Bucareli
La semana pasada, las dos partes fundamentales del pensamiento mexicano, la que tiene por centro la Universidad Nacional Autónoma de México y la de quienes se autocalifican de intelectuales, aumentaron la distancia que las separa.El jueves, el rector José Narro presentó una propuesta de reformas a la UNAM que fortalece su carácter de nacional, popular, autónoma, laica, gratuita y plural, “valores esenciales” para responder a “los desafíos de la sociedad del conocimiento, a su necesidad de actualización y renovación continuas y mantenerla como una institución de educación superior y de vanguardia en plena evolución”.
Mientras la máxima casa de estudios del país se fortalece, un grupo de intelectuales (no todos, Dios nos libre, aunque se llevan al baile a algunos de buena fe) redacta por encargo y avala por conveniencia una especie de instructivo para imponer modalidades y límites a la información que más preocupa a los mexicanos y más incomoda al gobierno: la de la inseguridad que ha producido 35 mil muertos. Y avisan: se nombrará un consejo ciudadano de observación, pero no aclaran quién nombrará dicho consejo, cómo se escogerá a los ciudadanos, ni qué alcances tendrá la observación que puede ir de la paternal tutela a la oscura frialdad de los calabozos, pasando por la muerte mediática de los pecadores.
Viéndolo por el lado positivo, si de algo podemos enorgullecernos los mexicanos es de nuestros (esos) intelectuales: han logrado convertir su intelectualidad en una manera de corretear los frijoles, sacar para la papa, ganarse el taco, conseguir la chuleta, completar el chivo. Sus métodos tienen los límites de su imaginación. El abanico de sus posibilidades sopla desde recurrir ante la Suprema Corte hasta inventar una coalición de partidos en una elección estatal.
Comparados con México, todos los demás países son del Tercer Mundo si se considera el estatus de sus intelectuales: allá fuera, relegados a las bibliotecas y a tratar de sobrevivir, apenas comen. Acá dentro, transformado el vocablo en razón social de su modus vivendi y operandi, se sientan a las mesas de ricos y famosos, extreman su autobombo en los medios que los favorecen y se favorecen de ellos, registran en la opinión pública su denominación de origen y comprueban que en su mercado, como en el de las monedas, la falsa desplaza a la genuina.
Los intelectuales al servicio de los poderes traicionan su vocación de contrapesos, de ubicarse en la crítica como posición irrenunciable, de ser voces de protesta y no de justificación de las injusticias. El valor de lo que antes se llamaba la inteligencia estriba en aportar el peso de su privilegio cultural a la corrección de las conductas antipopulares, como en su tiempo lo hicieron Justo Sierra, al fundar nuestra Universidad; el visionario José Vasconcelos, al llevar la educación al pueblo con la mística transformadora de la Revolución; desde la derecha, Manuel Gómez Morín; en la izquierda, Jesús Silva Herzog, Narciso Bassols, Vicente Lombardo Toledano. Son ejemplos. Sus sitios no han sido ocupados.
Frente a la deserción de un sector de la intelectualidad adueñado del concepto, el vacío lo llena la Universidad Nacional Autónoma de México. La Secretaría de Educación Pública, que hoy lunes celebra 90 años de su fundación, hace un intento con una jornada de reflexión y análisis del sistema educativo mexicano. El secretario Alonso Lujambio convocó a expertos de todo el mundo a que deben reorientar, espero, los valores de la vida, el desarrollo, la democracia y la convivencia. Veremos si la burocracia no los frustra.
Queda siempre la UNAM, reducto de la discusión de las ideas, en constante crecimiento y evolución. La semana pasada se crearon tres nuevas carreras y en el nuevo campus en León, Guanajuato, la Escuela Nacional de Estudios Superiores. En la celebración de su centenario, la UNAM está activa en la búsqueda de solución a los problemas nacionales, como el de los 8 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan. El rector Narro propone, frente a la iniciativa de hacerlos soldados o esperar 60 años para aprovecharlos, duplicar la cobertura en educación superior y ampliar la capacidad completa en el bachillerato. Busquemos en estos esfuerzos la recuperación de un respeto a la verdadera inteligencia que está siendo marginada de la función que tradicionalmente le ha correspondido.
Alguien dijo que la política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos. Las funciones del intelecto tampoco pueden dejarse en manos de los intelectuales, no de ésos.
Sería tanto como resignarse a aceptar que los pueblos tienen los intelectuales que se merecen.
Lujambio PAN
Lujambio, un perrito con mecate en manos de Calderón, es precandidato del PAN a la Presidencia.
