente industria cinematográfica.
En estos días en que la sucesión presidencial se convierte en un punto focal de la agenda política, entre los ingredientes que reclaman atención están los aspirantes, su imagen y trayectoria, y la integración y desempeño de sus equipos de colaboradores, porque con ellos gobernarán si llegan a la Presidencia. Pero también importa analizar sus afectos más cercanos: su esposa e hijos, principalmente, pero también sus amantes y los hermanos, padres y otros familiares. Nadie ignora el modo en que el comportamiento de la parentela beneficia o contamina la imagen del presidente y de su gobierno.
Cuando ya casi concluía la administración de don Adolfo Ruiz Cortines, la gente recitaba este cruel cuarteto: Ya te vas, el taimado, / te vas para no volver. // Presumiste de muy honrado, / pero qué tal tu mujer.
La esposa de Luis Echeverría, doña María Esther Zuno, hizo fama por su austeridad y su gusto por lo mexicano. En contraste, Carmen Romano de López Portillo fue conocida por sus excentricidades y sus excesos… Tanto Paloma Cordero de De la Madrid como Cecilia Occelli de Salinas y Nilda Patricia de Zedillo fueron discretas, entendieron que eran, sólo, las esposas de los presidentes. Pero Marta Sahagún cogobernó con su marido (¿se acuerdan de la ocurrencia de Fox de “la pareja presidencial”?); en este sexenio, Margarita Zavala se desempeña con sensibilidad y discreción.
En estos días, la noticia es que el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, recién divorciado de Mariagna Prats —actriz, pintora y Señorita Turismo en 1976—, tiene una nueva pareja, Rosalinda Bueso, quien, poco antes de cumplir los 30 años fue nombrada embajadora en México por el ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya, —una especie de Fox tropical, con sombrero y botas incluidas—.
Pero Ebrard no es el único caso. El presidente del PRI, Humberto Moreira, siendo gobernador de Coahuila se casó, en segundas nupcias, con una ex señorita Coahuila; antes, el primer secretario de Gobernación de la alternancia, Santiago Creel, tuvo una hija con Edith González, actriz de telenovelas. ¿Y cómo omitir al gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, quien se casó con Angélica Rivera? Y, en otra escala, al entonces presidente de Acción Nacional, César Nava que se divorció para casarse con Patty Lú.
Detrás de esas relaciones no siempre impera un ingrediente amoroso, a veces también juega la lógica del poder: establecer enlaces de alto potencial mediático que parezcan sumarles apoyos político-electorales. Matrimonios por conveniencia. El problema es que, en la lucha por venir —una “guerra sucia”, de golpes bajos y sin reglas—, las parejas de los aspirantes, sus historias secretas (reales o inventadas), pueden ser una vulnerabilidad mayor.
@alfonsozarate
Presidente del Grupo Consultor Interdisciplinario

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