miércoles, 5 de octubre de 2011

Sicilia y los gremlins indignados de Wall Street


Jairo Calixto Albarrán

Y que lo veo. Y que le digo: Nunca le he pedido esto a un hombre pero... Javier, dame un beso. No quería ser menos que Jelipillo y Manlio Fabio Superstar. Y que Sicilia me lo da y que dice: “Eso sonó a no seas puto y dame un beso”. Se reía a carcajadas. Nada que ver con el poeta que esperaba, un hombre injertado en basilisco punky, malhumorado y resentido, hosco y tosco, rumiando su tragedia, hastiado del sistema, condenado a la solemnidad beligerante, sin un gramo de sentido del humor.

Lidiar con el mantra calderónico (“No son paramilitares, no son paramilitares”) debe tener su chiste. Sobre todo cuando Chepina Vazquezmota anuncia que continuará la batalla de su Yoda de Los Pinos. Claro, no sé si tanto como trasegar los edulcorados halagos a los poderosos en turno de Eruviel Ávila (aunque usted no lo crea, superó con Jelipillo la vocación por el tapete que había demostrado con su jefe Peña Nieto). O las demostraciones de compromiso del góber Rodrigo Medina, quien en un día laboral cualquiera en Nuevo León, tranquilo y sin balas, se tomó un merecido brake en Dineylandia.
Como quiera que sea, ahora entiendo que Javier Sicilia está hecho de la misma pasta que los indignados del mundo, que esta vez se materializan en la tierra de materialismo nada dialéctico: Wall Street. De la misma manera en que la violencia desatada sacó a Sicilia de su zona de confort, los indignados gringos tuvieron que ser echados a patadas de su mundo de caramelo disneyano, para descubrirse un mucho hasta la madre del capitalismo salvaje. Tuvieron que experimentar la violación tumultuaria de su pequeña acumulación originaria de capital para sentirse como obreros vietnamitas, proletarios chinos, mineros mexicanos, estudiantes chilenos, burócratas de Siria, trabajadores del mundo condenados al peor formato de la explotación del hombre por el hombre que es el desempleo, para manifestarse.
Nadie los pelaba y hoy, zombificados cual barracudas de Wall Street, símbolo de carnicería financiera que en vez de cerebros se tragan el dinero ajeno, hasta Sarah Palin y los yunquistas del Tea Party comienzan a sentirse inquietos.
Los indignados, representados por el tuit de @LeeCamp afirman: “The more you arrest, the most will come. You’re throwing water on gremnlins”. Se reproducen como gremlins en las humedades de un neoliberalismo que prometió compartir su riqueza y que, cual Robin Hood bizarro, le ha quitado a la clase media para dárselo a la plutocracia sin atributos.
Eso sí, a Sicilia le falta su George Soros, un multimillonario de izquierda que se solidarice con él como el comunista de altísimos ingresos ha hecho con los indignados.
Sicilia está hasta la madre, pero es a toda madre.

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