1. Para repetir con el escritor Sicilia: ¡Estamos hasta la madre los mexicanos de que nos sigan viendo la cara de tontos! ¿Hasta cuando haremos conciencia y nos indignaremos en serio para sacudirnos del desmadre? El panista Alonso Lujambio, que junto a la Vázquez Mota terminó de destruir la SEP, ya se va de precandidato del PAN y vendrá otro nombramiento de otro tonto de igual estatura que la enterrará en el próximo año de campañas electorales. ¿Pero qué dicen los maestros, los estudiantes, los padres de familia de que se dilapiden miles de millones de pesos en una educación que ocupa los últimos lugares en el contexto internacional y que cada año rechaza a cientos de miles de estudiantes? Los secretarios de educación que cubrieron todo el sexenio iniciaron con Gual Vidal en 1946 y terminaron con Bravo Ahuja en1976, desde entonces sobre todo cuando la privatización se agudiza- se observa mayor irresponsabilidad en la SEP.2. Hacerse ilusiones en que la educación puede cambiar sin la transformación radical (económica, política) del país, es una tontería. El argumento de los seis años no es una garantía de buen servicio; pero colocar a un político por dos años porque debe brincar a otro cargo, es una burla al pueblo, sobre todo porque no existe siquiera una menor continuidad de nada. Torres Bodet era un poeta, escritor, diplomático, pero cuando llegó a la SEP (1958-64) traía el Plan de Once años, los libros de texto gratuitos y muchas ideas de transformación educativa que puso en práctica y le salió más o menos bien, según los analistas. Bravo Ahuja, como simple ingeniero, no era brillante en educación, pero el sexenio de Echeverría (por el 68) necesitaba recapturar a intelectuales como Benitez, Paz, Fuentes, a la UNAM, a la educación, por eso fue el sexenio del CCH, la UAM, Bachilleres, etcétera. En adelante la educación ha estado desplomándose.
3. Lujambio declaró a la revista Proceso que fue Calderón quien lo descubrió en las aulas universitarias. Que se dio la casualidad que los padres de ambos fueron grandes amigos y prominentes panistas y por ello sus familias tienen valores compartidos. Que cuando Calderón era presidente del PAN le propuso a Lujambio ser consejero electoral del IFE, le respondió que aceptaba pero siendo absolutamente independiente. Le dije literalmente: no quiero ser perrito con mecate y Calderón hasta se ofendió y me dijo que confiaba en mí, y en siete años no recibí de él alguna sugerencia para votar en el IFE. Luego Lujambio fue presidente del IFAI, asesor electoral y custodio de Calderón. ¿Se quitó el mecate, lo hizo invisible o ya no lo necesita porque se acostumbró a él? El pobre Lujambio, como la Mota, no pueden pronunciar una frase sin agradecer al señor presidente las bondades de su gobierno. ¿Ese mecate no será el cordón umbilical?
4. Pero esos funcionarios como Lujambio han servido para un carajo porque al imperio de Esther Gordillo, la poderosa cacique del sindicato nacional (SNTE) en la SEP, le sobran mecates para atar a cualquier funcionarillo que vuela por ahí. (Por cierto, durante décadas muchos han pensado en que la Gordillo debería ser la secretaria de Educación para que el SNTE controle todo olvidando que ella, en vez de ponerse de pechito para que la fusilen, prefiere a títeres o monigotes que sirvan a sus intereses. ¿Se olvida que muchos secretarios de Educación -después que Reyes Heroles habló de revolución educativa y salió en marzo de 1985 como tapón de sidra- se someten a ella? Algunos tontos analistas gobiernistas han dicho que la culpa del fracaso educativo es del sindicato de maestros para no echarle la culpa al sistema capitalista. Jamás podrán decir que la educación es parte del sistema de explotación, de miseria y de opresión.
5. Esto de las becas, de la devolución de dinero de colegiaturas y otras zarandajas que inventa el gobierno y los empresarios privatizadores para resolver el problema educativo, son simples bobadas con las que quieren profundizar la privatización y seguir engañando a la población. La educación mexicana tiene salidas reformistas y salidas revolucionarias: la primera es invertir el doble o el triple del presupuesto público en ella asegurando una honrada distribución que pasa por bajar al 50 por ciento al salario de los funcionarios y por cambiar a fondo los planes y programas educativos. La salida revolucionaria es luchar por la transformación radical del país, entre ésta de la educación nacional, para que los profesores, los estudiantes y los padres de familia en forma igualitaria- saquen resolutivos al respecto. En tanto el 70 por ciento de los mexicanos viva en condiciones de pobreza y miseria, la educación es una farsa.
6. Parece que Reyes Heroles la vaca sagrada salvadora de los priístas- habló del inicio de una revolución educativa que llevara a un cambio educativo radical. Fue secretario de Educación de 1982 a 1985 y aunque de manera demagógica, denunció la terrible situación en que se encontraba la educación en México. Reconoció que el nivel educativo del país era de cuatro años, que si no se hacía una revolución educativa radical, México permanecería estancado y que era urgente que los padres de familia y sus hijos fueran movilizados. Fueron sólo palabras radicales en ese momento que no sirvieron para nada porque el neoliberalismo y la privatización del gobierno de De la Madrid, se habían impuesto en el país en medio de una gran crisis económica. Reyes Heroles murió y fue sustituido por un hábil político priísta González Avélar. Desde entonces, a pesar de la profunda crisis económica y educativa, los números en educación comenzaron a cambiar.
7. Con excepción de Muñoz Ledo, que estuvo en la SEP un año (de 1976 a 1977) que sí sabe de historia, todos los demás han sido tecnócratas o políticos que saben de números, estadísticas, que en su vida se habían imaginado ocupar un cargo en la SEP. Ignoran con profundidad los problemas educativos, lo que son los maestros, las condiciones de vida de los estudiantes y sus padres, el enorme poder del SNTE y de la burocracia educativa. Con esto no estoy diciendo la tontería de que debe ser un maestro o maestra (que por lo general sólo sabe dar clases) la que dirija la SEP. Estoy pensando en funcionarios con ideologías democráticas e independientes que no tengan que obedecer y subordinarse a poderes superiores. Pero eso para mí sigue siendo una bobada porque tengo la convicción y los suficientes argumentos para demostrar que la educación es solamente parte del engranaje del sistema capitalista que sólo puede cambiar con grandes rebeliones y revoluciones.
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