martes, 4 de octubre de 2011

Mi vida como lady de Polanco


Jairo Calixto Albarrán

Estaba yo comportándome cual reina de Polanco con unos policías que me pusieron en mi lugar con su actitud de damas de Champs Elysées, cuando caí en cuenta de que México es un país a toda madre. Mientras los guardias del orden me daban una lección de civilidad antes de que les gritara aquello de los asalariados de mierda, supe que todavía quedaban cosas buenas en la patria. A pesar de la neurosis desatada por la marcha festiva de la buena gente de
Antorcha Campesina en su decimosegunda gira anual por la zona de Bucareli y anexas en la Ciudad de México, ellos se comportaron, debo decir que de manera insólita, a la altura de las circunstancias.
Ni siquiera la dicha inicua de cobrar las apuestas obtenidas por el triunfo de los Pumas frente al América (entre humillaciones y comidas puedo asegurar que hay formas aún no suficientemente estudiadas de la felicidad) pudo competir con la experiencia de ser llevado a la cordura por un policía que alegre me decía: “Antes de enojarse, hay que preguntar”.
Estaba tan gratamente asombrado que ya hasta se me hizo lógico que en Monterrey se perdieran los videos de la tragedia en el casino Royale; que en Pemex se otorguen becas de maestría de 2 millones de pesos para capacitar al personal, y que aparecieran dos cuerpos descabezados en la esquina que domina Periférico y avenida del Conscripto, a medio metro de la Sedena, para no sentirnos en el DF tan lejos de Veracruz, Ciudad Juárez o Torreón.
Bueno, hasta pude valorar la grata experiencia de laborar en una zona de guerra donde además de disfrutar de las obras eternas de Marchelo El Constructor, todavía tenemos la maravilla de recibir el enésimo plantón de los antorchos, con el debido apoyo de Peña Nieto que tanto los admira. Es un privilegio verlos de nuevo por esta su casa mientras se agarran a topes con la autoridad que, con engaños, no los dejan ejercer sus cacicazgos como dictan los cánones. Un juego que lleva, por lo menos, cinco secretarios de Gobernación al hilo que, si en algo coinciden es en nunca estar en sus oficinas mientras las fuerzas vivas que atinadamente dirige el maestro Aquiles Córdova Morán, recalan junto al café La Habana.
Aquí habría que pensar en una salida del nivel del edil de Guaymas que, para recabar recursos, se le ocurrió cobrar tenencia por perro según el pedigrí. Con este espíritu se podría sugerir que, sin perder el derecho a decidir ni a la expresión, la Secretaría de Gobernación se mude al Hoyo de Iztapalapa, a las orillas del Bordo de Xochiaca o, de plano, a Boca del Río, allí donde no hay paramilitares, no hay paramilitares, no hay paramilitares, según reza el mantra del gobierno federal.
La vida de Lady de Polanco ya no es lo que era.
www.twitter.com/jairocalixto

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