miércoles, 14 de septiembre de 2011

Y 38 años después, Salvador Allende volvió al CUCSH en voz de Joaquín Cosío

“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, dijo en un discurso que parece más actual que nunca

ANÍBAL VIVAR GALVÁN
ANÍBAL VIVAR GALVÁN 

 
Joaquín Cosío lee el discurso que Allende dictó hace 38 años en el CUCSH poco antes del golpe de estado en Chile ■ FOTO HÉCTOR JESÚS HERNÁNDEZ
El contexto de las palabras pronunciadas hace 38 años parecían similares. Los jóvenes de la época actual, al igual que quienes ahora recuerdan ese tiempo con nostalgia, prestaron la misma atención. Los invitados –quienes no portaban trajes formales como fue durante la visita del primer mandatario chileno– no interrumpieron con aplausos el discurso de Salvador Allende pues escuchan atentos las palabras que provenían desde el atril colocado al centro del estrado del auditorio principal del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades.
El texto, leído por el actor Joaquín Cosío,
parece actual. Habla de drogadicción, de pobreza y de falta de oportunidades de estudio para los más jóvenes. Recuerda además que a pesar de que la Universidad de Guadalajara (UdeG) es mantenida con recursos provenientes de los impuestos del pueblo, conformado principalmente por campesinos, son pocos los hijos de éstos que se encuentran estudiando en ella.
Los estudiantes, los académicos y los invitados que estuvieron presentes en esta actividad, organizada por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) para recordar el fallecimiento de Allende durante el ataque al Palacio de la Moneda, llenaron de nueva cuenta el recinto que hora lleva el nombre del mandatario. Al igual que en aquella ocasión los ingresos y los pasillos lucían con gente que observaba al orador. Muchos de ellos, decía, sólo conocían parte del discurso porque lo encontraron en Internet.
Como en aquella ocasión también había asientos reservados para invitados especiales. No había los elementos de seguridad ni del Ejército que custodiaron al mandatario chileno durante la visita que realizó en diciembre de 1972 al entonces auditorio de la Facultad de Derecho de la UdeG. Sólo había dos reflectores que iluminaban cada uno de los costados del actor, que era identificado por muchos como El Cochiloco de la película El Infierno del cineasta Luis Estrada.
“Es imposible alcanzar la dimensión del discurso de Salvador Allende, es un discurso totalmente intenso, pareciera ser improvisado y totalmente cadencioso”, dijo el actor luego de bajar del atril.
Agregó que Allende en su texto tiene un “dominio absoluto de la oratoria y de la construcción de imágenes que es impresionante”; reconoció además que el mandatario tenía una clara cordura sobre lo que hablaba.
Durante la lectura Cosío variaba la modulación de voz. El silencio, casi solemne, permitía escuchar los cuchicheos de los presentes cuando su tono se intensificaba. Unas cuantas expresiones y aplausos que se escucharon con la frase “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, fueron sofocados por la continuidad de la lectura que se hacía.
Los asistentes, no sólo rememoraron en este homenaje al mandatario chileno, sino que su recuerdo quedó perpetuado en la carpeta de videos, pues muchos aprovecharon la solemnidad del acto para grabarlo con su teléfono celular.

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