jueves, 21 de julio de 2011

¿Marco legal?

Marco legal… ¿para qué? ¿Para violarlo, acaso, como ha sucedido con la Constitución?, ¿ para lograr que sean legales atropellos y desmanes, secuestros y tortura, desapariciones y encarcelamientos en campos militares y bases navales?
Inicio estas líneas con estas palabras que, para algunos, podrán antojarse un exabrupto, una salida de tono, una exageración… Pero, ¡qué va! Que nos pregunten a los familiares de todos los desaparecidos, ya que más de 36 años de lucha contra esa conducta infame nos han dejado un amplísimo conocimiento de la historia oscura de este país, de la que no se escribe, pero que vive en la memoria del pueblo. Sí, tenemos el doloroso y vivísimo escenario de todo lo malo que ha pasado en este hermoso suelo, digno de mejor suerte y no de ser émulo de las peores dictaduras del Cono Sur, que tanto dolor sembraron en nuestros hermanos sudamericanos.
Lo que pasa hoy es consecuencia de haber ignorado las dolorosas denuncias que se hicieron durante todos los años que hemos clamado justicia; de no haber castigado a los responsables de las gravísimas violaciones a la Ley Suprema, a sus códigos y reglamentos. Era terriblemente doloroso para todos nosotros el que se viera como natural el encarcelamiento de nuestros familiares en los inexpugnables campos militares y bases navales.
Tenemos viva en la memoria la narración que varios testigos presenciales nos hicieron de “la detención” del maestro Epifanio Avilés Rojas en 1969 —el 18 de mayo— en Coyuca de Catalán, Guerrero. Lo detuvo el mayor Antonio López Rivera, quien se lo entregó al general Miguel Bracamontes y éste, “en presencia de todo el pueblo de Ciudad Altamirano, lo condujo a una avioneta militar y ordenó a los pilotos: llévenselo al Campo Militar Número Uno...”. Nadie volvió a verlo.
Nunca fue necesario para las llamadas “Fuerzas Armadas” encuadrar sus actos en el marco legal… ¿para qué?, si el comandante supremo daba las órdenes, ellos obedecían y...
Nosotros recordamos con infinito dolor el 2 de octubre del 68, el 10 de junio de 1971, las muertes de cientos de hombres y mujeres jóvenes ejecutadas por las “fuerzas armadas”, por órdenes del “comandante supremo” en turno, sin siquiera un llamado de atención de alguno de los funcionarios estatales que veían violada la “autonomía” de su entidad. Sólo el pueblo protesta, sólo el pueblo acusa y exige castigo y exige el fin de la impunidad … Y en las mentes de muchos hombres y mujeres de México hay ideas encontradas, hay desconfianza enorme en las palabras del gobierno. Se piensa que lo de “la tal lucha contra el que llaman crimen organizado no es más que una forma de amedrentar al pueblo, una manera de justificar el traer a los soldados a las calles, con uniformes que no son los de ellos y que, a lo mejor, al rato van a andar de civil y así nadie sabrá qué está pasando...”, pero el pueblo se cansa de engañifas, de fraudes, de conductas autoritarias, déspotas, de la corrupción que se palpa en todos los niveles de gobierno y airado, molesto, enojado, llega a la protesta y está totalmente en contra de privilegios y de tratos de excepción, más aún, cuando los usufructuarios abusan, como sienten que ha pasado con el famoso y tristemente célebre “fuero de guerra”. Por eso, ante la “exigencia” de la Marina de lo que llama “marco legal”, es común escuchar a muchísimos ciudadanos de distintos estratos, en corrillos vecinales, criticando acremente “el montaje del juicio militar público” —dijeron— a un soldado en Santa Gertrudis, Chihuahua, “por posesión, sin el permiso correspondiente, de cartuchos y un arma de fuego de uso exclusivo del Ejército. El soldado fue condenado a cuatro años de prisión y se le destituyó de su rango”. Al leer esto, la gente encolerizada pregunta: ¿y a los que dan las órdenes de represión brutal no los acusan ni los castigan...? ¿Y a los ex comandantes supremos, violadores de la Constitución, como Luis Echeverría, no les toca nada? Y cada vez más el pueblo se quita la venda de los ojos y contempla con dolor, y no exento de ira, los atropellos de que es víctima, la ilegalidad, la corrupción y la inmensa demagogia en la que apuntalan sus actos los malos gobiernos: lo que llaman marco legal.
Dirigente del Comité Eureka

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