miércoles, 23 de noviembre de 2011

De la TV a la computadora

Por: Claudia Rodríguez
 
¡Qué impresión! No lo podía creer. Ya lo había vivido pero mi consiente se rehusaba aún a aceptarlo. Era impresionante ratificar como entre mi familia, reunida en un lugar fuera de la ciudad, la plática y la concentración para ver una película cualquiera, habían sido relevadas por unas computadoras y unos teléfonos móviles.
No es trivial lo que les comparto, sino la manera más cara y sofisticada de reunir a un grupo de individuos sin que entre ellos exista más conexión que la de estar sentados en un mismo espacio.

Por fortuna los niños aún disfrutaron del agua y de los jardines y hasta de los esparcimientos de interacción entre ellos mismos.  Los Wii, los Xbox y Nintendos no figuraron, ni siquiera los MP3 o Ipods.

Pero qué decir de los adultos, todos acompañaban a mi madre quien veía a hijos y nietos sentados frente a sus laptos y minilaptos y su única manera de comunicarse era cuando sonaba algún teléfono móvil para decir, "suena un celular" o algo por el estilo.

Observé la escena desde fuera por más de cinco minutos y fue muy triste porque mi madre estando ahí no estaba con ellos y viceversa.

Me acerqué a ella y le dije: "Mami, ¿no estás aburrida?  Todos aquí están absortos en lo suyo y tú no tienes con quien platicar.

Prudente que es mi preciosa madre, pensé que me diría que no.  Que todo estaba bien, que ella tenía ahí el periódico para entretenerse.  Pero no.  Sucedió que si externó su malestar y comentó que ahora nadie decía nada y que a veces se reían sin ella saber el porqué.

Al escuchar esto los ahí sentados frente a sus computadoras, por supuesto todas conectadas a la red de la Internet, se defendieron.

Unos argumentaron tarea escolar, otros, trabajo, y algunos más, necesidad imperiosa de revisar sus mensajes.

Antes, el entusiasmo o quizá sólo la solidaridad se contagiaban cuando había que preparar desayunos, comidas y cenas para una numerosa familia.  Hoy, las pantallas de las computadoras y la información que irradia son poderosas y competitivas ante una sartén, una licuadora, un cuchillo y una tabla, y hasta un lavatrastos repleto de trastes sucios.  Pero más allá de la tarea, lo importante era la convivencia, las risas, los gritos y demás, que nos hacían sentir miembros de una familia.

Si el aparato de televisión ha sido tan criticado por sociólogos, maestros y demás estudiosos de la convivencia, aprendizaje y mediatización de la familia y de sociedades enteras, hoy los aparatos receptores y de intercambio de datos, son inseparables elementos que irrumpen en la verdadera convivencia de grupos.

Por cierto, en El Buen Fin, lo que más se adquirió por los engañados compradores fueron computadoras, teléfonos y televisores.

Acta Divina…El Dr. Moor, especialista francés en psiquiatría de la infancia y de la adolescencia, observa: "Lo más corriente es que la familia se reúna para asistir a una emisión. La televisión refuerza materialmente la vida familiar en el sentido de que la agrupa. Pero si los chicos no tienen el derecho de decir una palabra para no perturbar a sus padres, la TV reemplazará los intercambios directos respecto de los asuntos familiares. Hay familias donde no se habla absolutamente nada desde que entró el aparato de televisión en el hogar. Semejante reunión formal no tiene ningún valor de comunicación".

actapublica@gmail.com

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